jueves, septiembre 28, 2023

Un atildado, pulcro, beatífico anciano

El anciano se sentó en el Parlamento canadiense, atildado, pulcro diría, con una mirada beatífica, como si la memoria atesorara recuerdos placenteros, imperecederos, y la solemne, cálida ovación que estaba recibiendo de la plana mayor del gobierno del Primer ministro Justin Trudeau junto a los parlamentarios, fuera el justo reconocimiento esperado por tantos años al héroe de la Segunda Guerra Mundial. Hasta ahí, el libreto parecía estar en marcha y formaba parte del recibimiento al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, en una de sus giras por recaudar fondos, armas y compromisos de Occidente para llevar adelante la guerra contra Rusia. Había euforia, sentimientos de triunfo, irradiada por este viejo soldado, combatiente de excepción, que llenaba de gloria el recinto parlamentario, porque en la actualidad sumaba sus esfuerzos históricos contra las tropas rusas en guerra contra Ucrania.

Un anciano venerable de 98 años, nacido en Ucrania, nacionalizado canadiense, Jaroslav Hunka, con un ferviente pasado católico en su nueva patria, Canadá, sorprendió a la fervorosa audiencia parlamentaria y al mundo, porque en verdad había sido un combatiente en la División Galitzia de la SS (Schützstaffel) implicada en la matanza de judíos y polacos en la Segunda Guerra Mundial. Es una situación perturbadora y vergonzosa para Canadá, alcanzó a decir Trudeau, mientras el presidente del Congreso y promotor del homenaje, Anthony Rota, presentaba su renuncia.

El pedigrí del apacible Jaroslav, es que había sido entrenado por las SS, la mayor maquinaria de terror  y muerte puesta en marcha por la Alemania Nazi, los que se encargaron de la llamada solución final en los campos de concentración, con un saldo de seis millones de judíos, comunistas, gitanos, homosexuales y discapacitados, ingresados en los hornos crematorios.

La historia puede llegar a ser tan cruel como esta mueca irónica en pleno siglo XXI. Los investigadores dan cuenta a lo largo del siglo XX, que millares de nazis se refugiaron en Occidente y muchos de ellos sirvieron a sus nuevas patrias, con esmero, pulcritud y orgullo.

Rolando Gabrielli2023

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