sábado, noviembre 15, 2008




Esta es la ciudad,
la luz brilla sobre el mar
el mar
sobre la luz extranjera
Extranjera es mi memoria
insomnio de la noche
pasos en la oscuridad
que son tus pasos, el mar,
la sombra brilla en la luz
de la ciudad
Ciudad del extranjero
rolando gabrielli©2008

El bien y el mal


El bien y el mal
usan sábanas blancas,
puros bostezan y rezan
en una misma cama,
finalmente,
se anulan
como dos paralelas
no se tocan.
Rolando Gabrielli©2008

viernes, noviembre 14, 2008


La espuma vieja marea,
los muertos vagan peces,
esclavos en vapores color acero
cruzan océanos azules,
bajo cielos plomizos derrotados
expulsan de sus bocas
el murmullo de otros continentes,
no convencen a nadie,
las islas caen,
detrás de los remos y espadas,
un estandarte nuevo
sobre la línea de algún horizonte,
la memoria no supera a la historia,
repite la luz oscura
y los muertos se vuelven náufragos
y los vivos naufragan con los ojos abiertos.
Respira, respira, el mar, el mar,
destino inmóvil acuarela líquida
deslumbrante sol, el pez, sus aguas.
¿Por qué las monedas cambian de valor,
de mano,
signos que ruedan,
imágenes
que acuñan la paz, la guerra,
y tintinean esclavas?.
Sólo veo vagas imagenes detrás de un puente,
la ciudad de dos caras,
con sus huesos la fundaron,
pasos del pasado,
mercancías hacia una misma puerta,
el futuro no acude si no es invitado,
el presente seguirá siendo presente.

jueves, noviembre 13, 2008

Ojo con el ojo



Ojo con el ojo, la luz

de este otro Sol que amanece

del ruinoso polvo, escombro

cósmico que mira la estrella

la luz más cercana

y es rojo en el rojo, el abismo.

Rolando Gabrielli©2008

¿Patinazo del New York Time?








La historia del periodismo está llena de grandes verdades, mentiras vulgares, maquilladas, de actos verdaderamente heroicos, sacrificios, cumplimiento intachable de la ètica, de errores involuntarios por falta de investigaciòn 0 de soberbia, de indiferencia, complicidad e irrespeto por la opiniòn pùblica. En 38 años de profesiòn he visto eso y un poco màs, en Amèrica latina donde he ejercido, desde Reportero, Corresponsal, Editor, Director y Freelance, donde mejor me he sentido, porque allì se repira en profundidad la verdad y la libertad nunca se hace sombra asì misma. Hoy13 de noviembre se conmemora el dìa del Periodista en Panamà, el dìa en que Gaspar Octavio Hernàndez, periodista, poeta, cronista contestario, fue encontrado muerto sobre su màquina de escribir, en el diario La Estrella de Panamà. El periodismo ha cambiado 180 grados desde aquellos dìas y lo seguirà haciendo, pero se repiten los errores sobre la misma piedra, una y mil veces. La verdad seguirà siendo indivisible de los hechos y de la propia profesiòn, que se sustenta en ella para ser libre y cumplir a cabalidad con su rol social.
Me sorprende que un periòdico del nivel, tradiciòn e historial del New York Time, haya incurrido recientemente en un error que supera la ignorancia. La vìctima inocente es un escritor que ha ingresado con bombos y platillos al mercado del libro en Estados Unidos, el chileno Roberto Bolaño, poeta, cuentista y novelista, ya fallecido. Sus dos mega novelas, Los Detectives Salvajes y 2666, fueron traducidas recientemente y circuladas en el mercado norteamericano. Mientras el pùblico, sus admiradores, cìrculos literarios festejan este hecho y reconocimiento històrico de un novelista latinoamericano, del habla castellana, el diario neoyorkino en una nota sobre 2666, suscrita por Jonathan Lethem, se informa y afirma que Roberto Bolaño muriò por su vieja adicciòn a la heroina. The Chilean exile poet Roberto Bolaño, born in 1953, lived in Mexico, France and Spain before his death in 2003, at 50, from liver disease traceable to heroin use years before.
Hasta donde hemos podido informarnos, Bolaño fumaba mariguana, como cualquier ciudadano, comùn y corriente. El blogger chileno Antonio Dìaz Oliva, se refiere a este tema y deja la duda. Bolaño muriò como consecuencia de una afecciòn hepàtica. Es algo difícil esconder un adicciòn de esa naturaleza y no se trata de una vitamina que contribuye a la escritura. Se ha abierto una incógnita yel NYT ha lanzado la primera piedra o se ha tropezado en ella.?
Un relato intitulado, El peor verano de mi vida, advierte Antonio Dìaz Oliva, quizàs sea el detonante de la nota de J L, el cual dice asì:

