miércoles, mayo 16, 2007





















UNA NUEVA ARQUITECTURA EN UN PAÍS DE ENCRUCIJADA


La camioneta Murano se traga la distancia con facilidad. Un país de juguete, dijo una vez un arquitecto. El Corredor Sur es la vía más expedita que conduce al aeropuerto internacional de Tocumen y se transforma en una vista excepcional para tomar el pulso del vertiginoso crecimiento urbano de ciudad de Panamá. Los edificios altos y las grúas comparten la escenografía de la nueva silueta que va conformando la capital istmeña frente al océano Pacífico y en cuyas orillas fue fundada en 1519. La pista de asfalto se hace parte del paisaje como una larga lengua de acero entre el mar y las edificaciones que se erigen a ambos lados de la ciudad moderna. Un visitante que sobrevuele el cielo panameño es sorprendido por decenas de torres que han transformado totalmente el litoral costero, semejándolo a esas grandes urbes industrializadas del primer mundo. La arquitectura ha comenzado a compartir el paisaje del istmo, a formar parte del valor agregado de la ciudad y es notorio el incremento de compradores, visitantes, promotores y empresarios extranjeros que forman parte de este verdadero boom de la construcción, en un país de tránsito enclavado en el corazón de América y rodeado por los dos más grandes océanos del planeta.
La impresión de quien no ha estado en Panamá, es que la capital vive un auge casi fundacional, porque la reversión de nuevas áreas en la franja canalera han incorporado otra ciudad a la antigua que se moderniza por días. Las construcciones surgen como hongos y el espacio pertenece a esta nueva arquitectura internacional revestida de materiales de avanzada, novedosos, y de un concepto contemporáneo de pequeñas villas autosuficientes.
El aeropuerto está en remodelación, todo cambia bajo las luces del futuro, la arquitectura es para crear, mejorar los espacios existentes, la ciudad no es indiferente al hombre ni a la naturaleza. Detrás de lo nuevo, el pasado también mejora un instante, si estamos pensando en el futuro. Vamos a dejar unos días ciudad de Panamá, su humedad, transparencia, un sol que nos juzga a todos y el mar que sobrevive toda ausencia de planificación. ¿El aeropuerto tendrá nuevas alas?. Una gran interrogante, como lo que viene, ciertamente un homenaje a la aventura. Un libro es un proyecto, un principio, una página en blanco que crece en la fuerza de la imagen y la palabra. Un muro puede dividir o resguardar, pero un libro no tiene límites, crece se modifica, nace de nuevo en la pasión de cada lector. El aeropuerto es como todos estos espacios en tránsito, tiene algo de encuentro y partida. El espacio de un libro está en la imaginación.
UNA IDEA BUSCA SIEMPRE CONVERTIRSE EN REALIDAD
Seguimos conversando con los arquitectos panameños, Ignacio Mallol Tamayo, Ignacio Mallol Azcárraga y el colombiano Juan Carlos Sáenz, sobre esta construcción masiva que pareciera un espejismo, pero es la ciudad real. Del Estudio Mallol&Mallol, ha surgido en la última década el mayor volumen y una generación de nuevos edificios y complejos turísticos de mayor impacto en el país. Esta empresa de arquitectura con énfasis en el diseño arquitectónico y urbano, también realiza proyectos de interiorismo, inspecciones de obra y desarrollo de planos, así como todas las disciplinas de ingeniería que tienen que ver con la construcción. La empresa está integrada por unos 100 profesionales, cuenta con oficinas asociadas en Roma, Miami, Barcelona, Costa Rica y ha desarrollado proyectos en América latina. Mallol Tamayo cree en los desafíos, no en los límites, en el trabajo que nace de una simple idea y va tomando vida en el papel sketch hasta transformarse en un proyecto real. Es lo que transmite en sus conversaciones y aplica a los proyectos, una medida que no tiene techo. En arquitectura siempre es posible, comenta, alcanzar una nueva meta, subir un poco más alto, mirar más allá del futuro cercano, soñar simplemente.
El libro, que va a Colombia en hojas sueltas como un prediseño, ha sido un largo sueño de tres años. Jamás hubiese pensado antes que me dejaría tantas enseñazas y satisfacciones, sostiene Mallol. Es la misma inquietud que espero que vea, encuentre un lector que no conozca Panamá y se entere que hacemos en este pequeño istmo ubicado entre dos océanos y rodeado de nosotros mismos.
Un arquitecto, para Mallol, debe vivir el presente, porque es el que cuenta en obras, pero su tiempo es el futuro, donde las ideas nunca dejan de crecer. “La arquitectura siempre es una idea que busca convertirse en realidad.” Toda idea busca su espacio. El arte de la arquitectura está en identificar el sitio, diseñar y renovar, hacer nuevo, cualquier lugar donde se construyo, estéticamente funcional. (El avión comienza a decolar con todas estas ideas, dudas también, ansiedad y esperanza de culminar la empresa editorial).
Tres años de trabajo intenso intentaron poner fin a la edición del libro Mallol Arquitectos y permitían seguir conversando mucho más allá de la carretera y del corto vuelo al país vecino suramericano, donde estaba siendo elaborado por Ediciones Gamma de Colombia, aunque la documentación se realizaba en el Estudio y en Panamá, lugar de las edificaciones en zonas costeras y del interior del país. Preparar un libro de arquitectura requiere no sólo de tiempo, dedicación, paciencia, voluntad, visión, sino de un conocimiento exhaustivo de los materiales con que se está trabajando, armando los perfiles, notas sobre los proyectos para trazar una secuencia dentro de un contexto, donde se destacan diversos períodos, momentos y peculiaridades que tiene todo proceso arquitectónico. El proceso gráfico, de armada, los contenidos, para reflejar un período de 25 años requiere de un equipo y es un trabajo para un corredor de fondo. Los preparativos para concluir un plano, son un buen ejercicio para trabajar un libro, porque todo parte y gira alrededor de ideas, bocetos, imaginación y mucho trabajo para que la idea se haga y convierta en realidad. Una nueva fotografía reemplaza la que ya no satisface el ojo y así sucesivamente, el libro es un largo y cuidadoso proceso. Se trataba de encontrar la única cara que tiene un libro único.
Aplazamos tres años este viaje a Bogotá, después de buscar esa cara, el perfil, la fusión entre forma y contenido para un libro sin precedentes en Panamá, que desafiaba constantemente la imaginación con la aparición de nuevos e importantes proyectos, porque su elaboración había tenido la feliz coincidencia de tener que documentar lo nuevo que surgía casi por arte de magia en cada esquina de la ciudad. Panamá es un fenómeno internacional que no está lo suficientemente documentado aún, ni sus análisis y enfoques pueden ser tan maduros, porque el cemento, acero, los vidrios están aun a la vista, vivos en la ciudad, cuyas esbeltas estructuras parecieran querer tocar el cielo. La ciudad es como un adolescente que crece todos los días. De poco más de un millón de habitantes, con una población mayoritaria que no supera los 30 años, se rearma cada día con su propio carácter irregular, de formas caprichosas, contrastadas, que son un reflejo de las tendencias norteamericanas e internacionales. La obra de Mallol&Mallol arquitectos, sostiene Sáenz, a pesar de manejarse en ese contexto, busca una identidad propia más cercana a la arquitectura sudamericana y europea, aunque ya no existen fronteras para esta nueva arquitectura que crece en las grandes ciudades. . “Serenidad, fuerza, trazos audaces, son características de esa arquitectura.”
El libro Mallol arquitectos, es más que un muestrario de proyectos y realizaciones, sus 303 páginas indagan el espacio de un país del Caribe, tropical, luminoso, de exuberante vegetación, allí resuelven los proyectos una arquitectura puntual, sustentada en los cánones internacionales, diseños vanguardistas, que exploran las nuevas tendencias.

