lunes, agosto 25, 2025

No sé en qué podría inspirarme en estos tiempos/I don’t know what could inspire me these days

 

No sé en qué podría inspirarme en estos tiempos

vi a mis maestros leer como monjes medievales,

buscar la piedra filosofal y practicar la alquimia del verbo

en cuartos miserables, parques públicos, bares

y leer sus poemas en los auditórium de las universidades,

escribir en servilletas, libretas ordinarias, poemas magníficos.

Viajaban cófrades de un mismo espíritu

por las provincias y alguna vez me uní a ellos

para vivir el encanto de lo desconocido,

 lo que suelen revelar las palabras

y saqué grandes enseñanzas

Los vi con mis propios ojos

hacer un trabajo de relojería

 con las palabras, con tal precisión,

interpretando los tiempos a su manera.

No sé si llegaron muy lejos y se sintieron complacidos

de su esfuerzo por años sin que nadie se diera cuenta

y algunos quedaron en el camino de una supuesta salvación,

a merced de críticos y premios, becas y viajes esporádicos,

ese absurdo prestigio y fama restringida

a pequeños grupos, tribus que hablaban su propio idioma

y pienso que eran felices, eso sí es importante.

 2

La juventud y el reino de las palabras resultan ser

caminos enigmáticos y tentadores, por más inciertos

que se sepan de antemano por repetidos.

No sé en qué me pueda inspirar en estos tiempos,

que no sea recorrer caminos de ripio,

recoger la hojarasca del patio de mi casa,

no poner atención al mal tiempo,

 algo que no lo resuelve un paraguas

o salir más temprano de casa.

Todo es inestable para la meteorología,

el hombre no vislumbra siquiera

su propio horizonte catastrófico.

Rolando Gabrielli2025

1

I don’t know what could inspire me these days.

I saw my teachers read like medieval monks,
searching for the philosopher’s stone,
practicing the alchemy of the verb
in miserable rooms, public parks, bars,
reading their poems in university auditoriums,
writing magnificent poems
on napkins, ordinary notebooks.

They traveled—brothers of the same spirit—
through the provinces,
and once I joined them
to live the enchantment of the unknown,
what words often reveal.
I learned great lessons.

I saw with my own eyes
how they worked like watchmakers
with words, with such precision,
interpreting the times in their own way.

I don’t know if they got very far
or felt pleased
with years of effort unnoticed by anyone.

Some got lost
on the path of supposed salvation,
at the mercy of critics, prizes, grants, and sporadic trips,
that absurd prestige and fame
restricted to small groups—tribes speaking their own language.

And I think they were happy—
that, at least, matters.

2

Youth and the realm of words
turn out to be
enigmatic and tempting paths,
no matter how uncertain
they are known to be from the start,
repeatedly so.

I don’t know what could inspire me now,
except to walk gravel roads,
gather the dead leaves from my yard,
ignore bad weather—
something no umbrella can fix—
or leave home earlier.

Everything is unstable for the weather forecast,
man doesn’t even glimpse
his own catastrophic horizon.

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