jueves, septiembre 08, 2011

LOS SECRETOS DE LA POESÌA CHILENA



Cuando muere un poeta
se revela la poesìa
de cuerpo entero
con los ojos abiertos
alumbrando el mundo,
palabras desconocidas.
La muerte sòlo pare
finalmente,
un ùltimo poema.
Con su cabeza de hielo,
tal vez la rosa
nunca muere. (RG)



La noche migrò
con su polen oscuro,
abejas reinas,
abejas obreras,
secretan un mismo poema
en el panal,
de la poesìa.
Rolando Gabrielli©2011



CHILE, POEMA

Ey, ey, es re curioso Chile / mi país natal / lejano volcánico desértico polar austral / de mar crispado / hielos continentales / con su brazo fragmentado / enjuto cuerpo desgarbado delirando / por toda la geografía / su vientre erizado / ombligo luminoso / cálido / puerta Norte de la geografía / En la costa comienza y está anclado en el país de todos los puertos / Es Chile en su invierno colosal de la vida / Qué dimensión territorial / abismales abismos / fantástica caótica desmembrada geografía / un cuerpo de piernas largas / remando / orilla por el aire perdido / en el sombrero de septiembre 11 / los pajaritos llorosos de Chile / algo tarde para los muertos / las velas blancas de la patria / los temblorosos sin memoria / ni cruces / los gélidos yertos árboles / las desconocidas lenguas del Chile austral / cementerios de lirios y claveles vivos / en la vereda del largo miedo de Chile / Ah, viejos aromos / ni me hacen falta / me asfixian de felicidad / Más raro es Santiago / donde curiosamente nací / y me hice ver hasta el aluvión del 73 / Me pateaban huérfano las calles / asfalto vigilado / plomo del cielo gris / azulado envenenado / adiós / Años después aliento podrido frente a una pared / respetar los mensajes de la ciudad / escucharla detenidamente / consejera, amiga / partí / viaje expreso del infierno/ del infierno / a la muerte civil / el ataúd pegado al lomo / de la historia personal / quedaba atrás en algún patio / del Santiago de los callados / bajo tierra y cal / Mulo del nuevo amanecer / ecos de la memoria / extremo de Santiago / pozo / huella territorial / Atrás la espalda de la historia / de un cuerpo desconocido / la sombra de un vivo / alguien por nacer / Dejas de estar vivo / sin estar muerto / dejas de estar en ninguna parte / No deja de asombrarnos / este país lejano / de huesos duros / mar crispado / hielos continentales / salitre / Norte / sal de los muertos / desierto amado / huella fragmentada / Puerta arenosa / de Chile / agua / nieve / cal y canto de los sepultados / Sur de los ángeles / santos en procesión de santos arrodillados / altares orinados / el viento Sur de Chile barre el viento / aviva el fuego / de los desesperados / por volver a vivir.