EL PEOR VERANO DE MI VIDA
Playa
ROBERTO BOLAÑO
Dejé la heroína y volví a mi pueblo y empecé con el tratamiento de metadona que me suministraban en el ambulatorio y poca cosa más tenía que hacer salvo levantarme cada mañana y ver la tele y tratar de dormir por la noche, pero no podía, algo me impedía cerrar los ojos y descansar, y ésa era mi rutina, hasta que un día ya no pude más y me compré un trajebaño negro en una tienda del centro del pueblo y me fui a la playa, con el trajebaño puesto y una toalla y una revista, y puse mi toalla no demasiado cerca del agua y luego me estiré y estuve un rato pensando si darme un baño o no dármelo, se me ocurrían muchas razones para hacerlo, pero también se me ocurrían algunas razones para no hacerlo (los niños que se bañaban en la orilla, por ejemplo), así que al final se me pasó el tiempo y volví a casa, y a la mañana siguiente compré una crema de protección solar y me fui a la playa otra vez, y a eso de las 12 me marché al ambulatorio y me tomé mi dosis de metadona y saludé a algunas caras conocidas, ningún amigo o amiga, sólo caras conocidas de la cola de la metadona que se extrañaron de verme en trajebaño, pero yo como si nada, y luego volví caminando a la playa y esta vez me di el primer chapuzón e intenté nadar, aunque no pude, pero eso ya fue suficiente para mí, y al día siguiente volví a la playa y me volví a untar el cuerpo con protección solar y luego me quedé dormido sobre la arena, y cuando desperté me sentía muy descansado, y no me había quemado la espalda ni nada de nada, y así pasó una semana o tal vez dos semanas, no lo recuerdo, lo único cierto es que cada día yo estaba más moreno y aunque no hablaba con nadie cada día me sentía mejor, o diferente, que no es lo mismo pero que en mi caso se le parecía, y un día apareció en la playa una pareja de viejos, de eso me acuerdo con claridad, se veía que llevaban mucho tiempo juntos, ella era gorda, o rellenita, y debía de andar por los 70 años aproximadamente, y él era flaco, o más que flaco, un esqueleto que caminaba, yo creo que eso fue lo que me llamó la atención, porque por regla general apenas me fijaba en la gente que iba a la playa, pero en éstos me fijé y la causa fue la delgadez del tipo, lo vi y me asusté, coño, es la muerte que viene a por mí, pensé, pero no venía a por mí, sólo era un matrimonio viejo, él de unos 75 y ella de unos 70, o al revés, y ella parecía gozar de buena salud, y él hacía pinta de que iba a palmarla en cualquier momento o de que ése era su último verano, al principio, pasado el primer susto, me costó alejar mi mirada de la cara del viejo, de su calavera apenas recubierta por una delgada capa de piel, pero luego me acostumbré a mirarlos con disimulo, tirado en la arena, bocabajo, con la cara cubierta por los brazos, o desde el paseo, sentado en un banco frente a la playa, mientras fingía que me quitaba la arena del cuerpo, y me acuerdo de que la vieja siempre llegaba a la playa con un parasol bajo cuya sombra se metía presurosa, sin bañador, aunque a veces la vi con bañador, pero más usualmente con un vestido de verano, muy amplio, que la hacía parecer menos gorda de lo que era, y bajo el parasol la vieja se pasaba las horas leyendo, llevaba un libro muy grueso, mientras el esqueleto que era su marido se tiraba sobre la arena, vestido únicamente con un trajebaño diminuto, casi un tanga, y absorbía el sol con una voracidad que a mí me traía recuerdos lejanos, de yonquis disfrutando inmóviles, de yonquis concentrados en lo que hacían, en lo único que podían hacer, y entonces a mí me dolía la cabeza y me iba de la playa, comía en el Paseo Marítimo, una tapa de anchoas y una cerveza, y después me ponía a fumar y a mirar la playa a través de los ventanales del bar, y luego volvía y allí seguía el viejo y la vieja, ella debajo de la sombrilla, él expuesto a los rayos del sol, y entonces, de manera irreflexiva, a mí me daban ganas de llorar y me metía en el agua y nadaba, y cuando ya me había alejado bastante de la orilla miraba el sol y me parecía extrañoqueestuviera allí, esa cosa grande y tan distinta de nosotros, y luego me ponía a nadar hasta la orilla (en dos ocasiones estuve a punto de ahogarme) y cuando llegaba me dejaba caer junto a mi toalla y me quedaba mucho rato respirando con dificultad, pero siempre mirando hacia donde estaban los viejos, y luego tal vez me quedaba dormido tirado en la arena, y cuando me despertaba la playa ya empezaba a