miércoles, mayo 09, 2007









Siempre me pregunté: ¿Qué habrá detrás del horizonte? ¿Cómo sería cruzar la línea que separa a un país de otro? Imaginé el cielo de uno y otro lugar. No hay fórmulas para pensar tan lejos y olvidar el sitio infeliz que uno pisa. Se nace de parto y ahí se echan las primeras raíces. No es nuevo nadar en el útero de la historia. Cuando gané unos premios y mucho antes, solía reflexionar cómo sería imprimir un libro. Preguntas aparentemente tontas, curiosidad quizás de ver algo que pareciera escrito por otro. Papel/árbol/tierra/palabra/lector.
Un escritor escribe y publica, pensaba. Kafka ni Rulfo, pensaron lo mismo, porque le dieron vuelta al ovillo de la palabra. Adelantaron el futuro de alguna manera. Pasó el tiempo y Kafka se fue con la idea de una hoguera para sus libros inéditos, pero dejó palabras que hablaban de un futuro incendio cotidiano.
Los caminos de la literatura son kafkianos, rulfianos, y de muchas otras maneras, porque no existe un menú/manual global del escritor. Ni quien escribe sabe hacia donde lo conducirán sus propias palabras. Se sabe con seguridad que se escribe de izquierda a derecha en renglón horizontal la prosa y la poesía en un sentido vertical. Todo lo demás es literatura. Es todo lo que hay, papel y lápiz o la pantalla de un ordenador. En ambos casos se hace lo mismo, escribir, como ahora.
Hay muchas teorías de por qué un escritor es un incómodo, un aguafiestas, una persona "desajustada" a las normas del establecimiento y las critica de una u otra manera, hasta con su propia actitud. La literatura que ha perdurado en el tiempo nunca ha sido pasiva, permisiva, cómplice del orden establecido.
Al abandono del estado de sus responsabilidades culturales, se suma la ley del embudo del mercado y de esta manera el escritor ingresa con pasaje de ida al triángulo de las Bermudas. Es viejo el tratamiento de indiferencia, olvido, arrinconamiento y expulsión por parte de los estados a aquellos incómodos y trasgresores. Siempre habrá un lugar en el congelador para ellos. Pinochet marcó a muchos con una L en el pasaporte para que no pudieran regresar y a otros les quitó la nacionalidad. Inmovilizó la palabra el general. Periodistas, escritores, intelectuales se transformaron en judíos polacos errantes y algunos encontraron otras patrias, donde hicieron el resto de sus vidas y murieron. La historia está plagada de casos humillantes, aberrantes, que han puesto a oler mal la historia. Por eso huela más mal aun que estas mal paridas democracias nuestras sigan ahogando a escritores, hombres de letras, y les tiendan un cerco de mil y una maneras, les priven del necesario oficio para ejercer la vida. No hay razón de estado para quemar una página de un libro, empujar a un escritor fuera de sus fronteras, marginarlo porque no agita la bandera del oficialismo o paga su estadía en su país de origen con la retórica estatal.
Ninguna fotografía en este Blog es una casualidad. Sólo obsérvelas bien. Ellas se explican así mismas. Tienen su propio contenido. Ya veremos de qué nos hablan y qué nos quieren decir.
Quien pareciera protegerse del sol o buscar el horizonte perdido, es el escritor colombiano Fernando Vallejo, quien acaba de nacionalizarse mexicano, tras residir en ese país del norte por los últimos 36 años de su vida. El autor de La Virgen de los sicarios, premio Rómulo Gallegos, no sólo cambió de pasaporte como cualquier ciudadano que llena los requisitos para optar a la nacionalidad de otro país, sino que dijo: "Desde niño sabía que Colombia era un país asesino, el más asesino de la tierra, encabezando año tras año, imbatible, las estadísticas de la infamia. Después, por experiencia propia, fui entendiendo que además de asesino era atropellador y mezquino. Y cuando reeligieron a Uribe descubrí que era un país imbécil. Entonces solicité mi nacionalización en México, que me dieron la semana pasada".