Desde el fondo de la mina

La poesìa chilena està de duelo. Uno de sus màs apasionados amantes la enviudò hace unas cuantas horas. Gonzalo Rojas, poeta del tacto, del cuerpo, del amor, de todos los sentidos, hilvanó desde el silencio la mudez larvaria de una poesìa vanguardista sorprendente. Se sobreviviò asìmismo y a sus pares por 93 años, en una metamorfosis casi perfecta. Fue un corredor de fondo en la maratòn poètica del Chile del siglo XX y XXI, un paìs de grandes e innovadores poetas, diseminados en su larga, fragmentada y accidentada geografìa. Poetas de cordillera, mar, rìos, australes, urbanos, malditos, suicidas, marginales, de todas las geografìas y confines, vivos en la palabra personal, alabados, discriminados, ninguneados, olvidados, humillados, paseados en altares, inventores de la pòlvora poètica, magos de provincia, talleristas per se, discípulos de sus sombras, pequeños dioses, dieron un perfil a Chile, pusieron nombre a las cosas. La geografìa tomò la dimensiòn de un paìs real. La pobre Capitanìa de Chile enriquecida por las palabras. El vacìo se hizo màs pequeño, como si tocara la Flauta de Hamelìn, la palabra encantò aùn a los màs sordos en algùn momento de sus vidas. Los excèpticos nunca dejaron su estado natural y de ninguna manera se arrimaron a la orilla del camino. Siempre una ruta se bifurca hacia otro sendero y los caminos raras veces se encuentran.
Se apagò el relàmpago rojiano, agudo y brillante, como si la noche entrara al negro socavòn de su natal y germinal Lebu, esa piedra elemental que frotan los duendes para encantar las noches sin luna, ni estrellas, cuando los perros ladran sin sentido. Fue uno de los poetas que màs se pronunciò contra la muerte, quizàs la sabìa inevitable y la sobreviviò, hasta cuando la vida no pudo evitarla. Sin vida, sin muerte, no hay poesìa./ La vida se entierra cada dìa y la muerte una sóla vez. /Es la acumulaciòn de todos los dìas/, ni uno màs, la palabra final. Tierra a la tierra, el gusano al cuerpo./ Las cenizas sobre el mar/viento de la poesìa.(RG)
Joven, dìscolo discìpulo, admirador de Vicente Huidobro, surrealista arrepentido, "anarca" en su propia expresiòn, "poeta de la no adhesiòn total", vallejiano, se abriò paso en ancas de su musa, sin pausa ni prisa, ni permiso, en el telùrico y crispado mar de las torrentosas corrientes de la poesìa chilena. Editò en 1948 su primer poemario La miseria del hombre, ridiculizado e ignorado prácticamente por la crìtica y solo elogiado por Gabriela Mistral, ada madrina de poetas talentosos, como el joven Neftalì Reyes Basoalto y el mismo N. Parra. Què olfato el de la maestra rural, dio paso a todos los grandes de la poesìa chilena. Grande la Mistral, hasta en su olvido nacional.
Desapareciò del escenario poètico chileno el futuro Premio Miguel de Cervantes, hasta 1964, cuando editò Contra la muerte, el libro que le abriò las puertas a la gloriola poètica nacional, con un tono personal, parodiando a Huidobro. Un libro que nacìa del silencio, a vibrar en el aire, un autor que se tuteaba con los lectores, arrancaba las visiones, los ojos cada dìa y le plantaba cara a la muerte. Un Rojas existencial, despreocupado, lùcido ante y frente la muerte. ¿Màs oscuro que la piedra de carbòn, màs luminoso que el cielo de Elqui.? En Victrola vieja, Gonzalo Rojas, define su arte poètica, que con los años irìa redefiniendo en la reescritura: La poesìa se escribe sola. Se escribe con los dientes, con el peligro/con la verdad terrible de cada cosa./...Ùnicamente el viento de la Palabra...Y critica a Èse que tiene el rècord y anda que te anda/descubriendo el principio de los principios/El alfabeto mismo le queda corto/para decir lo mismo que està dicho. Una postura, indudable, frente al quehacer poètico, como Huidobro, Neruda, Del Valle, De Rokha, Parra, Lihn, como tantos màs, fijaba posiciones en el erizado jardìn de la poesìa. Hay muchas maneras de hacer sonar flautas y tocar el bombo. Su poema Sàtira a la rima, es una pieza antològica contra el burguès y su vida burguesa y su manera de vivir. Una càtedra de humanismo para ser màs humanos: ¡Pensar que sus almas de cerdos/se van al cielo despuès de morir! Gonzalo Rojas a partir de Contra la muerte, le dio un nuevo aire a la poesìa chilena, oxigenò un camino personal, y nos recordò desde sus pàginas que Sòlo se aprende aprende aprende/de los propios propios errores.