desocuparse, pero los viejos seguían allí, ella con su novela bajo la sombrilla y él bocarriba, en la zona sin sombra, con los ojos cerrados y una expresión rara en su calavera, como si sintiera cada segundo que pasaba y lo disfrutara, aunque los rayos del sol fueran débiles, aunque el sol ya estuviera al otro lado de los edificios de la primera línea de mar, al otro lado de las colinas, pero eso a él parecía no importarle, y entonces, en el momento de despertarme yo lo miraba y miraba el sol, y a veces sentía en la espalda un ligero dolor, como si aquella tarde me hubiera quemado más de la cuenta, y luego los miraba a ellos y luego me levantaba, me ponía la toalla como capa y me iba a sentar en uno de los bancos del Paseo Marítimo, en donde fingía quitarme la arena que no tenía de las piernas, y desde allí, desde esa altura, la visión de la pareja era distinta, me decía a mí mismo que tal vez él no estuviera a punto de morir, me decía a mí mismo que el tiempo tal vez no existía tal como yo creía que existía, reflexionaba sobre el tiempo mientras la lejanía del sol alargaba las sombras de los edificios, y luego me iba a casa y me daba una ducha y miraba mi espalda roja, una espalda que no parecía mía sino de otro tipo, un tipo al que aún tardaría muchos años en conocer, y luego encendía la tele y veía programas que no entendía en absoluto, hasta que me quedaba dormido en el sillón, y al día siguiente vuelta a lo mismo, la playa, el ambulatorio, otra vez la playa, los viejos, una rutina que a veces interrumpía la aparición de otros seres que aparecían en la playa, una mujer, por ejemplo, que siempre estaba de pie, que jamás se recostaba en la arena, que iba vestida con la parte de abajo de un biquini y con una camiseta azul, y que cuando entraba en el mar sólo se mojaba hasta las rodillas, y que leía un libro, como la vieja, pero esta mujer lo leía de pie, y a veces se agachaba, aunque de una manera muy rara, y cogía una botella de pepsi de litro y medio y bebía, de pie, claro, y luego dejaba la botella sobre la toalla, que no sé para qué la había traído si no se tendía nunca sobre ella y tampoco se metía en el agua, y a veces esta mujer me daba miedo, me parecía excesivamente rara, pero la mayoría de las veces sólo me daba pena, y también vi otras cosas extrañas, en la playa siempre pasan cosas así, tal vez porque es el único sitio en donde todos estamos medio desnudos, pero que no tenían demasiada importancia, una vez creí ver a un ex yonqui como yo, mientras caminaba por la orilla, sentado en un montículo de arena con un niño de meses sobre las piernas, y otra vez vi a unas chicas rusas, tres chicas rusas, que probablemente eran putas y que hablaban, las tres, por un teléfono móvil y se reían, pero la verdad es que lo que más me interesaba era la pareja de viejos, en parte porque tenía la impresión de que el viejo se iba a morir en cualquier instante, y cuando pensaba esto, o cuando me daba cuenta de que estaba pensando esto, el resultado era que se me ocurrían ideas disparatadas, como que tras la muerte del viejo iba a ocurrir un maremoto, el pueblo destruido por una ola gigantesca, o como que iba a ponerse a temblar, un terremoto de gran magnitud que haría desaparecer el pueblo entero en medio de una ola de polvo, y cuando pensaba lo que acabo de decir ocultaba la cabeza entre las manos y me ponía a llorar, y mientras lloraba soñaba (o imaginaba) que era de noche, digamos las tres de la mañana, y que yo salía de mi casa y me iba a la playa, y en la playa encontraba al viejo tendido sobre la arena, y en el cielo, junto a lasotrasestrellas, pero más cerca de la Tierra que las otras estrellas, brillaba un sol negro, un enorme sol negro y silencioso, y yo bajaba a la playa y me tendía también sobre la arena, las dos únicas personas en la playa éramos el viejo y yo, y cuando volvía a abrir los ojos me daba cuenta de que las putas rusas y la chica que siempre estaba de pie y el ex yonqui con el niño en brazos me contemplaban con curiosidad, preguntándose acaso quién podía ser aquel tipo tan raro, el tipo que tenía los hombros y la espalda quemados, y hasta la vieja me observaba desde la frescura de su sombrilla, interrumpida la lectura de su libro interminable por unos segundos, preguntándose tal vez quién era aquel joven que lloraba en silencio, un joven de 35 años que no tenía nada, pero que estaba recobrando la voluntad y el valor y que sabía que aún iba a vivir un tiempo más.

