sábado, marzo 25, 2006

ARGENTINA, HOY, NUNCA

No olvidar, madres,
es el día de la memoria,
marzo fatal en el 24, Sur,
la sombra herida de los muertos,
luz de los iluminados,
en el calendario de Argentina,
vienen con sus rojos ojos rojos,
noche de los desaparecidos,

días celestes, cada mañana
asesinan tu cuerpo Argentina.
Treinta blancos años
los pañuelos en la Plaza de Mayo,
madres, nadie muere en vano,
en el cristal de la memoria
no hay olvido, Argentina,
en esta clase magistral,
tus calles, los muertos hablan
con los desaparecidos
de sus derrotas, ausencia,
pero no del olvido.

Rolando Gabrielli©2006

EL SUR EXISTE

El Cono Sur se transformó en el confín del dolor, en las décadas de los 70 y 80. Los militares le destrozaron el espinazo a Chile, Uruguay y Argentina, el Cono Sur. Instalaron la casa matriz del infierno y después le arrancaron el alma a la propia sombra que con tanto esmero habían construido. Falsificaron la verdad, reinventaron el terror, proscribieron todas las libertades, trazaron y cumplieron una política de exterminio contra su propia población. Dieron muerte a la verdad. Mataron la vida. Desaparecieron hasta la muerte. Desde el espanto, promovieron la impunidad, un tiempo sin aliento. Torturaron, confinaron en campos de concentración, deportaron, despojaron de la nacionalidad, arrebataron los hijos de los vientres de sus madres y los donaron a familias de militares. Humillaron, despojaron y saquearon. Bordaberry, Pinochet, López Rega, Videla, la dictadura fue una institución del mal que contó con el apoyo de muchos civiles y también de gobiernos extranjeros. Primero Uruguay: 27 de junio de 1973: luego Chile, 11 de septiembre de 1973 y Argentina, 24 de marzo de 1976. Hubo genocidio literal y jurídicamente hablando. Socavaron los cimientos, dieron vuelta de campana las sociedades de los tres países y congelaron el alma, los sentimientos, la vida e hipotecaron la palabra solidaridad. Inventaron la sociedad de la desconfianza, un escenario de escalofrío, temor, ausencia, despertenencia, el anónimo vacío del día siguiente. Empobrecieron las raíces de la nacionalidad. Aniquilaron a su propia gente. Quemaron libros. Asesinaron el canto, prohibieron la palabra. Sus hazañas las encomendaron a Dios y también asesinaron a curas y monjas. ¿Nadie los vio? Rolando Gabrielli©2006

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