Freud fue un gran curioso,
un insaciable explorador
de la loca de la casa,
eso se ve a
simple vista
revisando su extensa bibliografía,
obsesiones, pasiones, confesiones
diría, no del todo resueltas,
su vicio casi inconfesable,
por conocer el pozo
inagotable
de la máquina infinita del deseo.
Fue un hombre aferrado
a la misma tabla de salvación
que cualquier otro hombre
en constante naufragio
y un sabio espejo le replicaba
el abismo de
sus días, buenos y malos.
No tiene nada de extraordinario
de afirmarlo, ni significa descubrimiento alguno.
Checo de nacimiento, un judío más en Viena,
fue el padre del psicoanálisis,
gracias a la neurosis y la histeria
No tardó en sentar
a sus pacientes
en un diván para interrogarlos,
hasta los detalles más íntimos de sus vidas,
conversación sin filtro acerca
de los recuerdos,
emociones, sin tapujos y que expresaran su malestar.
(No estoy diciendo, ni
espero decir ,
nada nuevo de
este judío curioso
y yo diría kafkiano, basándome,
en que fue más
allá de lo tradicional
y pensable para cualquier observador
de su tiempo y de otros. )
Freud no se detuvo, comenzó a interpretar
los sueños, hurgar en la lejana, memoriosa infancia,
se introdujo
en la psiquis humana
y lo alentó, al parecer,
mirarse
asimismo.
(No sé si esta afirmación es especulación.
Escribo para que también otros opinen
Y se miren en su propio espejo.)
Deshuesó la psiquis humana,
un arqueólogo en verdad
de nuestro
pasado, presente y futuro.
¿Cómo cuadrar todo eso,
resolverlo en una sola ecuación?
Viajó al fondo del pozo de los sentidos,
retornaba una y otra vez de la mano del inconsciente
y siguió
viajando,
en la formidable
película del ego, sin
libreto,
cualquiera podría ser el protagonista, quizás,
y se transformó, quiero pensar, en
un formidable padre de sus pacientes.
(Una infidencia más, qué puede ser
para un hombre que marcó el siglo XX.
Su curiosidad
era insaciable,
un gato acechando un ratón,
la presa más grande quizás fue
lo indescifrable, la femme,
que gran enigma para Freud
y qué decir de nosotros simples mortales.
¿Qué es o qué
quiere o desea la mujer?,
se preguntó hasta el final de sus días
y no encontró la respuesta.
Quizás no existe,
profesor
y no podemos hablar de un fracaso,
los enigmas no son para descifrarlos,
considerarlos quizás un desafío,
como buscar una aguja en el pajar.
Rolando Gabrielli2021