miércoles, junio 14, 2006

Borges, 20 años no son nada...



Jorge Luis Borges no creía ni en su propia sombra, y eso lo llevó lejos, a que nosotros creyéramos en la lucidez de sus palabras. A veces nos resulta difícil saber si existió en verdad. Prefirió las bibliotecas, los cafés y las calles de Buenos Aires. Fue argentino, a pesar que huyó aparentemente de Buenos Aires a Suiza, días antes de morir, porque no quería que se empapelaran los muros de la capital porteña con su efigie. En sus últimos años fue el Ciego Oráculo de la cosmopolita ciudad platense, recorrió sus orillas como un Faraón dormido. Sólo a los 6O años comenzó a ser conocido, gracias al premio Fomentor que compartió con Samuel Beckett. Poeta y ficcionador, lector de Mil y una Noches, traductor, evangelizador de la palabra exacta.

JLB, una marca registrada argentina, con sello de posteridad. Escribió, reescribió, reinventó, releyó, reimprimió sus primeros viejos versos y revitalizó el idioma castellano. No es poco para un ciego que descreía de sus propios pasos y de lo que sus ojos veían a tientas. Sus días se identificaron en la superficie con el color amarillo, a partir de sus 50 años, cuando entró definitivamente en sus laberintos y tinieblas. Borges, el último tomo de la Enciclopedia Británica, seguía yendo al cine, opinando sobre el mundo, detestando el peronismo, conversando con Byo Casares, viendo como su madre se prolongaba en su lecho hasta la eternidad. Borges, su madre, gato Beppo y mucama, sus amigos, Buenos Aires, la yema sobre los dedos de sus libros y María Kodama que le guiaría con el bastón de Laca por el mundo.

B de Borges como K de kafka y J de Joyce, no sólo repasaron las letras del abecedeario, sino enriquecieron el idioma. JBL se consideraba esencialmente un lector. Repitió esa idea en Harvard, en su conferencia sobre el "Credo del poeta", Dijo que se había atrevido a escribir, pero consideraba que leer era mucho más importante que lo que había escrito. "Pues uno lee lo que quiere, pero no escribe lo que quisiera, sino lo que puede". Durante esa conferencia, que integró otras en la célebre universidad nortamericana, Borges confesó que había encontrado el placer en una serie de cosas cotidianas, como nadar escribir, contemplar un amanecer, estar enamorado, pero "el hecho central de su vida ha sidio la existencia de las palabras y la posibilidad de entretejer y transformar esas palabras en poesía".

Borges enseña en Harvard con maestría sus titubeantes pasos como escritor y el itinerario de sus lecturas, convicciones, pasiones, manera de ver la literatura y la poesía, dónde supo tocar una puerta y encontró un camino, como se atravesó en el amanecer y en la noche de sus personajes y los reveló en la oscuridad visible de la página en blanco. JBL fue claro al iniciar su conferencia cuando advirtió que su credo poético era vacilante y útil tal vez para el mismo.

The woods are lovely, dark, and deep

But I have promises to keep,

And miles to go before I sleep,

And miles to go before I sleep.

(Los bosques son hermosos, oscuros y profundos

pero tengo promesas que cumplir

y millas por hacer antes de dormir

y millas por hacer antes de dormir)

Borges cita a Robert Frost en estos versos que califica de perfectos, pero que toda literatura tiene trucos. Las millas son millas en el espacio, es algo físico, agrega. Pero en el segundo verso, ese sleep significa ir a dormir y se refiere al tiempo. Y dormir significa morir o descansar. Lo sugerido, sostiene Borges es más poderoso que lo explícito. Las cosas dichas sugerentemente, son acogidas por nuestra imaginación con hospitalidad, a juicio de Borges. La poesía es el lenguaje cargado de sentidos, afirma Ezra Pound. Una frase dinamita siempre a punto de explotar en la imaginación del lector.

Borges nos enseñó a leer después de quedar ciego y nos dejó su titubeante figura caminando por las calles de Buenos Aires, ciudad que consideró eterna y por eso se marchó como un simple mortal a Ginebra. Sólo se llevó sus dos fechas: 1899-1986.

Rolando Gabrielli©2006


LAS CALLES
Las calles de Buenos Aires

ya son mi entraña.

No las ávidas calles,

incómodas de turba y ajetreo,

sino las calles desganadas del barrio,

casi invisibles de habituales,

enternecidas de penumbra y de ocaso

y aquellas más afuera

ajenas de árboles piadosos

donde austeras casitas apenas se aventuran,

abrumadas por inmortales distancias,

a perderse en la honda visiónde cielo y llanura.

Son para el solitario una promesa

porque millares de almas singulares las pueblan,

únicas ante Dios y en el tiempo

y sin duda preciosas.

Hacia el Oeste, el Norte y el Sur

se han desplegado -y son también la patria- las calles;

ojalá en los versos que trazo

estén esas banderas.

JBL Fervor de Buenos Aires.