martes, febrero 01, 2011

El ataúd de oro de Zsa Zsa/desde/ El Sótano kafkiano

Ya no quedaba nadie. Un silencio estremecedor. Los ratones quietos de las computadoras. Algunas pantallas intermitentes. El negro oscuro del Sòtano pintado de negro imperturbable en la noche negra, de vagas luces  indirectas titilantes. Del niño que aparece  algunas noches, no he tenido noticias. Esos ruidos fantasmas, la voz apagada del espìritu. Estoy detràs de una gran vitrina. Ni el eco de los pasos de los clientes. Mujeres con sus tacos agujas. Traen  su olor de los aeropuertos en los trajes. Risas, conversaciones de pasillos, gestos, celulares rabiosos, citas, besos en la recepciòn. Todo fue, dejò de flotar, se evaporò en el dìa. La rutina se marchò. Los dìas aguantan las horas que tienen.  La ciudad ardía sobre el Sòtano. Un verano esplèndido, para tuberculosos. Sòlo estaba solo  Rolando Denver. Limbo city era una vaga presencia en el atardecer. La mejor hora para  olvidar la realidad. Esa manera espantosa de vivir el presente o ese ejercicio de la retòrica diaria. Alguien le puso nombre a los días y tiempo al tiempo. La filosofía es un sustituto de la vida. Casi es mejor improvisar. Recorrer los cementerios sin la pretensiòn de quedarse. Reír frente al bosque. No besarse en los automòviles contaminados. Caminar siempre al revès del destino dejer que el trèbol de cuatro hojas llegue sin buscarlo como la mujer amada. Basta que la memoria pueda retener un buen paisaje. ¿Reciclar es la consigna?, pero con los ojos abiertos. El Sótano se mira asimismo desde lo profundo. No es tan ingenuo. Sabe ocupar su lugar. Discreto. Ofrece el sitio para que  nosotros construyamos. Le doy un vistazo a este animal solitario y oscuro, que casi camina cabizbajo, no sé, como un mamut prisionero y me dan ganas de  darle una palmada en la espalda. Es fiel a su lugar, en él no existe el no lugar tan acomodaticio, filosófico, esquivo, existencial, anàrquico, exquisito. El Sótano respira màs aliviado, todos subieron a la superficie. Sintiò el pie salir del último escalón. Ambas escaleras quedaron subiendo y bajando solas. Ida y vuelta.  La noche con el cielo limpio del mediodía. La memoria repasa el dìa. La noche le da vuelta a la noche. Una rueda oscura gira como si conociera el camino. Una vuelta màs y la noche avanza.¿Cuàl serà la que anuncia el amanecer? ¿Traerà tu rostro frente al mar? ¿El Sótano ignora el tiempo? ¿Deja una puerta abierta a la memoria? Escucha dice cuando el silencio es lo ùnico aparetemente real. Zsa Za Zsa, como si la abeja reina dorada se fuera despidiendo de su panal. Un rumor de azucenas frìas y voces que no son murmullos, sino pequeños espejos de otras lenguas. Zsa Zsa, un alfilel clava la mariposa. En el circuito posible y  porbable de El Sòtano, donde toda  realidad se reduce al espacio de la imaginaciòn, veo pasar el ataùd de oro de Zsa Zsa Gabor, la diva que arrodillò a Hollywood y a los 9 magnates  que le adoraron  de uno en uno. Fiel a su corona, nos deja que su belleza se despida lentamente para no opacar la Belleza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un clima interesante que se narra en el sòtano, ese espacio en sì mismo es kafkiano, pero en Limbo City, la humedad, la selva, toma algo de lagartija, de siesta y mutaciòn jajaja.
Los dìas que transcurren....buscar metas...dejar que los hallazgos vengan por sì solos....el afuera/el adentro. Una suerte de viajero .... Zsa Zsa ....un sonido? un significante onomatopèyico....algo vital en medio de lo apacible. Debes ver las escaleras del plàstico Escher.....son suertes de autopistas, "autovidas", que se alargan, se cortan, bajan, suben...