UN LIBRO IMAGINARIO EN BOGOTÁ
Bogotá no era la sombra de la ciudad que había dejado años atrás, desordenada, llena de kioscos sobre las aceras, espacios públicos abandonados, un escenario realmente caótico con avenidas repletas de vehículos, bastante agresiva para el peatón y los vehículos de dos ruedas. Juan Carlos Sáenz, Director del área de Diseño de Mallol &Mallol, nos había programado unas visitas a lugares relevantes que nos mostrarían la nueva Bogotá. Volvería a ejercer con nosotros la docencia que desempeñó en la Universidad Nacional en los años 90. Toda ciudad, creo, necesita de un Cicerone y Virgilio, llenos de conocimiento y pasión ciega por los espacios y las áreas deslumbrantes, como los sitios casuales que invitan al ojo y observación. La arquitectura no siempre es lo que queda frente al ojo, hay lugares que fueron diseñados para ser buscados y vividos en su textura, espacio, luz, en la intensidad de lo que le habita. Juan Carlos Sáenz, define el diseño como un Arte que nace cubierto de silencio, una manera de entrar en los espacios como un buzo que busca la luz en las profundidades marinas y sabe que los espacios están justos aún en los sitios sin límites. Un libro es la memoria de un tiempo, una época, suscribe con sus imágenes y palabras una época no más allá de la historia que relata y describe. Las páginas perduran por lo que aún dice la obra y nos refleja su contenido.
Los arquitectos llegaron con un libro imaginario a Bogotá a confrontar ideas con el que se diseñaba en la Editorial Gamma. Los libros artísticos cambian por época, respiran según las nuevas tendencias conceptuales, porque el Arte tiene la virtud del movimiento y cambio, la aspiración de la duda. Un primer vistazo a la primera armada, exigió repensar el libro, porque además el futuro estaba cargado de nuevos proyectos innovadores que cambiarían radicalmente la dimensión de la obra y la evolución arquitectónica del Estudio. El recorrido por la capital colombiana desapareció como por arte de magia, todos fuimos absorbidos como por una pajilla en un cuarto de diseño, donde las paredes blancas se transformaron en el gran espejo de la nueva armada y cara del libro. Sus cientos de páginas y múltiples combinaciones tomaron la forma de un gran mosaico, nunca nada definitivo, porque faltaban proyectos, y las paredes reflejaban movimientos febriles de unas 270 imágenes y textos que cambiaban de sitio buscando una secuencia, una mirada de la nueva arquitectura panameña. Bogotá se circunscribiría a este espacio habitado por las páginas de la nueva versión y unos cuantos magníficos restaurantes, además de unos cortos viajes por las proximidades del sitio, donde el ventanal de la ciudad nos permitía ver el magnífico Monserrate, cerro tutelar de Bogotá. Vimos fragmentos de la Colombia mítica del arquitecto Salmona y el ladrillo que viste de rojo, con todas sus variantes, partes de la capital colombiana, material que la caracteriza y destaca arquitectónicamente. Siempre he pensado que la ciudad le rinde homenajes a los arquitectos cuando los trabajos fueron bien hechos y del nuevo espacio recreado, fluye vida, surge una nueva atmósfera. Caminamos bajo este nuevo tiempo y los pasos resonaban en la futura memoria, las páginas del libro que se armaba y desarmaba.

