EL GRAN DESAFÍO URBANO:
LOS GIGANTES DE LA BAHÍA
No puede haber ciudad sin individuo y espacio público. La calidad de vida del hombre contemporáneo depende en una buena medida de lo que ofrece la ciudad, sus servicios, ambiente, lugares de recreo, ocio, el ámbito adecuado donde realiza el trabajo y organiza su vida familiar. El crecimiento desmesurado de la población mundial y su concentración en las ciudades, el consumo excesivo, la ausencia de políticas y estrategias urbanísticas, superan las bondades que puede ofrecer una ciudad con una escenografía natural deslumbrante. Sin un liderazgo de las autoridades competentes y una fuerte conciencia ciudadana para comprender los límites y las bondades de la ciudad, inevitablemente naufragará.
Panamá vive una época excepcional, producto del gran volumen de construcción de rascacielos y paraísos turísticos en sus islas y playas. Los arquitectos e ingenieros participan cada vez más activamente en el marco de este fenómeno con propuestas creativas, imaginativas y audaces.
La cinta costera que enmarca la ciudad experimentará en los próximos 5 años uno de los más grandes desarrollos urbanísticos y la transformación de la propia Bahía, que debe ser saneada y acondicionada para resolver con éxito este "boom”.
La Nueva Silueta Costera
Para desarrollar esta arquitectura vanguardista, el país cuenta con profesionales y mano de obra calificada, nacional y extranjera. Este fenómeno excepcional en la construcción equivale proporcionalmente a la época del Canal de Panamá, que transformó la economía y la sociedad istmeña hace un siglo. Existe además la coincidencia de este auge en la construcción con la posible ampliación de la vía interoceánica en su tercer juego de esclusas, otro detonante económico para el país, que puede trazar un nuevo futuro, si el enfoque de esta inversión es integral en relación con el país y la calidad de vida de los panameños .
Estamos ante un nuevo panorama, donde participan activamente el capital nacional y extranjero, lo que demuestra la flexibilidad y capacidad de asimilación de tecnologías y nuevas ideas en la cosmopolita capital istmeña. Su condición canalera, bancaria, marítima, de servicio, la vinculan y privilegian su relación con el comercio y el mundo. Ello le permite al mismo tiempo ser objeto de interés por parte de extranjeros que consideran el sitio adecuado para vivir por sus bondades climáticas, ubicación geográfica, manejo del dólar como moneda oficial y esa modernidad que permite también compartir su exuberante naturaleza tropical en medio de dos océanos y en plena ciudad capital en distancias muy cortas.
Nuevas edificaciones, que van de 40 a más de 100 pisos, cuentan con la última generación de materiales y tecnología, en un entorno que se moderniza con una extraordinaria pujanza, velocidad y que está cambiando la silueta de la ciudad.
La Bahía es un gran patrimonio, irreemplazable de la escenografía natural de la ciudad, y son tantos los estudios como opiniones que hablan de un largo historial de haber dado la espalda al mar, como de la necesidad de sanear esa cinta costera para que pueda ser aprovechada por el ciudadano común. Ésta, es a juicio de los expertos, sin duda, una gran oportunidad para incorporar el litoral al patrimonio de todos los panameños. Los proyectos cuando son pensados social e integralmente, en el momento oportuno, dejan de ser espejismos.
Saneamiento, clave turística
El arquitecto Alfredo Zapata señaló con relación al gran movimiento arquitectónico alrededor de la Bahía, que buena parte de la construcción actual gira entorno a la perspectiva de disfrutar el mar, que es lo atractivo de una vista, ese impacto y la belleza sin horizonte del océano.
Vivir el mar es un valor agregado que la inversión y los compradores toman muy en cuenta, porque se trata de apartamentos de lujo, de altos costos y sofisticadas tecnologías que incluyen un diseño del más alto nivel en los mercados, acotó. Adquirir una propiedad frente al mar en Europa y Estados Unidos, es casi un imposible, sin contar que en Panamá aún quedan playas vírgenes.
Zapata recordó que existen dos bahías de gran belleza y muy turísticas en el Pacífico continental, como son la de Río de Janeiro y Miami, y se debiera tomar en cuenta en Panamá que para tener éxito, se debe establecer y aplicar un proyecto integral, con un saneamiento que incluya las fuentes de contaminación, como son los ríos, las industrias, y a la vez crear un escenario donde no se pierda de vista el mar.
Es un esfuerzo donde tienen que participar el Estado y la empresa privada, así como se hace necesario preparar a la población para cuidar este patrimonio costero, porque es un bien común para ser visitado por todos. Es un área que vendría a oxigenar la ciudad, por lo que se requiere el mejor y mayor mantenimiento posible. Apuntó el arquitecto.
La Bahía se transformará totalmente, es un hecho que ya está ocurriendo más allá de un proyecto o imaginación. Las opiniones son diversas, y existen propuestas y planes, que requieren de una implementación con lineamientos urbanos adecuados que permitan aprovechar este recurso excepcional con visión futurista y construir una ciudad más amable.
La XIX Feria Internacional de la construcción y de la vivienda, CAPAC Expohabitat2006, en su versión anual, considerada el pulso de la construcción y bienes raíces panameños, realizó transacciones, de acuerdo con fuentes de esa organización, de alrededor de 400 millones de dólares, cifra que refleja la prosperidad y auge de este rubro en el país, que es motor de la economía nacional por la alta generación de empleo y diversificación de los negocios que promueve y se realizan entorno a ella.
Espacio Público, compromiso de todos
Lo interesante es que empresas panameñas participan activamente en el desarrollo del país, con proyectos impensables hace una década, y están al frente de estos rascacielos en la avenida Balboa y áreas costeras, firmas como las de Mallol & Mallol; Edwin Brown y Asociados, Jesús Díaz y Asociados y Alfonso Pinzón Lozano y Asociados, entre otras. (ICE, Palacio de la Bahía, Planetarium, Titanium, Yacht Club, son algunos de los gigantes que comienzan a erigirse frente al mar).
Estas estructuras gigantescas serán una realidad en los próximos años). No más de tres o cinco. Para ello, la ciudad debe prepararse generando la infraestructura, el transporte, seguridad, porque la población sigue aumentando y ésta permanece sin expandirse, mejorarse y modernizarse. Ese es el gran desafío del momento, para los analistas y estudiosos del tema urbano, arquitectos e ingenieros. Asimismo, adecuar el espacio público en la bahía será uno de los grandes retos para armonizar estos nuevos y espectaculares desarrollos, que la ciudad no había soñado en hospedar hace menos de una década.
Esta revolución en la construcción de enormes, gigantescas edificaciones, es motivo de atención de especialistas, medios, público en general y crea enormes expectativas, no pocos interrogantes y polémica frente a la manera de abordar el problema. Para ello conversamos con un joven profesional de la arquitectura, con el propósito de conocer sus puntos de vista, y saber que piensa de su ciudad, donde trabaja crea y diseña nuevas edificaciones que formarán parte de su silueta y vida urbana.
Ignacio Mallol Azcárraga, se siente comprometido con el destino del país y de ciudad de Panamá, cuya arquitectura, sostiene, “poco a poco está incorporando un valor agregado económico, sumándose a la belleza natural de la ciudad. Sin embargo, necesitamos ponernos de acuerdo, el Estado y la empresa privada, en políticas urbanas que sostengan viabilicen e integren de una manera armónica, adecuada y eficiente, todo este desarrollo nuevo que está ocurriendo en la ciudad”.
La Bahía, identidad de una ciudad
“Respecto de la Bahía, me parece que es un lugar que permite soñar por su magnífica escenografía y requerirá de un espacio público donde la gente pueda compartir, recrearse, disfrutar un ocio con seguridad. La Bahía es un magnífico proyecto para destacar la identidad, privilegiar la personalidad de ciudad de Panamá, es un puerto con un Canal al servicio del mundo y país con dos océanos, que después de todo son los más grandes e importantes del mundo”.
“Debido a mi juventud, no tuve ocasión de vivir esa experiencia junto al mar que tuvieron mis padres y abuelos o muchos panameños de ese entonces, cuando existían esas magníficas playas con que contaba la Bahía hace ya décadas. Pero creo que es posible recuperar con gracia, eficiencia, esta belleza que está ante nuestros ojos, subrayó el arquitecto Mallol Azcárraga.
La juventud panameña se siente identificada con el litoral costero que va desde ATLAPA al Casco Viejo y toma Amador. Una franja envidiable, precisó, para cualquier ciudad del mundo, y que nos permitirá sentirnos más cómodos y felices en nuestra propia ciudad.
El arquitecto Juan Carlos Sáenz, con una vasta experiencia internacional en el diseño urbano y arquitectónico, considera que Panamá debe seguir el ejemplo del trabajo realizado en otras ciudades costeras del mundo, como Barcelona, que ha recuperado su cinta costera, realzando la ciudad y permitiéndole al ciudadano, sentirse más integrado a ella. Es una oportunidad para Panamá, en su opinión, para que la ciudad cree espacios urbanos que puedan ser usados por la familia en su convivencia diaria.
Recobrar el paisaje recreativo y marítimo, sostiene Juan Carlos Sáenz, contribuirá a mejorar la ciudad, hacerla más atractiva y por ende visitada.
La construcción de grandes edificios a la orilla de la Avenida Balboa refleja la rápida percepción que tienen los promotores de lo que puede ser la ciudad con la recuperación de la Bahía, apuntó.
La cinta costera, recordó el arquitecto Sáenz, en su recorrido muestra el crecimiento de todas las etapas de la ciudad: Casco Viejo, Barrio Exposición (primera modernidad-periodo de transición), Marbella; Paitilla, un primer florecimiento de grandes edificios, que dan continuidad a la ciudad más moderna y que tiene en el mar su prosperidad. Para Sáenz y otros arquitectos, el Estado debe leer y traducir el signo de estos tiempos y las señales que está enviando la ciudad.