martes, agosto 20, 2019

Libre de Libertad

Mi novia era camarera,
leía a Kafka y Alejandra Pizarnik,
limpiaba  los baños de un hotel
en Nueva York,
era alegre, frágil, soñadora,
olía a agua de manantial
y todo su mundo
se reducía a ser feliz.
El sueño americano,
en esos días,
dormía plácidamente
en una habitación
del Waldorf Astorias.
Los espaldas mojadas
cruzaban el río Bravo
y se internaban e los campos agrícolas
como hormigas sin papeles.
Llegaba  del Sur a la gran nación,
siempre quiso ser feliz
y no dejó de buscar el camino.
Estuve allí un largo tiempo,
en su mente y sus días ácidos,
ya no era camarera,
conservaba un cuerpo juvenil
y una risa iluminada.
Su amor no era convencional,
sus lecturas, viajes infinitos,
sin brújula previa.
La música Pop,
ocupaba sus sentidos
por las carreteras libres 
de Libertad.
Rolando Gabrielli©2019

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