Sueñan con
una isla podrida,
inyectada las
venas de heroína,
casinos con
un rabioso blackjack,
suicidios
de ases, reinas y reyes,
la banca
nunca pierde bajo un cielo
gris o
lleno de estrellas.
Una isla
donde el sol se haga
agua entre
sus manos,
brille y no
deje de brillar,
como en las
grandes filmaciones,
en algún
paraíso perdido irrecuperable.
Lo cierto, en verdad,
el mar
seguirá rodeando la isla
y la
fantasía de quienes
quieren conquistarla.
Rolando Gabrielli2024