Tú eres la sin par,
mi folletín del
atardecer,
musa soleada en el
rojo espejo.
Te recuerdo en una
taberna
y sólo se ve
nieve,
una nube
imaginaria
de una Catedral
que asciende.
Qué esperas ángel
para volar,
soy el agua
adivinada
en el bautizo de
tu mano.
Un búho que arroja
sus ojos,
en el pozo de
un hilo sin punta,
que crece en la
noche del poema.
Rolando Gabrielli2025
1 comentario:
Que belleza de poema. En estos días estuve pensando en S, tu gran amor , que importante haber vivido algo tan hermoso para ambos.
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