miércoles, noviembre 12, 2008



Tomaba un helado de fresa, natural, frente al sol, cuando escuché por primera vez la palabra colapso. La entendí de inmediato, porque se trataba del tráfico vehicular frente a mí. Me imaginé los filtros, radiadores, las bujías, los pistones, la inocente bomba de la gasolina volando como nubes errantes por la ciudad, piezas enloquecidas. La humedad detenía el viento, los automóviles rosaban sus narices calidas y la ciudad era una postal de hierro y vidrios. Nada se movía. El colapso total y la esquizofrenia del día, el tiempo humano. Seguí con mi helado en un aparte de la avenida como si esperara que la inocencia viniera a buscarme y a consolarme ante este día de manicomio. Colapso, me dije, me sonó a calabozo, a prisión, fin de la libertad, a punto final. No tenía más que el día por delante, las horas humanas posibles. Esperé que el elefante se moviera como una masa de pizza e ingresé al asfalto y me fui, como pude, en silencio, con resignación, un poco de heroismo, si alguien me hubiese visto.
En días pasados cuando encendí el televisor, escuché la palabra con un apellido y una repercusión de bomba atómica: colpaso financiero. Ya no dejaría de sentir, sonar, repicar las campanitas de Wall Street como el eco alucinado del infierno. El presente como una alpargata y el futuro, un acordeón indescifrable.
La marcha del fracaso insomne y de la gananacia insaciable, van de una mano gemela de diez dedos, pero que al final del día se deshace como una pompa de jabón. cada una vuelve a su cuerpo natural, sin memoria, sin nada en la mano, como si la noche trepara en silencio los escalones de una memoria inexistente.

Querido Diario (graffitiPoem)


Rayo el verso en la muralla
sin ortografìa ni palabras bonitas
sòlo para que crezca en quien lo mire,
como los escombros y ruinas
del amor la tristeza la rabia el sexo
lo inùtilmente perdido, de eso escribo,
en la calle y veràn tu nombre
sobre el cemento que sangra mi herida
como una rosa
en la insignificante noche,
donde la loba inmensa devora la sombra
de un verbo que arranca mis ojos.
Rolando Gabrielli©2008

lunes, noviembre 10, 2008

Bolaño vuelve a Buenos Aires en gloria


"Le debo a (Nicanor) Parra no sólo mi poesía; le debo a Parra toda mi obra literaria. Me ha enseñado mucho, me ha enseñado a reírme, a tomar la literatura con sentido del humor. Si no hubiera leído a Parra, probablemente no habría llegado a leer a Lawrence Stern. Y ya para finalizar, Parra es como mi atadura telúrica literaria a Chile. Cuando leo a Parra estoy leyendo también, además de estar leyendo al mejor poeta en español vivo, a un compatriota y me recuerda cosas de mi infancia, de mi adolescencia" Roberto Bolaño


