domingo, enero 13, 2008

Rosa o lápida, la Carta...






La Rosa que lastimó al Principito
El mensaje de las cartas son sus palabras, el texto sobre la memoria, pero el trasfondo es su urgencia, el corazón del amante y el riesgo de alguna empresa que lleva la misiva a algún destinatario. Una carta le roba el sueño a un enamorado y agita un corazón más allá del horizonte, aunque hay distancias cortas que suelen ser fulminantes. También las misivas cambian el curso de la guerra o terminan conflictos, suelen ser despedidas o audaces propuestas. Un papel que supera el miedo, salva una vida, un imperio, tal vez mantiene un amor lejano, incendia un corazón en la provincia más pura del amor o salda alguna cuenta, que no necesariamente tiene que ver con dinero o cosa material alguna. Una carta puede ser una lápida o una rosa encendida.
La epístola romántica rodó con ríos de lágrimas, fue escrita por quemantes yemas, corazones atribulados, afiebrados, perdidos literalmente o ganados por y para el amor irremediablemente. La carta no es una condición de persona alguna en especial, es más bien un viejo y recurrido recurso para expresar intimidad, cercanía y llegar directamente al destinatario y objetivo. Un simple papel doblado y encerrado en un sobre con el nombre y la dirección del destinario(a) y que sólo a dos suele interesar.
Cartas bajo el sello del compromiso eterno, escritas palabra por palabra, esan que pesan, que el tiempo convierte en más que ligeros gramos de papel. Llegan inflamadas a las manos, en llamas, por el amor o la guerra, arden por los cuatro costados de la flama. Hay cartas que ponen a temblar el papel y el rostro del destinatario, son el ojo del huracán que llevan sus palabras. Esquelas románticas que el viento de la histoporia las sigue soplando. Las palabras no mienten en las cartas de amor. Hay cartas que incluyen las espinas y las lágrimas.
París, donde el amor se ha dado cita unas cuantas veces a orillas del Sena, estáexhibiendo una muestra muy peculiar de Cartas de amor de algunos famosos. El amor no distingue entre razas, credos, distancias, ni sabe de obstáculos y suele desconocer el tiempo, que siempre es hoy, mañana, siempre. Los poetas quizás han escrito las más intensas, dramáticas, sublimes, suicidas y pasadas de modas epístolas. Pero no es facultad privativa de los bardos y la potencia de este pequeño manuscrito, su potencia radica en que la palabra puede partir de cualquier corazón anónimo.
Las cartas que se exhiben en París hablan del Corazón de Napoleón Bonaparte, Antoine de Saint- Exupéry, Edith Piaf, entre otros que hicieron historia, grandes escritores, el zar Alejandro II de Rusia, de todas las Rusias.
Napoleón, el emperador de Europa, general de tantas batallas en su caballo blanco, parte en campaña a Italia, y en sus palabras le dice a la inefable Josefina:"Es imposible estar más débil y degradado. Vuestros pensamientos envenenan mi vida, desgarran mi alma. Josefina bajaba a la tierra al tenaz conquistador, al infatigable Corso. El poderoso zar Alejandro II le decía a su amante, Katia y futura esposa: "Hola mi ángel, te quiero más que a la vida y tu adorable carta de anoche, que vengo de recibir y de leer con pasión y con felicidad, me volvió loco". La nieve se derretía en el Kremlin, en el invierno más crudo de Rusia. Nathalie Paley le escribía al poeta y dramaturgo Jean Cocteau: "Yo también, mi amor, en todas partes y siempre"Edith Piaf a su amante, el boxeador Marcel Cerdan:"Es raro. No tengo reflejos, ni ideas, nada. Me parezco a alguien que espera un acontecimiento. En el lugar de mi corazón existe una angustia, una pena. ¡Mi amorcito, mi amorcito cómo te quiero, es una locura e inquietante! Hoy debía ensayar pero no tengo fuerzas. Prefiero estar sola. Cancelé todas mis citas porque la gente habla y me impide estar contigo"
Las cartas tienen alas, fuego, sueños, palabras, palabras. Las epístolas dicen, cuentan, reflejan sentimientos. Sello al sello del amor. Estelle Gaudry, funcionaria del museo donde se exhiben las cartas dijo que "el mensaje central de la exposición es que el amor puede encontrarse de diferentes formas, en diferentes objetos, y que las cartas tienen su importancia". Según Gaudry, quizás alguna vez haya una muestra con correos electrónicos o SMS sentimentales, "siempre que hayan sido guardados como una vieja carta de amor".
Lo más impactante de la muestra, sin duda, para mí y muchos tal vez, es que me entero que El Principito ha muerto.
La carta en el museo de la realidad de Saint Exupéry es más que dramática, reveladora. Es su última carta en el pleno sentido de la palabra y contenía dibujos de El Principito. La destinataria, mujer, una joven de 23 años, oficial del ejército francés, casada y embarazada. Era el último amor de Saint de Exupéry y no correspondido. El nombre d ela joven aún permanece bajo el anonimato. El autor de El Principito, empujado por el desprecio de la disciplinada oficial francesa, le escribió una misiva sin retorno, esas que no tienen bumeran. "No hay más Principito, hoy día ni jamás. El Principito está muerto o se volvió totalmente escéptico. Un Principito escéptico no es más un Principito. Estoy resentido con usted por estropearlo", escribió. "No habrá más cartas, teléfono ni señal. No fui prudente ni pensé que arriesgara pena, pero me lastimé en el rosal cogiendo una rosa. El rosal preguntará: ¿Qué importancia tenía para usted? Ninguna, rosal, ninguna. Nada importa en la vida. No más vida. Adiós rosal"
Saint-Exupéry desaparecería dos meses después cuando pilotaba un avión sobre Francia, en una misión de reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial. Rolando Gabrielli©2008

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