domingo, marzo 04, 2012

Los muerciélagos del bosque


La naturaleza humana es màs preocupante que la flora y fauna. Sin estas dos últimas no podríamos vivir, y sin embargo, el bípedo erecto se las ingenía para arrasar todo a su paso como el troglodita amo de la modernidad y su entorno. Gracioso personaje este ser que no tiene límites en sus andanzas y sale de su órbita terrena  cuantas veces le parece necesario. Curiosa su hegemonía sobre todo lo que circula, vive, existe, forma parte del planeta tierra, cuyo techo màs próximo  son las nubes. Construye sueños y artefactos de guerra para cumplir con esos sueños de dominio de lo desconocido y someter a sus semejantes, por unas cuantas ideas que considera de bàsico acatamiento. Codicioso, avaro, usurero, y puede llegar a ser poeta, este maravilloso personaje, que tiene "dos sexos oficiales", uno masculino y otro femenino, y que sueña con grandes cosas, poder, lujos, diversiòn, fama y hasta la inmortalidad si le fuera posible. A veces se comporta como un asesino, una rata asustada, espía, comerciante, inquisidor, dulce, profético, generoso, dialogante, observador, planificador, austero, amable, y puede llegar a ser un buen padre de familia aunque esté pensando en una invasión a un lugar llamado oscuro del planeta.
Tiene muchos recursos su vasta personalidad, desde la amistad sin condiciones, como debe ser, a la traición inesperada, como debe ser también de acuerdo a las reglas del mercado de la palabra subastada. Hombre, camina en dos pies, tiene dos brazos, una cabeza con su cuello sobre los hombros, ríe, canta, llora, camina, se eneferma y muere. Es capaz de ejercer la solidaridad, cada día menos, pero puede llegar a hacerlo si se esfuerza. Ama a las personas, cosas, objetos valiosos, el dinero, todo lo que le hace felíz, poderoso, único, respetable y cuando se lo propone, deja descendientes. Tiene tanta fe en sí mismo que la ha perdido. Es capaz de matar a su propia madre o padre. Tiene un poder letal casi envidiable. Uno de los enigmas que no ha podido resolver es como tropieza una y mil veces sobre la misma piedra, y al tiempo vuelve a hacerlo. Es un animal maravilloso por todo esto y màs. Sería infinito adjetivarlo, documentarlo, recrearlo, mostrarlo en una gran vitrina para que todo el mundo se reconociera en él, un espejo transparente de la especie. El mismo se bautizó como Homo  Sapiens. Un presumido de primera porque se paró en dos pies en algún momento.
Su historia en el universo es  muy breve, pero lo que voy a contar lo es màs aún. Aún no sabe de dónde viene y para dónde va y yo agregaría, que hace aquí. Y sueña con otros mundos, porque éste no le alcanza y sabe que algún día lo aniquilará. Es mejor partir y cerrar la puerta. Ser fantasioso, aún no se cree rey del universo, pero poco le falta.
Detrás del muro de mi casa hay un enorme árbol, que preside esta historia, llamado Espave y que forma parte de la reserva  del Parque Metropolitano, nace de un río  llamado Curundú y  debe tener unos 70 años. Por su dimensión, vota hojas en el verano de una manera sorprendente, época que es como el otoño en los climas templados. Cada  verano devuelvo al bosque sus miles de hojas que me deja caer en el patio. Me parece un ejercicio y juego entretenido, entre la naturaleza y el suscrito. Tenemos como un código tácito de aceptación mutua. Es un árbol que necesita sol para crecer y su tronco es recto. Lo hace preferentemente junto a los ríos, como el que preside el lugar que habito.
Lo cierto es que hace un tiempo, un vecino me dijo, que ese árbol había que echarlo abajo. "Ese palo no está bien ahí". "Es el que atrae los murciélagos, que hay que matar". Yo, le miraba al rostro sin palabras, atónito. Demostraba un convencimiento, conocimiento real del problema sin derecho a discusión. El día estaba aplastante pero estaba dispuesto a escucharle sus argumentos y enfoques sobre un problema de dimensión tropical. Me dije, para mis adentros, Ecce homo, sí, este es el hombre.
Me acordé en silencio de la invasión de murciélagos que tuve en el entretecho de mi casa. En las noches los escuchaba revolotear, desplazarse ciega o videntemente en la oscuridad. Habían ingresado por una celosía rota y se habían instalado. Los murciélagos no son ciegos. Cerca del bosque iban y venían. Un día funcionó un experimento con una bomba de humo y se dispersaron y se volvió a cerrar la celosía con una malla protectora.
Lo que poco se sabe de los murciélagos, tan calumniados, es que son vitales para el ecosistema y la permanencia de los bosques. Suelen controlar plagas de insectos y dispersan  de semillas que traerán frutos y árboles en los bosques. Son útiles verdaderamente los murciélagos y forman parte de la cadena ecológica, son un eslabón vital.
El vecino estaba entusiasmado con su idea. Me solicitó que le acompañara en su proeza de derribar el Espave. Me vi con una cierra cortándole la cabeza, para que esas ideas ya no  existieran. Pero optè por proponerle un trato: cuando elimine las cucarachas, hormigas y moscas, le dije, le acompaño en esta campaña de exterminio de los murciélagos.
No sé la verdad si entendió el mensaje, pero no me volvió a hablar màs del tema.
Los conquistadores españoles creían que la selva era un jardín. Tenían una mentalidad muy distinta a lo que es convivir con el trópico. Vida y muerte es el lema de la naturaleza tropical, pero todo ocurre en silencio, como suceden las grandes transformaciones, las  verdaderamente importantes y duraderas.
De vez en cuando me encuentro con un murciélago que ha entrado por algún resquicio y le  abro la puerta para que vuele a la oscuridad y polinice el bosque.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno este texto. Eco-filosòfico.!!!!! podrìas publicar en revistas de ecologìa, ademàs de todo lo ya publicado.