Roberto Bolaño se tuteò con la literatura argentina y endeudò con sus leidos y admirados Cortàzar, Borges, Lamborghini, pero eso no le quitò un pelo a su potente y original prosa, a la lucidez y compromiso de su palabra. El boom, la literatura castellana necesitaba un autor que se atreviera a desbocar su caballo barranco arriba. Asì, escribiò y viajò a pelo por las playas, desiertos, montañas, los pozos olvidados de la marginalidad, las grandes ciudades y los escondrijos del alma bastarda de cualquiera de sus patrias reales y adoptivas. Bolaño tuvo que soñar antes de tiempo, porque el calendario le prohibiò el èxito, la permanencia normal a un cuerpo desmadrado en el corazòn de su hìgado. Vomitò lenguas de fuego como el hombre del circo y cosechò aplausos, ira, indiferencia, admiraciòn tardìa, envidia, y lectores que se siguen sumando y repitiendo en sus páginas asombrados.
Estarìa muerto de la risa con sus reconocimientos post morten, con estos homenajes de "escritor invitado" en Ferias, universidades, mesas redondas y toda esta parafernalia que rodea su obra y persona ya mìtica, ya no de este mundo. Bolaño vuelve a Buenos Aires, una ciudad que pienso, amaba, por cuestiones tal vez literarias, aproximaciones viscerales con los narradores emblemàticos que son porteños de corazòn y por tantas razones que habrìa que preguntarle. La noticia es que será homenajeado en la primera edición del Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba). La fiesta literaria entorno a Bolaño-Belano, es este mièrcoles, en elMuseo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) FILBA apunta a poner en escena el movimiento centrífugo de desplazamientos, descentramientos, migraciones, mudanzas y transformaciones que experimenta en la actualidad la literatura, a partir de un intenso recorrido por los circuitos de expresión que no cesan de reinventarse, anunciaron sus organizadores.
(Después de Bolaño). Tratará sobre la figura de Roberto Bolaño como uno de los autores más importantes de las últimas décadas y sobre la huella que dejó su obra en sus contemporáneos y en las generaciones siguientes.
Martín Kohan (Argentina, 1967) escritor, enseña Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia. Obtuvo el Premio Herralde de novela en 2007. Juan José Becerra (Argentina, 1965) es escritor, crítico literario y periodista. Fue gestor cultural y enseñó guión cinematográfico en La Plata. Gonzalo Garcés (Argentina, 1974) es escritor y periodista, actualmente vive en Chile. Es colaborador habitual de diversos medios de España y Latinoamérica. Dialogarán con Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), doctor en Literatura Hispanoamericana y profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, adonde vive. Publicó el libro Bolaño Salvaje (2008), en colaboración con Gustavo Faverón Patriau, publicado por editorial Candaya de España.)
La necrofilia chilena fue màs lejos para entenderlo, amarlo, venerarlo y perdonarse asì mismos, crearon la Cátedra Bolaño. Es un país donde los reconocimientos llegan cuando se comprueba y certifica que el muerto ya no respira. Se dice que en Chile llegò primero el reconocimiento de la obra de Bolaño y la realidad es que no figuraba en el afiche confeccionado por las autoridades culturales que fue presentado en la Feria de Colombia, donde Chile era paìs invitado. Una muestra para el botón històrico de la literatura chilena, su eterno ninguneo.
Desde antes de su muerte he venido recomendando su lectura en Panamà. Nada oficial, ni personal, sino para leer algo diferente. He tenido distinta suerte y receptividad. Yo comprè una ediciòn de Los Detectives Salvajes en el popular drugstore llamado Arrocha, ediciòn que guardo con celo, porque le faltan no pocas pàginas. Como èl libro desapareciò, lo comprè posteriormente en Colombia o Mèxico para poder leerlo. Era un vulgar desconocido aquì. Escritor de muchas páginas, algo difíciles, porque escribe para un lector algo iniciado y para escritores. Exige dedicaciòn, algunas referencias, atenciòn. Es una novela como un largo largometraje. Distintos escenarios sobre uno mismo, la realidad, la mirada del autor, sus pasos, y esa manera peculiar de intrudcirse asì mismo en la historia, relatarse, contarse, mirarse para seguir viendo el futuro, un escombro no resuelto del pasado.
