La palabra que no está escrita,
se la lleva el eco de la historia,
es como un pez bocabajo,
sin respiración,
puede llegar a ser
una arenga formidable
o una triste agonía.
Vienen del mar las palabras,
igual que el pez,
de esa inmensidad,
pero si mueren en la orilla,
será un nacimiento fallido,
como la larva que asoma
sin transformarse
en mariposa y volará libre,
en la belleza de la imaginación
de sus alas.
Rolando Gabrielli2025
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