No hay
palabras, Lector,
bien sabes
de qué hablo
y qué no
digo.
Una mosca
revolotea
esta mañana
al desayuno,
la ignoro
para no pelear
y el
zumbido se apodera
domina la
impasible escena.
Bastaría
dar un manotazo,
quizás, y
nada seguiría igual,
pero es tan
falso,
como que no
vendría otra mosca
a ocupar su
lugar.
Rolando Gabrielli2025
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