Visitàbamos con amigos unas exposiciones en la Zona Rosa de Panamà y en esas conversaciones que no tienen paradero, ni rumbos, en el què haces y de pronto ¿leiste a Bolaño?- ¿Quièn es? _Un escritor interesante, fudamental, de esta època, pero ya falleciò. Para ti puede serlo, no lo conozco y por què debo creer. - La mujer estaba en su yo oscuro, letal, inundada de una ignorancia escandalosa.- Por què va a ser importante, por que tù lo dices, se reafirmò y yo me cambiè de ventanilla, de aire y dejè pasar la espesa atmósfera que pudo llenarse de màs ruido innecesario. Bolaño brillaba hace unos meses por su ausencia en librerìas y cìrculos literarios, despuès de todo era chileno como quien lo recomendaba, "publicitaba". Hasta que llegò 2666, que se estrenó hace un tiempo en Estados Unidos traducida al inglès, como Los Detectives Salvajes, que abrieron el pasillo oscuro de la literatura castellana en en lector estadounidense. Aun asì el patio aquì era indiferente a ese narrador. Los escritores son personas pùblicas, porque sus libros circulan y ahì en cada pàgina se refleja algo de la vida, los sueños, del gran espectàculo personal y colectivo, ese escenario interior del hombre y las cosas, lo que queda despuès del sudor. Nadie te invita al espejo de la realidad, pero el cristal está para ser visto y èl te mira por si no eres capaz de reconocerlo.
La literatura filtra las ojeras, risas, los espasmos de un escritor. El lector se alinea detràs de la sombras que producen màs sobras hasta que se haga claridad en el texto y nunca se sabrà todo lo que quiso decir el autor, ni lo que seguirà interpretando el lector a los largo de tiempo. Ese es uno de los aportes de la verdadera literatura: seguir soñando, descubriendo mundos con el lector.
Roberto Bolaño no sólo escribiò, sino trabajò por y para hacer una diferencia y se enfrentò al pesado fardo del Boom latinoamericano. Fue un Mohicano solitario, con su humor àcido, sin concesiones, se atravesò con su hìgado y disparò. El blanco no era invisible. Las cabezas rodaban. El francotirador, francamente daba la cara, no se escondía. Bolaño creaba espacios en su novelas, literatura, y entraba en acciòn en la vida real. Se la jugò para cortar de un tajo el Boom e inaugurar una nueva etapa. Esa fue una de sus grandes apuestas. Ahora su obra es la que abre espacios y lo instala en las mesas redondas como un convidado de piedra.
En uno de sus viajes de Bolaño a Chile, al parecer tuvo un desencuentro con la mujer del poeta Raúl Zurita, el que Bolaño màs tarde negarìa o lo pasarìa como algo sin mayor importancia. Zurita, al parecer no lo perdonò y en enero de este año, en la ediciòn nùmero 9 del periòdico El carajo, escribiò una nota sobre 2666. Y no podìa comenzar de una manera màs directa, a quien le llamarìa el poeta de Ricardo Lagos: "2666 me intriga, y no porque sea una obra maestra, por el contrario, es una novela convencional que tiene un problema grave y sin solución intermedia: o le sobraron 800 páginas o le faltaron 800 páginas. Es así, pero al mismo tiempo posee una cualidad que en literatura sólo se la pueden permitir los grandes fracasos, esto es que los problemas que a veces esas derrotas abren son de tal magnitud y poder, que los hacen mucho más cruciales que el hecho de que las obras que los contienen no los resuelvan. Es el caso de 2666. En ese sentido este relato tiene al menos tres méritos que no dejan de ser impresionantes: el primero es su notable título, seco, oscuro, inquietante, el segundo es que leerlo inevitablemente es releer otras obras que sí son maestras: Tolstoy, Flaubert, el Joyce del Ulises y del Finnegans Wake, Kafka, la tetralogía final de Mishima, cosa que sucede con muy pocos autores y, el tercero, es que contiene 300 y tantas páginas, aquellas que no sobraron, que en el contexto de la narrativa en castellano son de las más extraordinarias de los últimos 30 años. "
