Uno es uno,
la multitud se mueve,
una atmósfera marca su paso,
va en una dirección impredecible,
viva, musculosa, fluida,
alegre,
uniforme, deforme,
delirante,
se hace presente,
contra viento y marea.
Un bloque humano se planta
en las calles de la ciudad.
En un puño cerrado
se ha convertido la multitud,
avanza con sus banderas,
se escuchan los gritos, consignas,
nada se mueve con màs carácter
que la multitud,
se han preparado para este viaje
por la vida,
y comienzan a caer los primeros muertos
abaleados por la policía
que custodia los bienes materiales
de los dueños del país,
de las ideas,
la tierra y sus confines,
de todo lo que la multitud
pareciera amenazar.
La sangre vuelve a brotar
en las calles del mundo
y la
muerte vuelve a ser noticia,
como si la multitud hubiera
dejado de existir.
Rolando Gabrielli©2017