"Vida - / soy de tus dos direcciones / De algún modo permaneciendo colgada hacia abajo / casi siempre / pero fuerte como una telaraña al / Viento - existo más con la escarcha fría resplandeciente. / Pero mis rayos con abalorios son del color / que he visto en un cuadro -ah vida / te han engañado". Marilyn Monroe
Estoy pensando en nada. Se cuela el viento sin orejas. En la fotografìa baila el mito en mi memoria y se pierde en la ruidosa clasificaciòn de las espadas. Hace 50 años, mañana, sigue siendo memoria. No pocas interrogantes se seguiràn balanceando sobre una tela de araña. Conmueve el aquì y ahora, de todas estas dècadas de cine mudo repasando la muerte y la vida de Marilyn Monroe, como si su belleza nos mirara de la eternidad con una esperanza que nos pone el cuerpo de gallina. Un icono de este tamaño no pasa ni agachado por la historia. Escribiò poesìa, leyò a Dostoiesvky, Kafka, Becket, Joyce, Kerouac, Whitman se casò con un dramaturgo conocido,-hija de una madre loca y del abandono- fue mucho màs que una estrella fugaz.
No sabemos aùn por què pasò todo lo que pasò, pero sucediò. Si las interrogantes no se cansaran, como en efecto sucede, harìan fila para saber què ocurriò, con el "probable" suicidio. Marilyn lo habìa vaticinado a los 28 años, con una calidad literaria sorprendente, porque la muerte sabìa demasiado, pero aùn ignoramos como llegò, aunque sucediò. "Yo era el tipo de chica a la que encuentran muerta en su dormitorio con un frasco de somnìfero en sus manos". Eso le hacìa ser diferente, afirmaba en ese entonces.
Se le encontrò con un telèfono firmemente tomado por una de sus manos y algunos moretones en su cuerpo. Las conjeturas no son pocas, los personajes señalados e involucrados por quienes les acusan, relevantes, y por ello, la historia sigue abierta como una gran herida en el celuloide de la vida. El tiempo no ha vencido el mito, el glamour de un icono que revolucionò las hormonas de una època.
Marilyn venciò el olvido.
No sabemos aùn por què pasò todo lo que pasò, pero sucediò. Si las interrogantes no se cansaran, como en efecto sucede, harìan fila para saber què ocurriò, con el "probable" suicidio. Marilyn lo habìa vaticinado a los 28 años, con una calidad literaria sorprendente, porque la muerte sabìa demasiado, pero aùn ignoramos como llegò, aunque sucediò. "Yo era el tipo de chica a la que encuentran muerta en su dormitorio con un frasco de somnìfero en sus manos". Eso le hacìa ser diferente, afirmaba en ese entonces.
Se le encontrò con un telèfono firmemente tomado por una de sus manos y algunos moretones en su cuerpo. Las conjeturas no son pocas, los personajes señalados e involucrados por quienes les acusan, relevantes, y por ello, la historia sigue abierta como una gran herida en el celuloide de la vida. El tiempo no ha vencido el mito, el glamour de un icono que revolucionò las hormonas de una època.
Marilyn venciò el olvido.