miércoles, julio 25, 2007









"Termino de leer lo tuyo sobre Frida, impecable, con respeto hacia su figura. Cuando miro su obra pienso en una ètica del deseo donde Frida puso el cuerpo como marca de su padecimiento subjetivo, manifestándolo en su arte-sìntoma, causa de sus significantes para nada artificiales, puros, sin metàfora, hacia un real que no pretende puentes simbòlicos. Frida aniquilò las metàforas y se instalò en la metonimia de su sufrimiento, a decir con las manos, con la sangre, con la ausencia, de un objeto A con mayùsculas, de un Otro cuyo semblante ocupaba el señor Rivera, el señor espera, el que la hacìa gozar en esa particular neurosis de no dar todo para salvaguardar la demanda de amor. Si entrego todo...que vas a pedirme..?... condiciòn del Amor-pasiòn la demanda que se instala a funcionar como una lengua que busca agua en el desierto. El universo Frida, es el planeta femenino que marca un estilo de posiciòn frente al Otro que es Mito, Frida formando parte de esa constelaciòn Rivera, apareciendo en sus murales, pequeña pero presente, indìgena, polìtica, devota del hombre, en un segundo plano como la filmografìa de Eiseinstein. Frida y su acorazado, un puñal en el centro del narcisimo humano, una màquina de sufrir, una coordenada de ilusiòn/desilusiòn que terminò siendo un emblema." Marcela.

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