jueves, junio 20, 2019

Sigmund y Jacques


Nos quedamos  de encontrar para hablar de Freud
y Lacan  en un parque urbano de la ciudad,
pura teoría me decía en ese entonces,
risas en tiempos en que los egos viajaban
por los instantáneos senderos de Instagram.
Un retorno a Freud propone en su teoría el francés,
yo iba de discípulo a escuchar a mi psicoanalista,
deslumbrante atardecer frente a un imaginario diván,
ella hablaba del austríaco y del francés
con la propiedad que da el saber,
esa soltura del yo y el super yo
infaltable en una conversación
distendida en el placer de la palabra
y el ser.
Impactado, como estaba, ver caer las hojas del otoño,
cubrir de amarillo las calles,
el paisaje era  toda la realidad que podía concebir,
nada más que imaginación en un día común y  corriente,
las palabras se las llevaba el viento,
sucumbíamos eso sí al lenguaje hipnótico
de los inolvidables Sigmund y Jacques.
Era un retorno absoluto al maestro vienés,
memorable intérprete de los sueños
somos  también lenguaje poeta, me decía,
y Lacan flotaba en el aire más allá de la memoria.
Estaba entregado a esta sesión inolvidable.
El deseo y el placer son libertad,
me dije, Jacques, gracias.
La gente pasaba  y no me inquietaba
ver a otros pasear sus perros,
caminar por sus propios senderos,
la psiquis  es un gran laberinto,
por ahí nos desplazamos sin fin.
La tarde se dejaba acariciar sus domos de luces
y respirábamos  placidez,
lo más parecido al bienestar,
complacientes en el obsequioso atardecer.
No debíamos pedir más,
ni ir más lejos, ni con mayor profundidad,
menos intentar superar a los maestros,
sería un vicio imperdonable.
ROLANDO GABRIELLI©2019



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