Al margen de este y otros comentarios, a los que se exponen los libros y escritores, Bolaño alcanzò a decir de 2666: "es una obra tan bestial, que puede acabar con mi salud, que ya es de por sí delicada. Y eso que al terminar Los detectives salvajes me jurè no hacer nunca más una novela: llego a tener la tentación de destruirla toda, ya que la veía como un monstruo que me devoraba." Bolaño se biografiaba dentro de su literatura, poesìa, marcaba su entorno como un lobo solitario, fràgil fìsicamente, tenaz, testarudo, testimonial, con un gran temple y de tes pàlida, que merodeaba sus vísceras propias y ajenas, un animal literario contudente. No estaba sòlo en su literatura, porque viajaba de un tiempo a otro, de un escenario històrico a otro, daba grandes zancadas en el tiempo fìsico de su narrativa: Mèxico, Europa, Chile, Estados Unidos. Espacios y acontecimientos històricos.
Este y otro Bolaño, el que es, fue, el que nos visita con su literatura, es el que analizaràn en Buenos Aires. Deja señales, como poeta y busca sus propias huellas, como detective. Hace un par de noches hicimos un ejercicio en un restaurante mexicano, Los Chilangos, y creo que a Roberto le hubiese gustado esta manera coloquial de aproximarse a sus textos. La misma textura de los locales y negocios de artesanía, cafeterías de Santa Fe, en New Mexico, ese color arcilla rosada que se mimetiza con las puestas de sol, un paisaje natural, de lujo. En una de las alas del centro comercial Camino de Cruces, esta ese pequeño espacio de México, cuyo significado se debe a las personas que dejan el DF, casa matriz de los sueños de Bolaño. El se transformaría años más tarde en un chilango. Mientras llegaban las vasijas de piedra volcánica con el queso ardiendo y los chorizos molidos, caía una cerveza Corona como ese fresco atardecer de Panamá. La ciudad se dibujaba en el crepúsculo tropical, en un horizonte cercano, donde despuntan rascacielos y avisos de neón. El escenario crepusculario de Los Detectives salvajes. Se me vino de pronto el DF con esa realidad de rara memoria en el presente y se dibujó la ciudad. El DF iniciático de los poetas de Bolaño. México es el corazón de su obra, allí vivió una década, y dijo que podría olvidarse del DF y México, pero no del amor. "Ese país mágico, que él y nadie más llamaba México DF", refrenda en su poema Devoción de Roberto Bolaño, en su libro póstumo La Universidad desconocida. Sí, su poesía nos permite adentrarnos más en él como individuo, que después de todo es lo que más interesa para definir algunas coordenadas. "La poesía entra en el sueño/como un buzo muerto/en el ojo de Dios"
Yo había iniciado mi monólogo saturado de imágenes, escenarios, de un tiempo amarrado en su propia libertad. Un autor desconocido sobre la mesa, no es poco decir, ni arriesgar, pero el ambiente era grato. Se sentía el fuego de México en la vasija oscura, ardiente, oscura en el luminoso atardecer tropical. Llegó la segunda Corona y la plática se centró en 2666. la novela colosal que "enterró" a Bolaño, aunque él alcanzó a trazar su itinerario, dejar las coordenadas de su futura edición, que venía precedida del terror de sus mil cien y piquillo de páginas.
¿Pero cómo se lee un elefante de ese tamaño? Mientras revolvía la vasija ancestral, respondí: con mucha paciencia, calma, cautela, parsimonia porque es literatura. El silencio ganaba la noche y crujían los nachos. ¿Se puede hacer una lectura líneal, porque ahora las novelas no tienen tiempo, o varios pisos que suben y bajan como la montaña rusa? Las novelas son una Caja Negra y Bolaño es un especialista en ello. Cada lector realiza su propia lectura, pero, sin duda, estamos ante un pozo de infinitas luces y apariciones: la novela no tiene límites, ni principio, ni fin. La cabeza del Dragón asoma en distintos escenarios, es la única manera de creer que el fuego de la palabra es eterno. Ricardo Piglia es màs ilustrado en tema referencial històrico y se refiere a macedonio Fernàndez y a Joyce, como precursores y maestros en