sábado, junio 24, 2006

PANAMA SKY, dossier de una ciudad




Desde mi mesa flotante, rodeado de planos y del insípido, desafiante papel sketch, escribo sobre proyectos que cambiarán la silueta arquitectónica de ciudad de Panamá. Los planos, largos conos sin principio, ni fin, inanimados, inocentes flanquean este entorno y son el mapa trazado del diseño de una futura construcción. Una pared revestida de un veener de madera color miel define el cubículo enmarcado por un ventanal que pone en primer plano un pedazo de pared de ladrillo rojo del largo pasillo del Sótano. Canta Norah Jones, Sunrise... Miro en tus ojos la mañana. La ciudad en la superficie respira de otra manera, bufa, su cuerpo húmedo, brillante, atravesado por calles estrechas, corredores, rascacielos, torres de cristales que quisieran tocar el cielo y se reflejan frente al mar. La ciudad tiene varias caras: Panamá La Vieja, Casco Viejo o Antiguo y la ciudad moderna, que viaja de un entorno a otro, cuyo trazado es el tiempo, las épocas y circunstancias.
La pequeña ciudad se transforma por segundos en el litoral Pacífico con nuevos desarrollos vanguardistas, donde brillan los cristales y los muros le otorgan una vasta personalidad al silencio. La ciudad mira hacia el mar y la bahía dormida la enmarca en sus aguas. Espejo y reflejo, la ciudad crece desde el sueño de las mesas de diseño, un piso más alto cada día, y desde un campanario alguien nos ve a todos cuando caminamos aún por sus bulliciosas calles.
Si tuviera que definir Panamá ahora, diría que es un país de oportunidades. Carlos V de España, I de Alemania, el Emperador a cuyos dominios no se ponía el sol, pensó lo mismo hace cinco siglos, cuando vaticinó, vislumbró el destino del istmo como un paso, una vía estratégica para unir los dos grandes océanos y el mundo marítimo. Simón Bolívar llamó al istmo el Corintios griego, por su posición geográfica en el centro de las Américas. Franceses y norteamericanos cerraron el círculo virtuoso del Canal de Panamá. Fue el sueño, primero, lejano en los tiempos y la geografía, y luego la realidad de la tecnología y el coraje, como debe ser. A la zanja acuática, el área canalera, a esos 1.432.2 kilòmetros cuadrados que conforman y atraviesan el corazón de ciudad de Panamá y parte de Colón, en el Atlántico, debemos la forma de árbol recostado de la capital, empujado (a) hacia el mar y contreñida por la magnífica obra de ingeniería de principios del siglo XX, que le permite al mundo marítimo ahorrar tiempo, dinero y hacer más segura la travesía de sus naves. El Canal es una herida, dijo alguien, una frase que reflejaba en su contenido el sacrificio urbano de ciudad de Panamá en favor del comercio marítimo mundial.
Escribo a un par de pasos del escritorio del director de Anteproyectos de la empresa Mallol&Mallol, el arquitecto colombiano Juan Carlos Sáenz Pérez. Sobre su mesa, los planos se superponen como decenas de capas de cebollas. El diseño es la música de la arquitectura y sobre el pálido, cotizado, papel sketch, se erigen los esquemas, bocetos, dibujos y las estructuras que van asomando con sus cuerpos deformes, en formación, que dejan ver sus entrañas, paredes. escaleras, baños, cuartos y columnas, van reclamando sus formas verdaderas, finales, sobre el trazo del piloto negro. Detrás de la pared revestida de veener, el arquitecto Ignacio Mallol, sueña también la ciudad. Las reuniones se realizan en 5 mesas dentro del Sótano, donde los clientes van revisando, ajustando los proyectos, propuestas y aproximando los bocetos a las realidades definitivas, después de un Render, donde la edificación adquiere aspecto real. Y todo sigue siendo un comienzo, la idea que serpentea uno y otro círculo antes de cristalizar. Se va afinando la piel, la estructura, los secretos desafíos de cada edificio y las voces de los clientes recorren el Sótano. Alguna carcajada se ahoga en el espacio de la reunión y son pequeños ecos que se expanden en los dos largos pasillos que enmarcan la nave de cristal del Sòtano. Las palabras flotan como si fuéramos a despegar desde una aeropuerto subterráneo. Mallol camina, va a dejar a la salida a sus clientes y se ven en sus muñecas sus dos relojes de grandes esferas, un símbolo personal de precisar el tiempo, aún cuando la oficina es una espiral sin horarios. A la ciudad también le ha llegado su hora. La firma está en el ojo de esta tormenta urbana, un estallido de edificios altos, en tres sectores costeros: Avenida Balboa, Punta Pacífica y Costa del Este. La ciudad crece con otros recursos, más espacio, una mejor planificación y casas con todas las comodidades y el lujo del espacio.
