domingo, octubre 24, 2010

 Eugenio Ionesco,  padre del absurdo, sabièndose ademàs que la realidad lo es màs que cualquier enunciado teòrico, el absurdo de los absurdos, me visita esta  madrugada en la memoria.  Cae el autor de Las sillas, en el insomnio,  bajo un aguacero que el tròpico  enfatiza en su capacidad ùnica de de revitalizar la naturaleza. 
Año 66, en un gran auditorium de la Universidad de Chile, leemos a Ionesco, La Cantante calva, Las Sillas,   El Rinoceronte. El silencio, la risa, la banalidad, otro espejo de lo real. 
No sè, pero Ionesco se aparece como si danzara silencioso entre las sillas y las carcajadas subieran hasta la copa de un àrbol que en un par de horas buscarà el sol. Veo a mis compañeros de juego poètico en la  Universidad y las sillas vacìas avanzar sin tiempo como si viajaran a alguna isla a buscar reposo.
Ciertamente Ionesco era un genio, lo sigue siendo a travès de su obra. Sabe amontonar sillas vacias en el subsconciente  del lector-espectador y puede que le invite a ocupar el silencio, con lo bien que se siente una  silla en sus mùltiples sentidos. ¿Una silla frente a otra, se sientan  en la realidad? ¿Es un monòlogo de las cuatro patas? Todo ocurre en una isla. ¿Vivimos siempre en una isla juntos - aislados? ¿O quedamos allì escritos sin palabras junto al mar? ¿Es un lugar para levantar castillos de arena? ¿Cualquiera puede borrarlos de un manotazo o sòlo es cuestiòn de tiempo, èl se encargarà? Armamos con la cabeza y desbaratamos con los pies. ¿La comunicaciòn es un altavoz sin sonidos ni palabras?
Ionesco sabe de sillas silenciosas y de un mundo absurdo. pero la madrugada se llena en el tròpico de hormigas reales. Entran por el orificio de una conexiòn alàmbrica con el exterior de una alarma y transitan  vertiginosas por el sendero de los azulejos de la cocina. Van y vienen por la noche, que es su sueño y vida, alguna cadena alimenticia que inventan en la sobrevivencia. ¿Otro plano inclinado del absurdo? Con su oficio rutinario desvelan hasta la noche. Me pregunto si Ionesco habrà ocupado todas las palabras que tenìa en su  maleta para hacer màs silencio. Hay tantos trucos en la vida para  no decir nada y todo.
Ionesco y Parra son dos grandes còmicos de nuestro tiempo. ¿Quièn invitò a Ionesco a Chile? ¿Por què lo invitaron? No lo recuerdo, si llegò en paracaìdas o  aviòn. No creo tenga alguna importancia. Fue en tiempos de  la Unidad Popular, bajo el gobierno de  Salvador Allende. Parra estaba enfrentado con dientes y muelas al establecimiento izquierdista chileno. Lo recuerdo enjaulado en esa realidad. Ionesco estaba en Chile y Chile estaba en su propia realidad. Quizàs lo invitò la realidad. Pero el rumano -francès que  hablaba de la incomunicaciòn, de la absurda realidad, de lo imposible de entendernos, estaba ahì en su propio campanario.
Santiago estaba agitado.

No hay comentarios.: