viernes, noviembre 22, 2024

N.York/N.York

 Nueva York, los edificios crecen

bajo la sombra de otros edificios.

La ciudad es una espiral,

o duerme, dicen, somnolientas

sombras del atardecer y más.

La noche ya nos devuelve su cara

y le sonreí a esta virgen puta y santa,

Con su velo de diosa cae el alba,

los escalones fríos que llevan sus tacos

y la veo correr en el Central Park,

loca, le digo, no dejes tu cintura

al viento, boca abajo sopla,

arriba el techo vuela estrellas,

un, dos, tres, cuatro pasos resuenan,

los días que no vuelven, vuelan,

la ciudad cruza la acer, un helado,

el frío no inmoviliza las palabras,

la ciudad es de risa, un cuerpo

inmóvil de cera, abrázame,

en el violeta la pared devora el grafiti.

Es el turno, la hora, sin emergencia,

no me pidas un epitafio,

ahora quiero bailar.

Rolando Gabrielli2024

N. York
New York, the buildings grow
under the shadow of other buildings.
The city is a spiral
or sleeps, they say, drowsy
shadows of twilight and beyond.

The night already returns its face to us,
and I smile at this holy virgin whore.
With her goddess veil, the dawn falls,
cold steps echoing beneath her heels.
I see her running in Central Park,
crazy, I tell her, don’t leave your waist
to the wind; face down, it blows,
above, the roof scatters stars.

One, two, three, four steps resound,
the days that don’t return, they fly.
The city crosses the sidewalk, an ice cream;
the cold doesn’t immobilize the words.
The city laughs, an immobile body of wax.
Hold me.
In violet, the wall devours the graffiti.

It’s the moment, the hour without urgency;
don’t ask me for an epitaph.
Right now, I want to dance.

Estos textos fueron pensados sobre una ciudad desconocida por el autor, imaginada, soñada. No es cualquier ciudad o espacio. Todo lugar tiene una historia y de él poseemos una percepción, aun a la distancia. Hay sitios imanes, emblemáticos, que forman parte de la memoria aun sin conocerlos. Imágenes que traen otras imágenes como si alguien nos dibujara un sueño. El tiempo trabaja como un doble a sueldo de la imaginación y nos repite sensaciones desconocidas, únicas, irrepetibles. La ciudad nos habita por lo que es y no es. No existe el tiempo, ni el paso de las horas, sino el lugar, que fue y volverá a ser con o sin nosotros. El pasado en las grandes ciudades pareciera no existir por un presente absorbente que devora e interpreta el eco de nuestros pasos en otra calle. Lo anónimo y vital, adquiere la forma de un sueño irrealizable, la performance perfecta de la ausencia. Estos textos hablan de lo vivido detrás del espejo, quizás pensando que así ocurrió o que podría suceder. ¿La historia puede llegar a superar su propia historia? Es parte de un principio. ¿O todo es una película, un terrible mal entendido? Sí, es cierto, hablo de  N. York, Madame Nueva York,  Whitman en N.Y., la Gran Manzana, un fruto apetecido por millones de extranjeros en la menos extranjera ciudad quizás del mundo. Son palabras sobre palabras acuñadas en el tiempo, mientras veo caer el silencio blanco de la nieve como si el tiempo se ilusionara con un espacio nuevo, ignorado, por venir. Estos textos circularon en Nueva York, New Jersey, Connecticut, Chicago, Miami, el pasado viernes 9 de diciembre del 2011. Fueron anunciados en noviembre por el mensuario Rapanui Times que recorre las calles y negocios de Nueva York y estas otras ciudades que menciono. Fueron escritos para un lector desconocido, pero estas palabras siempre le pertenecieron.

 

These texts were conceived in relation to a city unknown to the author, imagined, dreamed.
It is not just any city or space. Every place has a history, and we hold a perception of it, even from a distance. There are magnetic, emblematic places that become part of our memory without ever being visited. Images evoke other images, as if someone were sketching a dream for us. Time works as a double, hired by the imagination, replaying unfamiliar sensations that are unique and unrepeatable. The city inhabits us for what it is and what it is not. Time does not exist, nor the passage of hours, only the place that was and will be again, with or without us. In great cities, the past seems not to exist, swallowed by an all-consuming present that devours and reinterprets the echo of our steps on another street. The anonymous and vital take the shape of an unrealizable dream, the perfect performance of absence.

These texts speak of what was lived behind the mirror, perhaps imagining it happened that way or that it could. Can history surpass its own history? It’s part of a beginning. Or is it all a film, a terrible misunderstanding? Yes, it’s true, I speak of N. York, Madame New York, Whitman in N.Y., the Big Apple, a fruit desired by millions of foreigners in what may be the least foreign city in the world. These are words upon words minted in time, as I watch the white silence of snow fall, as if time itself were enchanted with a new, unknown, yet-to-come space.

These texts circulated in New York, New Jersey, Connecticut, Chicago, and Miami on Friday, December 9, 2011. They were announced in November by the monthly Rapanui Times, a publication that traverses the streets and businesses of New York and the other cities I mention. They were written for an unknown reader, but these words have always belonged to them.

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