En el Sótano, la realidad son los planos diseminados por la oficina y que asemejan tubos fluorescentes apagados o encendidos en ideas y la información que contienen los proyectos. ¿Velas que se van hacia la mar? Los secundarios y minuteros duermen en sus muñecas y entre sus manos lleva ese rosario de cuencas griegas de color verde mar, para estabilizar el estrés. Panamá es una mezcla de culturas, razas, colores, la diversidad étnica y religiosa. Está flotando siempre en el ambiente la alegría Caribe, la transparencia del sol que hace más grata la vida o menos dura. La firma Mallol&Mallol, ha evolucionado en sus 25 años como la firma más grande de Panamá y Centroamérica, de un arquitectura tradicional a una de corte internacional, de acuerdo con el arquitecto Sáenz. sus proyectos son más ambiciosos, de mayor complejidad y sin descuidar su carácter local, que le otorga una identidad, se refleja su evolución estéticamente y el uso de novedosos materiales procedentes de diferentes regiones, Europa, Estados Unidos y Oriente. La arquitectura de la firma, reconoció, responde tambien a los requerimientos ambientales, considerando materiales y tecnologias adecuadas según el proyecto, con aleros, vidrios con tratamientos especiales (Solar-E). Fachadas y cubiertas, igualmentes diseñadas para el clima tropical. Mallol&Mallol, es decididamente una empresa vanguardista.
Y en verdad la ciudad crece por segundos. Se habla de un boom de los bienes raíces y la visita de compradores es constante, promotores, agentes de venta, especialmente de Estados Unidos, que reflejan ese ritmo que puede medirse en un termómetro de este momento especial. Y basta con salir a la calle, para ver como se elevan los rascacielos frente al mar. Los diarios, revistas especializadas, la gente, comenta sobre estas edificaciones espectaculares que se suman con las cuales ya cuenta la ciudad. (Panamá tiene unos 242 edificios altos): Planetarium, ICE, Ten Tower, Torre Zeus, Capital Plaza, Yacht Club, Terrazas del Pacífico, Palacio de la Bahía, Panama Bay, Murano, Arts, son estos distinguidos inquilinos que alojan sus estructuras en la ciudad, entre muchos otros, que ya están en diseño y algunos que ya fueron construidos.
Van de 30 a 106 pisos, el Ice, edificio de apartamentos, será el más grande de América latina e inclusive que cualquier otro edificio residencial de Nueva York, Planetarium con 92 pisos avanza elegante y sobrio marcando la nueva silueta urbana en Costa del Este... Ya hace unos años la propuesta de la Torre Generali, con sus 320 mts de altura, indicaba un camino. La ciudad buscaba un icono hace un tiempo, algo que la singularice más allá del Canal.
Sobre el cristal de la mesa crece un ojo, es un largo ojo pegado al párpado de la arquitectura y podría ser el diseño de un pez. La mesa es un río con sus capas de papel sketch y se fija la estructura que pugna por ganar su superficie. ¿La forma es ocio o lucha formal de un auténtico contenido? Más bien un barco, la forma definitiva, el Arca que sueña el diluvio. ¿Es un tiempo colosal que le lleva al ojo transformarse en barco? Es un guiño de una isla a otra isla, el instante preciso en que el ojo ve el barco. El papel sketch puede llegar a ser casi invisible y naufragar con las primeras ideas del diseño. Responde a la idea que va cristalizándose en el espacio y que le pertenecerá inevitablemente.
La ciudad crece aquí en la mesa de diseño, en un Sótano, donde se erigen hospitales, hoteles, edificios corporativos, torres, templos, casinos, complejos turísticos en islas, casas y viviendas de playa. El ojo es la nave, el edificio que se expande en su propio párpado, la red de su estructura. Se hace más compleja la imagen de la estructura en el papel sketch, pero no está terminada, requiere de una sincronización de sus partes, la belleza funcional, todo aquello que diferencia a la arquitectura de un cajón vacío como un muerto a la deriva. La arquitectura es vida, aunque se trabaje con cemento y acero. Las personas habitan un espacio para vivir. La especie crece y se reproduce bajo un techo privado y común.
