viernes, noviembre 26, 2010

En ocasiones me preguntan lo bàsico sobre  el arte de la escritura, el oficio, sus misterios, las razones de adentrarse en los signos màs comunes de intercambio verbal: las palabras y sus juegos. Son los jòvenes, como es de esperar, los màs curiosos, inquietos y seducidos por el enigma del quehacer literario, què hay detràs del impulso que traza, elabora, forcejea, construye, "crea" una obra, un poema. Se forcejea con el verbo y la palabra. Ser joven es equiparable a la hoja en blanco que enfrenta todo escritor como un abismo, vèrtigo, un oficio que puede mostrar  gestos de permanente adolescencia con mariposas en el estòmago,

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