Caracol Radio fue la primera en dar a conocer una carta de Vallejo de renuncia a su nacionalidad, el pasado domingo y el diario El Tiempo de Colombia recoge parte de ella, donde el escritor acusa a Colombia de haberle "cerrado las puertas para que me ganara la vida de una forma decente que no fuera en el Gobierno ni en la política, a los que desprecio, y me puso a dormir en la calle, tapándome con periódicos y junto a los desarrapados de la Carrera Séptima y a los perros abandonados, que desde entonces considero mis hermanos".
Vallejo es biólogo y cineasta, estudió en Italia, y en su misiva de adiós a Colombia, la calificó "como la mala patria que me cupo en suerte, acabó con mis sueños de cineasta".
Cuantas veces me ha podido atropellar Colombia, me ha atropellado".
Vallejo subrayó en su carta que fue demandado por un polémico artículo : "Hace un año me querían meter preso por un artículo que escribí en la revista SoHo señalando las contradicciones y las ridiculeces de los Evangelios. Eso dizque era un agravio a la religión y me demandaron. ¡Agravios a la religión en el país de la impunidad!
"Pero en lo que más se equivoca es en repudiar a Colombia por violenta y corrupta, para acogerse al escudo mexicano. México es un país extraordinario, pero su historia y su presente son, lamentablemente, aún más violentos y corruptos que los nuestros. En cuanto a su amor por los animales, le espera una desvelada labor en su nueva patria, pues, aparte de profesar México pasión por las riñas de gallos y las corridas de toros, son tristemente célebres sus sangrientas peleas de perros. "
El diario El Tiempo ha asumido aparentemente la defensa de la dignidad de Colombia y de ser colombiano, acusando a México de ser un país aun más corrupto que Colombia.
Bien hace en recordar el diario colombiano que en México han sido acogido cuatro escritores colombianos: Barba Jacob, Germán Pardo García, García Márquez y Álvaro Mutis. Sin contar, claro está, más de cinco millones de colombianos que viven Estados Unidos, Europa y Panamá. Y algunos otros millones que huyen de la violencia y deambulan por Colombia.
Si no nos damos cuenta, América latina es este corcho que flota de milagro y se hunde por pedazos de desamparo, olvido, la levedad de sus gobiernos son este pantano, sueño fantasmal.
La primera foto es de Fernando Vallejo y pareciera que se hace luz y sombra para mirar el horizonte, el futuro y predecirlo con base al pasado que es el presente, porque nada cambia del paisaje detrás de un florero. La visión de un escritor no suele ser idílica.
La segunda foto, es un trazador, propaganda del conocido 911 de Estados Unidos, esa urgencia famosa que siempre encuentra respuesta y alguna solución. A veces necesitamos llamar a alguien para que venga en nuestro socorro o tal vez sólo escuche una llamada. La solidaridad debiera existir no sólo en la desgracia, ese es el mensaje finalmente.
La tercera foto es el lector defecando en la Feria del Libro de Bogotá. Los estados, las empresas, diversas y muchas instituciones se "cagan" en la cultura y permanecen impávidos, y de paso en los escritores.
La cuarta foto podría ser una disyuntiva personal, cuando vengo de Causeway, auqnue sé que acvenida debo tomar. Ambas avenidas están acopladas en una suerte de destino y complemento. Los mártires existieron, son los del 9 de enero y esa avenida se llamó por décadas la 4 de julio. Los tiempos cambian. Los poetas, a la izquierda, cuando vengo del Causeway, no me conducen a mi paradero.
Pie de Página
Yo me saco el sombrero charro por México: le construyó estatuas en vida a Gabriela Mistral, la humillada del Valle de Elqui. Le ofreció a Neruda asilo y un avión en medio de su agonía y la de Chile. Escritores importantes han escrito grandes novelas y se han contaminado con su cultura, gente, el espinazo feroz del DF. Bolaño, García Márquez, Mutis, Malcon Lowry (Under Vulcano), Breton, Graham Greene, Ginsberg, Kerouac, D. H. Laurence. México no deja indiferente ni a la muerte.
Rolando Gabrielli☺©2007

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