PROYECTOS EMBLEMÁTICOS EN CIUDAD DE PANAMÁ
Había que reflejar en el libro, los distintos periodos creativos de la empresa durante un cuarto de siglo, desde sus orígenes en 1985 a la fecha, marcando los diferentes momentos, etapas, y tendencias, hasta encontrar una identidad por la cual es reconocida en la actualidad como una de las más importantes de la región por la calidad de sus proyectos. El trabajo de la compañía se caracteriza por edificaciones emblemáticas convertidas en puntos de referencia obligados, en una ciudad en que las direcciones prácticamente no existen. Norteamericanos y españoles han vuelto a descubrir Panamá como un sitio para edificar y vivir, una ciudad que ha basado tradicionalmente su existencia en el tránsito, comercio, servicios, como punto estratégico para la circulación de personas y mercancías desde la conquista española con las ricas Ferias de Portobelo, en el Atlántico istmeño. La arquitectura es también este tránsito de épocas, cultura, trasvasije de fronteras, ideas, porque se profundiza en los viajes, libros, observación en todas las direcciones y puntos cardinales.
Dejamos Bogotá con una idea clara: el libro está comenzando a tomar forma, tres años de un ejercicio eficaz, pero no suficiente. Había surgido un nuevo libro, otra concepción temática y de diseño. Repensar era la palabra más exacta para definir la nueva etapa que venía. No se trataba de un catálogo de proyectos, un volumen lleno de fotografías bien presentadas o de un documento que registrara la vida y obra de un Estudio de arquitectura. Papel, tipografía, un nuevo diseño era el reto posterior a estos 36 meses de búsqueda, recolección de materiales, disposición de ellos, y todo un trabajo crítico de forma y estilo, que transforman cualquier obra eminentemente visual. Nos vinimos con la imagen de la pared tapizada de fotografías y textos en las dos paredes, sin una definición clara, porque las páginas cambiaban de sitios, algunos espacios quedaban vacíos, con un signo de interrogación, otros, porque en verdad se estaba haciendo un libro que aun desconocíamos. Ese es el mejor punto de partida para hacer algo diferente, no estar de acuerdo con lo hecho. La ciudad nos recibió al regreso con una lluvia bíblica, un verdadero temporal, quizás para borrar el tiempo perdido y reiniciar otro, como el cuestionario de Proust.
Pasaron unos meses y se integró el diseñador colombiano Hernán Santos, con una vasta experiencia y conocimiento en la edición de libros y fotografía. El libro buscaba un aire propio, había que recorrer otro camino, dejar las viejas y tradicionales paralelas. Se entró en una nueva etapa para revisar lo andado, incorporar nuevos proyectos, enfocar de otra manera y definitivamente ganó el color, el libro incorporó nuevas páginas, privilegió una nueva dimensión, orden, adquirió su cuerpo definitivo, el temple que debe tener toda obra, antesala a una invitación de su lectura y revisión visual.
La condición portuaria, transitista, le ha permitido a Panamá mirar distintos mundos y contar con profesionales extranjeros. Mosaico de razas, país cosmopolita, lugar de encuentro, sitio de convenciones, un país estratégico e históricamente visitado. Un país abierto, de encrucijada. Influencias de norte y sur. La arquitectura es un reflejo de la historia. Los hechos son arquitectos permanentes de la historia. Se erige una nueva ciudad ante nosotros. El más formidable período de construcción de lo nuevo, grandes rascacielos, complejos turísticos, sitios residenciales, edificios loft, la ciudad es un nuevo desafío y reclama un mejor destino.
Rolando Gabrielli©2007


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