viernes, septiembre 30, 2022

Las Mil y una Odiseas

 
Antes de Gutenberg, los silenciosos monjes en las oscuras abadías  copiaban y guardaban celosamente los libros sagrados, prohibidos al vulgo, y la palabra era  tan secreta como el silencio en el bosque del medioevo. Y en tiempos más lejanos, 3 mil 500 años antes de Cristo, los sumerios, egipcios, las tablas  de arcilla, jeroglíficos, ideogramas, eran el modo de escritura de esos tiempos.  
El hombre siempre se ha comunicado por medio de algún signo a través de los siglos.  Recuerdo las señales de humo en las películas del Oeste, enigmáticas, expresivas, elocuentes, una comunicación simplemente confiable. Las tribus hablaban su propio lenguaje y sus propios enemigos advertían el poderoso humo convertido en tácitas palabras ya acordadas de antemano.

Si bien era difícil escribir, conservar, copiar, la circulación también fue restringida hasta el descubrimiento de la imprenta. Aquí no está toda la historia, pero para los poetas en especial, no ha sido fácil publicar, aunque algunos han tenido más facilidades que otros. La distribución de los libros, con sus pequeños pequeños tirajes casi clandestinos, suelen  terminar en  el discreto anonimato y escenificar un panorama desolador para la palabra verticalmente escrita. Algunos compañeros de juego compran un par de  ejemplares, verdaderas muestras de un mercado que le hace una olímpica verónica a la poesía.

Los libros se editan para ser divulgados y por el placer de ser leídos. Cada lector recrea su propia  lectura en cada poema y época. El silencio grita de una manera particular para ser escuchado como un ruido de palabras que agitan su propia marea frente a una apacible playa. Fue difícil editar  los dos libros ilustrados por sus portadas junto a este texto, si no fuera por las manos de un ángel protector, una verdadera Musa. Han pasado algunos años, pero han tenido un camino azaroso para llegar al lector anónimo, desde su edición a algunos cientos de kilómetros de las manos del autor, al paradero de un par de librerías. Son años de tropiezos  y ninguneos inexplicables para unos poemas que intentaron superar la prueba  de la página en blanco y revelar una historia de amor, porque después de todo, la poesía es pasión, un lenguaje cargado de sentido, dijo el viejo Ezra. También en uno de esos libros, hay denuncia, porque la Historia también debe ser registrada por la palabra en toda su verdad  e intensidad. La poesía  tiene deberes públicos, no sólo privados.

Estos dos libros  son páginas vividas, quizás eso no lo entendieron algunos libreros  que los marginaron en sus anaqueles  y los vieron como un conjunto de papeles más entre sus estantes y muestrarios, mercancía  de palabras verticales  inútiles que podría decir un barbero ante un  distraído cliente que solo busca un poco de silencio cotidiano. y una distracción banal.
Son palabras sin duda, un monólogo que  se hace  público, exterioriza la intimidad  rubricada por el amor  que las confiesa. Ahí, en esa atmósfera, el lector tendrá su última palabra y aparecerá para él, el verdadero poema, ese que rescatará para sí mismo. El lenguaje  tiene su propia elasticidad, caminos, bifurcaciones  y laberintos a descifrar y resolver.  He ahí, parte de su encanto, no suele ser lineal, no siempre es el mismo y cada época va  adquiriendo sus propios modos de representación.
No se trata de una pasarela en búsqueda de alguna estrella, sino de las inagotables preguntas que buscan respuestas, como ha ocurrido a los largo de los tiempos. Es cierto que hay confusión a nivel mundial, mucha estupidez diría Umberto Eco y Susan Sontag, a Kafka le bastaría firmar con su nombre para describir el escenario global, que se retrata en sus fakes news como el mejor de sus selfies y lo disemina por las redes sociales, Instagram, Face book, le abre un expediente histórico en Google e instala en la Nube.
Y en el orden de los días pasados, volviendo a la memoria, esa otra realidad que ya es historia, forma parte de los recuerdos y uno también, me imagino al Paco Rivano en sus librerías de viejo en San Diego, un antiguo barrio santiaguino, refugio de libros y otras curiosidades de la capital chilena. Ahí solíamos ir a ver  libros que  ya no encontrábamos en las librerías tradicionales, además a mejores precios porque eran usados y el Paco Rivano, un ex carabinero y novelista, dictaba su refinada cátedra de venta. Había un trato personal, diálogo, un afecto por los libros, respeto diría, que pareciera haberse esfumado en la burbuja de los setenta. Ahì los libros tenìan vida propia, probablemente salìan a conversar en las noches de sus vidas, intercambiaban tipografìas, portadas, se miraban asì mismos  para su anònimo pùblico, como preparàndose para caer en sus manos. Alguno, muy seguro de si mismo podrìa iniciar la lectura con  la introducciòn  de su propia novela: "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos."
Del Epilogar
La aventura de estos dos libros por acercarse al público del mercado ha sido larga y azarosa. Una verdadera aventura quijotesca de años. Los caminos humanos, a veces, son  insondables. Carecen de lógica, explicación, se apodera de ellos un laberinto kafkiano. Mi amiga Haydee y mi hermano César, tuvieron que ver en que  ambos textos llegaran por fin a puerto y la telaraña permitiera que salieran a la luz pública chilena, al menos comenzarán a respirar la palabra que les permitió existir desde un inicio.
Rolando Gabrielli 2022

jueves, septiembre 29, 2022

Sola/Solo

 Sola,

Solo,

Tú,

Yo,

2022:

Silencio.

Rolando Gabrielli 2022

miércoles, septiembre 28, 2022

En este camino inivisible

 En este camino invisible,

que nos trazamos con ciudades reales,

lugares para soñar otra vida,

sin ser perfecta, pero si nuestra,

debiéramos agradecer, 

que en el terreno de la especulación,

lo pensamos.

Rolando Gabrielli2022

martes, septiembre 27, 2022

La Musa asciende

 La Musa,

 asciende

en sus  propias 

palabras.

Rolando Gabrielli2022

lunes, septiembre 26, 2022

Qué podría inspirarme en estos tiempos

 No sé en que podría inspirarme en estos tiempos,

vi a mis maestros leer como monjes medievales,

buscar la piedra filosofal y practicar la alquimia  del verbo

en cuartos miserables, parques públicos, bares

y leer sus poemas en los auditórium de las universidades.

Viajaban cofrades de un mismo espíritu por las provincias

y alguna vez me uní a ellos

para vivir el encanto de lo desconocido

lo que suelen revelar las palabras

y saqué grandes enseñanzas.

Los vi con mis propios ojos

hacer un trabajo de relojería

con las palabras, con tal precisión,

interpretando los tiempos a su manera.

No sé si llegaron muy lejos y se sintieron complacidos

de su esfuerzo por años sin que nadie se diera cuenta

(yo siempre los he admirado, he ido contra la corriente)

y no pocos quedaron en el camino, es cierto,

a merced de críticos, viajes esporádicos,

La juventud y el reino de las palabras

resultan ser caminos enigmáticos

y tentadores, por más inciertos

que se sepan de antemano por repetidos.

No sé en qué me pueda inspirar en estos tiempos,

que no sea recorrer caminos de ripio,

recoger la hojarasca del patio de mi casa,

no poner atención al mal tiempo,

algo que no lo resuelve un paraguas

o salir más temprano de casa.

Todo es inaceptable para la meteorología,

el hombre no vislumbra siquiera

su propio horizonte catastrófico.

Rolando Gabrielli2022