martes, junio 20, 2006




“ No Tengo el regalo, ni de la palabra hablada, ni escrita, especialmente si tengo que decir algo sobre me o mi trabajo. Quienquiera desee saber algo sobre mí - como artista, la única cosa notable ought mirar cuidadosamente mis cuadros e intentar y considerar en ellos cuáles soy y lo que deseo hacer.” Gustav Klimt
Un cosmetólogo decidió con su fortuna que un cuadro de Gustav Klimt, que vivió una odisea en manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, se haya convertido en la obra pictórica más cara del planeta. La cifra, de 135 millones de dólares y el nombre del comprador, Ronald S. Lauder, los reveló The New York Time, porque el óleo del pintor austriaco estará desde el mes próximo para la exhibición del público en Neue Galerie, propietaria de la obra. El Retrato de Adele Bloch-Bauer ,(1907), 138 x 138 cm, óleo y oro sobre lienzo, estuvo por años en el museo Austrian Gallery, de Viena. Ignoro que hubiese dicho Picasso, cuyo cuadro Muchacho con Pipa, era hasta ahora con 104 millones de dólares, la obra “más cara” hasta hace unos días. El mercado, los subastadores, comerciantes, la puja fenicia de las cosas materiales por el arte de magia del dinero, son los que imponen “estos cuadros”. Picasso y Klimt son grandes pintores indudablemente, pero igualmente diferentes, y es el ojo humano de la posteridad clavado quizás en el último lienzo de las futuras cavernas, el que decidirá. Ahora, continúa la subasta, vendrán, como en todos los tiempos, otras pinturas al mercado, antiguas y nuevas. ¿Cuánto costará La Gioconda? Algunos piensan que La última Cena costó 13 monedas de plata. A veces hasta los discípulos más fieles traicionan a su maestro, aunque ese concepto esté ahora en entredicho, 2 mil años después. Todo cambia, el gusto en el Arte, los valores, pero también todo lo bueno permanece, aquello que re- valoriza al hombre.
El mercado tiene sus porpios parámetros y medidas, los sueños deben seguir pintándolos los pintores en un lienzo como si el mercado no existiera, o como si fuera el último paisaje, hombre, objeto de la tierra. El sueño de un artista pone a soñar hasta el papel verde que lo valoriza por sobre, por debajo, por entre, por donde seaque el mercado busque su propio color. Los Museos tienen la virtud de devolvernos todo lo que el mercado nos quita. Finalmente lo que no tiene precio, es el Arte, y sobre todo, disfrutarlo, vivirlo.
Rolando Gabrielli©2006

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