La ciudad fue un villorrio junto a un manglar. Tuvo amanecer y anochecer, largas tardes sobre el mar que no la abandona. Quemada, saqueada, reconstruida, olvidada, y ahora en su nuevo esplendor, quiere tocar las estrellas, la cintura de las Américas, crece mirando su propio cieloraso. No hubo sketch, sino muchos sueños de conquista, expansión de crear fortalezas y vivir las urgencias de esos tiempos, como si las paredes siempre tuvieran oídos. El rey debía saberlo todo, aunque fuera engaño, mentira. De cal y canto fueron las verdades de una construcción que se niega a desaparecer. Materiales contra el tiempo y la tenacidad destructiva de piratas y bucaneros. El tiempo pareció detenerse, pero no, el mar abría las puertas a otros mundos. Y la conquista vino de tan lejos a dejar su lengua, edificaciones, su huella entre la cruz y la espada. En medio del acecho, las riquezas que se acumulaban para la metrópolis, construían la ciudad y sus defensas, conventos, catedrales, aduanas, y a todo lo que se construyó con materiales de fortalezas, aún permanece, porque el pasado no pretende ser una humillación de la historia, más bien nos la presenta reciclada. La arquitectura es el testimonio que nos mira diariamente, es lengua de un nuevo paisaje y cultura, nos habla en una silueta que se recrea ante nosotros, los espacios que funda en la funcionalidad que le otorga al sitio.
La ciudad es una de las grandes creaciones del hombre. Allí se desarrolla la convivencia humana, ocurre nuestra existencia, y la ciudad se transforma finalmente en una piel compartida. La ciudad le dio libertad al hombre, un espacio para crear, vivir a plenitud, compartir en sociedad y construir mucho más que un techo, su hábitat y el de todos. "La ciudad os hará libres", es un mensaje que viene desde el medioevo. La ciudad ha terminado siendo la expresión de la riqueza y pobreza de su iconos, la voluntad, creatividad, aspiraciones, visión, planeamiento, sueños, de sus autoridades y profesionales, de un conjunto de circunstancias, aspiraciones, necesidades y posibilidades. La ciudad es tan acogedora, generosa, que siempre estira un poco más allá su cuerpo, se expande, abre en nuevas avenidas, y a veces, implora hacia el cielo, con sus enormes rascacielos, porque no queda más espacio ni posibilidades para seguir recibiendo gente. La ciudad necesita ser entendida por todos nosotros, su espacio no es infinito y las personas requieren cada día más servicios: agua, salud, transporte, recreación, cultura. Cada servicio requiere de espacio y capital, además es necesario generan más trabajo para las personas. Panamá, como toda ciudad en formación, está en ese proceso. El enorme volumen de proyectos y su magnitud, obligan al estado y los planificadores a replantear la ciudad junto con los arquitectos, para enfrentar los desafìos que exigiràn edificaciones y estructuras demandantes de más servicios. La ciudad està en deuda consigo misma, sostiene el arquitecto Juan Carlos Saenz, porque la arquitectura que se realiza en su àmbito supera la infraestructura existente . Al mismo tiempo, señala, ignora el espacio pùblico y su relaciòn con el ciudadano comùn y corriente. Edificar es tambièn dotar a la ciudad de espacios comunes para la convivencia y el esparcimiento. Esta propuesta no sólo es para Panamá, sino para la ciudad contemporànea , comprometida con la sostenibilidad, que busca el equilibrio entre la planificaciòn, el diseño urbano y la arquitectura, en favor del hombre que la habita. La firma Mallol&Mallol ha propuesto públicamente desarrollar integralmente la avenida Balboa como han hecho otros países con un escenografía natural de esa magnitud. La ciudad necesita un plan de aceras públicas, ha sostenido Ignacio Mallol, Presidente del Instituto Panameño de Arquitectura y Urbanismo (IPAUR).
