martes, enero 31, 2006

BLOG, BITÁCORA, DIARIO. Las ciudades reciclan su futuro















BLOG, BITÁCORA, DIARIO
(Bigger than life?)


Rolando Gabrielli©2006

En esta loca carrera de la competencia por llegar a algún lado primero, yo sigo creyendo en la voz del río. El silencio de su cálido verano, la corriente de su invierno. No hay más que dos estaciones en el lugar que habito en este mismo río. En la estación seca, las hojas del bosque envuelven al río y no deja de ser un secreto acuerdo entre estos dos grandes poderes. ¿No hay misterio en la golosina del tiempo? Enero se despide del calendario con una prisa algo calculada por la sombra de sus días. El verano sopla en el trópico. Estoy sentado en el Lobby del Hotel El Panamá, espacioso, cruzado por la brisa, tropicalísimo en la luz. Construido a mitad del siglo pasado, el antiguo hotel, lujo del espacio, permanece adivinado por los espejos del tiempo. Cuando ingresé en medio del bullicio del comercio callejero y el voceo de los taxistas, escuché nítido: Mr. Más extranjero que yo mismo, lo miré con un dejo de recién llegado. Paso frente al gran Casino Fiesta que franquea el Hotel con otro hotel y sus nuevas palmeras que se iluminan en la noche. La vía se llama Veneto. Hey, Mr, insiste el hombre de color con voz potente Caribe. Le sonrío, alzo una mano, como diciéndole soy de aquí, y no es tan cierto, de allá, y tampoco. Como entrar en detalle. La ciudad ha cambiado y no. La zona está rodeada de casinos, hoteles, comercio, gente, y en el Lobby veo los toros de la barrera con un ambiente de brisas cálidas, hermosas mujeres, una película sobre la ciudad que se erige en numerosos rascacielos sobre el mar. Yo, sigo igual. Only you, tarareo, sin que esté de moda. La informalidad de los turistas, sus pasos descomplicados, el tiempo cruza lentamente y no he escuchado un celular en 20 minutos. Los botones permanecen como estatuas hasta tanto no tienen que trasladar las maletas de los visitantes. La ciudad fuera del Hotel es otra realidad. Prefiero pasear frente a la piscina azul con sus recamaras casi al pie del agua, separadas por un antejardín y el bar bullicioso que en las noches se anima. Ambiente relajado, rostros de satisfacción, pienso en los altos cielorrasos de los cuartos del Hotel El Panamá, sus recámaras espléndidas, colosales, por donde desfilaron muchos presidentes y hombres importantes en el pasado siglo. En sus mesas de noche la fruta tropical jugosa y desconocían por completo el celular y tal vez los primeros años, el televisor. Sólo noticias esporádicas entraban a sus lujosos cuartos. La cena o un buen desayuno, tal vez la cita hacia alguna reunión. El Hotel El Panamá contaba con una zona boscosa en sus faldas. Todo eso ya desapareció. La Avenida España, que pasa por frente de sus jardines, quema carburante, humo, bullicio. La ciudad respira como puede y se asfixia a su manera, sopla y resopla. Voy a un seminario sobre Los Edificios Altos en Panamá. Los rascacielos. Esos gigantes de Chicago, Nueva York, Los Ángeles, de Dubai, Singapur, Tokio, Hong Kong, Shangai, Kuala Lampur, Sydney, Barcelona, Londres, que tienen por techo el cielo y que saben que en algún lugar del planeta alguien ascenderá un peldaño más de su larga, infinita escalera. En Panamá suman 237 los edificios altos. Un récord para una ciudad de un millón de habitantes. Y hay un boom en su construcción. La silueta de la ciudad pareciera cambiar cada noche. Ya no es el mismo encuadre. Alguien se subió unos pisos más en algún punto de la ciudad de preferencia frente al mar. Vienen Torres espectaculares para la ciudad de Panamá. ICE Tower, tendrá 102 pisos de apartamentos. Algo insólito en la arquitectura mundial. Un edificio para dialogar con las estrellas frente al Océano Pacífico. La cara azul de ciudad de Panamá. Planetarium, es otro de los rascacielos ya en diseño, y que contará con dos torres: una de 72 pisos y otra de 82, unidas como las famosos Petronas por unos anillos de acero. A mi lado en el seminario, el Ingeniero griego Sócrates Ioannides, unos de los constructores de Las Petronas, agita su cabeza de Einstein, blanca, grande y la mirada alerta. Me confiesa, que esas maravillosas Torres costaron mil millones de dólares y ocupan 150 mil metros cuadrados de superficie. Se elevan sobre 450 metros de altura. La arquitectura es noticia en Panamá, como en las grandes capitales que construyen sus íconos para embellecerlas, atraer a los visitantes y convertir el diseño en una nueva religión postmoderna. El canadiense Frank Ghery inició con su museo en Bilbao, el Guggenheim, esta nueva percepción de la arquitectura con un valor agregado, puesta en ad valorem, para el sitio donde se construye la edificación que rompe todos los moldes del pasado y se anima aventurar con su expresión estética, mensaje, impronta, en medio de las personas que la convertirán en icono, punto de encuentro, reunión y convocatoria de los sentidos. Los íconos tienen el peso del futuro, son las nuevas catedrales, son los templos sagrados de la modernidad, el gran espacio de todos. Para algunos, castillos en el aire, lujo de los nuevos tiempos, delirio de la belleza, del arte y de la tecnología, y un poco más. Pero ya fueron construidos. Nos miran desde sus alturas como pigmeos, con sus grandes gafas de cristales y nos invitan a soñarlos, disfrutarlos, a palpar su piel de hierro, cemento, sus secretos rincones y distancias, la altura de sus pasiones. ¿Nacieron para encantar nuestro dorado ocio? Nos sobrevivirán, sin duda, están hechos de acero y sueños. Y los sueños son tan tenaces como la esperanza. Los iconos nacen de la mano de los grandes arquitectos: Piano, Calatrava, Ghery, Nouvel, Foster, César Pelli y otros Estudios que diseñan la arquitectura global. Tomo algunos apuntes en mi Blog desde esta cosmopolita ciudad, que tiene en fila una docena de edificios entre 40 y 102 pisos. Es un hecho que la arquitectura es noticia porque la ciudad tendrá que adaptar una nueva infraestructura para brindar servicios básicos a estos gigantes que se tomarán el cielo. De hecho, vienen cambios en el transporte urbano. Un paso absolutamente urgente y necesario. Se transforma el paisaje de la ciudad. Las ciudades reciclan su futuro. Aquí concentramos casi todo. Desde la felicidad a la neurosis. El estrés. La educación y los vicios, el deporte. La ciudad nos alimenta como a Rómulo y Remo. Loba de nosotros mismos, un pelo en el gran edificio de la red urbana.




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