sábado, abril 14, 2007

Palabras











Todos los escritores y artistas, de una manera u otra, tienen una deuda, antecedente. A veces esta deuda es con la realidad, con el pasado contaminado que uno nace. Es difícil hacer algo nuevo sólo a partir de una burbuja. Tirar una primera piedra tiene sus consecuencias. La rueda es otra secuencia de las dos piernas humanas. Para un escritor inédito de casi toda una vida, el ejercicio del silencio impreso, es desde luego una postura. Es un acto salvaje de soledad, un doble compromiso con esa señal y ausencia que debiera tener todo poema. Ni siquiera un poeta inédito puede alegar no-contaminación de su palabra. La poesía puede llegar a ser un indomable puercoespín lanzado en las sábanas de la mujer amada, la eterna cohabitación de la rosa y la espina, un azul más rojo que una verde primavera y tus ojos, tus ojos que han leído estas palabras antes de ser escritas.
Es mejor saber que todo está escrito, para comenzar con el pie derecho. La poesía está en todas partes y no siempre en un papel escrita de manera vertical. No siempre se mueve el poema ante nosotros, puede ser la voz secreta que alguna vez tuvieron las palabras. Un poema sabe que existe porque es un secreto revelado. Las palabras son cotidianas e inefables. Un poema lo volverá escribir cada nuevo lector. Es tal vez la mejor manera, única de superar realmente una página en blanco. En estos años de insomnio frente a la página en blanco, de pudor, olvido, temor, impotencia, frustración, dolor, rabia ante la página impresa, la poesía nunca ha estado ausente, porque el papel no siempre hace al monje. La poesía es un hábito que no se ve, se calza, se habita así mismo, como los zapatos. El poema es un acto de amor sin temor un rumor que va creciendo en una circunferencia sobre el agua expandiéndose sin olvidar su centro y no tiene fin, ni comienzo, porque es redondo como la punta de dos palabras.
Durante todos estos años he reconocido mis deudas literarias con los autores que he mencionado una y otra vez. Mis lecturas. Trakl, toda la poesía chilena, clásicos españoles, los surrealistas, J. Donne, Rimabud, Baudalaire, William Blake, Lautreamont, Pound, Essenin, Whitman, Apollinaire, Kavafis, Prevert, T.S. Eliot, Celan, Micheaux, Vallejo, Dylan Thomas, Lezama Lima, Eliseo Diego, Cardenal, Borges, Panero, Gelman, la mujer, mis amigos, la geografía, la ciudad, el amor, la muerte, la vida, Kafka, Kafka, Kafka... y la Musa que siempre está detrás, dentro del poema... La lista es sin duda, mayor y no se agota como las palabras.
He sido fiel a mis maestros, escribir, escribir en cualquier estación, lugar, hora y revisar sin tiempo. La poesía tiene muchas motivaciones, siempre está presente, es un acto solitario, un ruido que no se sabe y se sabe de donde viene. El poema es un viejo caracol, un laberinto ciego, siempre una puerta. Mis poemas pertenecen a tu corazón ardiente, siempre son mi último verano y reviven las hojas secas. Apuestan a tus insomnios, horas muertas, a tu pasión, mi desconocido lector.
Con mi admirado Jack Prevert, quien cumplió en estos días 30 años de ausencia física, quiero homenajear a mis maestros y poetas de todos los tiempos, a quienes creen en este oficio, ejercicio de vida que vive por las palabras. (Paroles, decía Prevert) Un poeta verdaderamente popular es aquel que siempre leemos, recordamos y asociamos con nuestros actos cotidianos y sueños.
Rolando Gabrielli©2007

1 comentario:

Anónimo dijo...

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