Singapur es considerado un modelo, como en un territorio tan pequeño, sin las ventajas del escenario y las condiciones favorables de Panamá, presenta una admirable planificación urbana que utiliza todos los recursos de la tecnologia, cultura, conciencia y desarrollo humano. Las ciudades son cada día más dinámicas. Reciclan sus edificaciones, les otorgan nuevas funciones, pero los arquitectos no dejan de diseñar el futuro. El rico estado de Dubai, se encuentra inmerso en un gigantesco desarrollo hotelero en islas, nuevo aeropuerto y viviendas para la ciudad y el turismo. Las ciudades son sorprendentes, se renuevan en medio de los desafíos de la migración y de las demandas que se multiplican geométricamente como la población. China, Shangai especialmente, es el modelo de como la modernidad llega aceleradamente y de manera espectacular, global, con rascacielos y desarrollos impensados hace unas décadas. Las viejas y tradicionales ciudades no se detienen ante el futuro y vemos como incoporan un valor agregado con sus iconos y museos que atraen a personas desde distintas partes del mundo. Frank Ghery, en la madurez de su oficio, fue el precursor de los museos-iconos con el diseño del Guggenheim en Bilbao. Foster & Partners diseñó un gran edificio, de 40 pisos y 180 metros de alto, conocido como el Pepino, en Londres, que alberga a 3000 empleados de la empresa Swiss Re y sorprende no sólo por sus formas, sino porque consume un 50 por ciento menos de energía. La historia de los iconos es la de la arquitectura, porque siempre las ciudades se han visto en el espejo de sus grandes obras, como catedrales que recogen el espíritu de una época que son todas las épocas. Las Torres Gemelas, Twins Tower, con sus más de 400 metros de altura, 110 plantas, 43 mil 600 ventanas, 200 mil toneladas de acero, fueron el símbolo de la prosperidad y poderío financiero de Nueva York, ciudad por excelencia de iconos arquitectónicos. El español, Santiago Calatrava, arquitecto, ingeniero y escultor, forma parte destacada de esta generación que hace más ciudad y erige iconos, que globalizan el arte, una nueva estética funcional de la belleza. Su Torso en Giro (Turning Torso), una torre de 190 metros de altura, erigida en la ciudad sueca de Malmö, que asemeja el movimiento del cuerpo humano y que se retuerce en sí misma, dando un giro de 90 grados desde la base hasta su último piso. El genovés Renzo Piano, diseña en distintos lugares del mundo y no cesa de experimentar desde la artesanía de su arquitectura, que va desde el rascacielos del diario The New Yor Time, al llamado vidrio roto de Londres, Shard of Glass.La obra de Piano en Estados Unidos es un icono en si misma y está representada en las capitales de la arquitectura norteamericana: Chicago, Nueva York, San Francisco, Houston, Boston, California. Más de alguna vez la crítica especializada ha dicho que Piano va lontano. Las Petronas, Kuala Lumpur, Malasia, (Petroliam Nasional Berhad), torres de 452 metros de altura y que fueron las más altas del mundo hasta que se elevó Taipei 101, con 508 metros. Y el círculo virtuoso de los iconos vuelve a Manhattan, Zona Cero, con la Torre de la Libertad. Una estructura monolítica de vidrio reflejará el cielo, coronada por una antena esculpida y que tendrá 541 de altura, el edificio más alto de Estados Unidos. Cinco años duró su diseño y cristalizará en la obra, el 2011.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy es viernes 27 de julio del 2007, a las 8:34 p.m. y todavía no comprendo como no hay un solo comentario publicado aquí. La última vez que escuché de mi "maestro" Rolando Gabrielli, fue hace como un par de años, por casualidad me lo encontré en la calle y conversamos nuestros consabidos 45 minutos de actualidad de nuestras respectivas vidas... cómo andan sus hijos, cómo crecen los suyos... Y nuestros compromisos propios nos llevan a separarnos porque la vida separa y nuestras edades también. Recientemente me encontré por esas veredas que te dispone la vida a un excelente humano que me lo mencionó, y sinceramente cuando me relacionó el nombre de Ud. a una reconocidísima firma de arquitectos no pude imaginar el día a día de esta simbiosis. Luego de leerle en esta ocasión, conozco de primera conciencia lo que une la arquitectura a la prosa. Ahora camino por las calles de Panamá y donde sea que veo cemento y diseño, sueño subtítulos de literatura acompañando los edificios. Salud, Don Rolando, prosperidad y vida.
Una persona que siempre le admira, por su tenacidad en la vida.