Escribir poesía, hablar de poesía, apelar a la
palabra que vive en la palabra, pareciera ser un acto ocioso, desconocer el
signo de los tiempos en tiempos de banalidad y terror.
Este viejo ejercicio de ordenar verticalmente las
palabras, puede ser tomado como un pasatiempo anacrónico, ya superado en la era
digital y de la inefable Inteligencia Artificial.
La poesía, muchos no lo saben, está en todas partes.
Su presencia, es la ausencia, a veces, de muchas cosas, que nos pasan
inadvertidas.
El poema es el compendio verbal, la poesía el espíritu
que da forma a los sentidos.
¿Qué sería el hombre sin los sentidos, sin la palabra, sin la poesía?
Ezra Pound, ya lo dijo. La poesía es un Arte y no un
pasatiempo. La poesía, independientemente de cada época se sabe oficio de
su tiempo, digo yo. Y es muy cierto, porque viene evolucionando desde los
tiempos inmemoriales y cada época viste su traje de obrera para interpretar su
tiempo.
Pound, Il miglior fabbro, según T. S. Eliot, da a los poetas una serie de consejos, muy atinados y recomendables. Déjate influir por cuantos grandes artistas sea posible, pero ten la decencia de reconocer plenamente la deuda o, si no, trata de ocultarla. No teorices, deja eso para los escritores de ensayitos filosóficos. No describas, recuerda que el pintor puede describir un paisaje mucho mejor que tú.
Piensa más bien en la técnica de los científicos y no
en la del propagandista de una nueva clase de jabón. Empieza por aprender lo ya
descubierto. Son muchos más los consejos que brinda Pound en su libro: El
Arte de la poesía, de recomendable lectura, editado hace más de 70
años.
No hay recetas para escribir un buen poema, solo
señales, como diría respecto a la propia poesía René Char. Pero no está
demás hacerse eco de algunas recomendaciones de Pound, apartar las ramas que no
dejan ver el bosque. Rolando Gabrielli2025



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