sábado, noviembre 24, 2007

DIEGO, por Frida Kahlo
























Hace 50 años hoy, murió Diego Rivera, uno de los grandes pintores que retrató el alma de México en el siglo XX. Conocido como uno de los más extraordinarios muralistas del México post revolucionario, Diego Rivera fue amante comprometido con la vida y especialmente de Frida Kahlo, quien lo describe mejor que nadie, tal y como Ella lo amó y odió. Es difícil competir con la palabra de una mujer y sus sentimientos que como Frida, le amó y odió.
"Advierto que este retato de Diego lo pintaré con colores que no conozco: las palabras, y por esto, será pobre; además, quiero en tal forma a Diego que no puedo ser "espectadora" de su vida, sino parte, por lo que quizás exageraré lo positivo de su personalidad única tratando de desvanecer lo que, aún remotamente, puede herirlo." Así de rotunda, sin solemnidad Frida inicia su retrato de Diego que he leído en dos libros de su biógrafa y amiga, la argentina Raquel Tibol en: Frida Kahlo en su luz más íntima y Escrituras de Frida Kahlo. Es el Diego que cree haber conocido después de haber vivido 20 años cerca de él. No hablaré como mi esposo, porque Diego no ha sido jamás ni será "esposo" de nadie. Y sigue advirtiendo, ni como amante, con todas als limitaciones que ello tiene, ni un hijo, porque sería un autoretrato. Frida fue una mujer inteligente, supo dar y recibir, sufrir y gozar, vivió en el límite con Diego que nunca se puso. Para Frida, Diego es un constructor, sobre todo, un arquitecto en su pintura, en su proceso de pensar, compone siempre, afirma, con elementos precisos, matemáticos y sus cimientos son siempre la realidad. Sus murales viven con la construcción misma del edificio que los contiene, lo que demuestra su genio de arquitecto, precisa Frida. Lo compara con los cactus de su tierra, crece fuerte y asombroso, lo mismo en la arena que en la piedra: florece con el rojo más vivo, el blanco más transparente y el amarillo solar; revestido de espinas, resguarda dentro su ternura;vive con su savia fuerte dentro de un medio feroz; ilumina solitario como sol vengador del gris de la piedra; sus raíces viven a pesar de que lo arranquen de la tierra...
Estas palabras y otras más, las escribió FK para el libro catálago de la exposición de Diego Rivera, cincuenta años de labor artística, que se presentó, como bien recuerda Raquel Tibol, en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México en 1949.

1 comentario:

Sandra Figueroa dijo...

Sin duda, Diego Rivera es un gran pintor. Saludos.