la interrupciòn del tiempo-lectura. Un alto, hago con la mano, mientras la Corona se desliza suave por la noche tropical. Lo que también debemos atender es el grado de popularidad, lectura, receptividad de un lector. Es una manera de pulsear la boca vacía del estómago del autor, su aire, respiración, lo que no quiso decir, o no alcanzó, o no pudo. pero mucho tiene que ver con la autoridad de lo dicho. Bolaño hoy es el autor cuyos libros baten récord de lectura, sino son los más robados de las librerías chilenas. Para Roberto B. este sería su principal galardón y logro literario si estuviera vivo, porque él fue un tiburón en las famosas librerías del DF, donde pudo negociar su habilidad con su futuro literario.
2666 intimida al lector hembra, impone su presencia de "mamotreto verbal" en un mundo digital, a imagen y semejanza de lo que se ve. Tantas páginas, la frase escueta rueda por la mesa. Son 5 novelas en una, con una ciudad de fondo en el trasfondo: Santa Teresa, que es Ciudad Juárez, donde Bolaño describe con lujo y detalle los crímenes de esas mujeres que nadie reclama y la muerte misma pareciera rechazar con todo el olvido de que es capaz. Leo los titulares, y se habla de 13 nuevos crímenes, que este año superan el millar en esa ciudad fronteriza con Estados Unidos, al lado de El Paso, condenada y donde el horror toma palco.
Santa Teresa le robaba, le sigue saqueando la vida, dignidad, el alma, a las niñas, jòvenes, mujeres, obreras maquiladoras, estudiantes, a las putas y meseras de Ciudad Juàrez. La muerte es una sirviente de los peores intereses. La policìa, los detectives, las autoridades tienen muy poco, nada de èxito en sus investigaciones en la novela, como en la vida real. Las muertas son olvidadas, la invstigaciòn de las autoriaddes òlo llega hasta la autopsia. Despuès de la muerte, la verdad, ni nadie, estàn seguros.
Una novela de esta envergadura, digo, no se deja leer, sino hay que leerla. La cerveza Corona se dejaba beber sin mayor esfuerzo, delgada, liviana, estilizada, fresca, natural. Ya llegaba la sopa espesa, caliente, para emparejar las cargas de los gastos de la noche. La tercera la paladiè màs que la segunda y mucho màs que la primera. Ya habíamos entrado en materia. Bolaño es un escritor que comenzò como poeta, pero nunca abandonò la poesìa, como muchos otros narradores cuya lìrica no exitosa les defraudò y abandonó. Seguimos conversando sobre 2666, recuerdo mi primer subrayado de mi ediciòn argentina del 2004, que se refiere a una reseña sobre el novelista alemàn buscado en la novela que se llama Archimboldi. Es un intento por fijar su personalidad: Inteligencia: media; Caràcter. epilèptico; Cultura: desordenada; Capacidad de fabulaciòn: caòtica; Prosodia: caòtica; Uso del alemàn: caòtico. Son licencias de un escritor.
Las preguntas iban y venìan. Yo sentìa el ruido de unos aplausos muy discretos y cálidos. parecìan las alas de mariposas antiguas que habìan viajado de muy lejos a este ritual. El polen estaba en el aire. Yo lo considerè un buen presagio, pero no podrìa explicarlo. Un libro hay que tenerlo en las manos, hojearlo, rayarlo, volverlo a leer, eran las palabras, el rumor de una voz. Sentì que habìa que buscar las respuestas en el libro, en las pàginas verdaderas. La mesa donde estaba sin duda Bolaño, nos indicaba el camino. La cuenta. Partimos al drugstore màs cercano y mi amigo comprò 2666, en una ùltima ediciòn de Anagrama, color concho de vino y de tapas gruesas. Rolando Gabrielli©2008

El flautista de las nuevas artes




Guillaume Apollinaire dio la impresiòn siempre de dar un paso avanti las vanguardias, pero no, el fue la vanguardia, el creador de lo nuevo: el flautista de Hamelìn de las tradicionales y nuevas artes.

domingo, noviembre 09, 2008

Asì que està nevando







Asì que està nevando
como si todo fuera blanco,
tu memoria, tu espejo,
tu cuerpo de rosa blanca
y a la luna
se le adentraran los ojos,
cambiara sus dientes blancos el lobo
en la noche blanca
todo nevàndose
y tù vestida de blanco
como si la nieve
aplastara el silencio.
Rolando Gabrielli©2008