• Los cachureos del boticario mayor

Recuerdo que Jorge Teillier me decìa que sòlo se escribe en la vida un solo poema, es decir, que todos los libros se reunìan allì. Para Rojas, èl escribìa siempre un libro sobre un libro diferente: reescritura. ¿Secretos y mitos de los poetas chilenos? ¿Tantos como poetas? No todos atravesaron el rìo, algunos a la orilla ciertamente llegaron y van remando los nuevos. Pero las plazas estàn tambièn llenas de palomas cagando desde las elegantes cornizas, como si el poema se suspendiera contra las leyes de la fìsica, màs allà de la palabra, la que lleva alas donde quiera habite.
La historia poètica chilena del siglo XX ya la habìan escrito Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo de Rokha y Nicanor Parra, quien inaugurò y se aferrò con dientes y muelas a un nuevo escenario con su libro Poemas y Antipoemas (1954), despuès de su "fracasado", germinal  Cancionero sin nombre, editado en 1937. Parra y Rojas inician a su manera, en su tiempo y propia respiraciòn, un nuevo proceso para su poesìa y la poesìa chilena, a partir de una experiencia poètica, un nacimiento frustrado. Detienen la màquina de hacer poesìa y hacen mutis por el foro, Parra, 17 años y Rojas, 16 años, tiempo que aprovecharon para montarse en su propio carrusel y zepelin que ya nadie detendrìa, a nivel nacional e internacional. Los dos, junto a Neruda han sido profetas en su tierra -aunque Parra lo niegue-y a nivel internacional, un parèntesis nada despreciable en el paìs del ninguneo. Estuve cerca de Parra fìsicamente viendo como diseñaba su antipoètica antinerudiana antitodo y ante todo, parriana. Abrìa y cerraba el paraguas de la poesìa de Chile, como Charles Chaplin. Disparaba al establecimiento local y mundial. Su polìtica era no dejar tìtere con cabeza, humor, ironìa, verso blanco, verso negro, antiverso, popular, culto, parriano, en fin, poesìa. Repetìa ese chilenismo, a diestra y a siniestra, las manos y el orden del producto cambiaban sin permanecer fijos. Quebraba viejos modismos y modos, se apropiaba de palabras sueltas, dichos, eslòganes, chilenismos, frases hechas, coloquiales, refranes, actualidad, y los cachureos contradictorios, en nuevas y otras vìas, eminentemente parrianas. Parra despuès reparaba todos esos cachureos que tal vez habrìa acumulado el viento de la palabra alrededor de su panal o viña, mejor dicho.  Construìa pieza por pieza,  poesìa al aire libre El mètodo consistìa proponer a su interlocutor un tema, una atmòsfera, una frase, un camino, una aventura verbal que ya venìa girando en su  mente. El Olimpo que Parra construìa, estaba aquì en la tierra, entre la gente, donde sus pies pisaran. ¿La palabra parriana deja hojarasca? Eso lo diràn los botànicos en su momento. Boticarios hay en todas las esquinas.
Un poeta debe escribir/despuès del futuro/Decir nada y todo estarà por decir/Afirmar en su horizonte /una palabra que conmueva/
En mi trabajo, Las Vìboras de Parra, digo a modo de explicaciòn del significado para Chile de la antipoesìa: "La antipoesía echa todo en su saco, pero no roto, en la Caja de Parrandora, recicla los materiales, inhala desde el estiércol a la primavera, de nada se priva el poeta, su oficio: boxear con las sombras del mediodía, arrancarle espuma al verbo, sacar del cuidado intensivo a la “poesía tradicional”, Parra se siente un sepulturero de adjetivos y metáforas, porque si no dan vida, matan. Hombre de poca fe, pone toda su fe en la antipoesía." Què bombo, señor Corales. Lo cierto es que Parra se convierte en un trasgresor a tiempo completo, francotirador y no se detendrà hasta el final de sus dìas. A su poesìa ya le han salido nietos.
Del prolongado silencio de ambos poetas y de sus futuras confrontaciones, incesantes bùsquedas, pequeñas guerrillas con versos incluidos, surgirìan dos de los màs grandes exponentes de la poesìa chilena e iberoamericana. Parra y Rojas, dos poèticas distintas, admiradores de un mismo maestro: Huidobro. Gonzalo Rojas, gustaba recordar que le habìa dado la libertad y Parra siguió los consejos huidobrianos, cuando dijo: “un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él”. Sólo por medio de la poesía, remataba Vicente Huidobro, el hombre resuelve sus desequilibrios, creando un equilibrio mágico o, tal vez, un mayor desequilibrio. En eso han andado Parra y Rojas, al parecer. Huidobro suspendìa el adjetivo hasta nueva orden, porque si no da vida, mata, decìa, lo trataba como un sepulturero de las imàgenes. Una de sus grandes recetas. Ahì no habìa afrancesamiento alguno, màs bien tècnica, y un llamado de atenciòn a los calificadores de grandes metaforones adjetivados.

Huidobro había fijado posiciones en 1916 con su libro El espejo de agua: Arte Poética: Que el verso sea como una llave/Que abra mil puertas/Una hoja cae; algo pasa volando/Cuanto miren los ojos creado sea,/Y el alma del oyente quede temblando./ Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra; El adjetivo, cuando no da vida, mata. Màs que una advertencia, una sentencia huidobriana en lo rotundo de la palabra creación que tanto amaba. Para ser sinceros, esta es una palabra que nunca le gustò a Nicanor Parra. Varias veces le escuchè criticarla àcida, irònicamente, quizás por ampulosa, falsa, inexistente, absolutamente inmanejable, porque crear es partir de cero, algo que no existe. ¿De tanto amar al maestro, se le mata inconscientemente de un solo plumazo o resbalón?

• El Aedo de la araucanìa raya la cancha

Neruda, citò solo a dos poetas en su discurso cuando recibiò el Premio Nobel de Literatura en 1971, en Suecia: el francès A. Rimbaud y de manera indirecta-directa, a Huidobro, lo que termina siendo un homenaje a la estatura del vanguardista sin paracaìdas que representò este singular personaje, y cito: "El poeta no es un "pequeño dios". No, no es un "pequeño dios". No está signado por un destino cabalístico superior al de quienes ejercen otros menesteres y oficios." Neruda plantaba banderas en Estocolmo.
La incertidumbre es materia vital de la poesìa, allì nacen y mueren todas las certezas y vuelven a florecer como los aromos en primavera las màs sòlidas interrogantes en sus propias cabalgaduras, a lomo de mula, a pie por los abismos, con la respiraciòn entrecortada y la esperanza que un espejismo nos ilumine. Gonzalo Rojas trabajò en mi opiniòn esa lìnea libre sin horizonte que la retuviera o enmarcara, indagò en la palabra hasta su silencio, para comunicarnos lo mejor de su mundo y espanto. Reducir la poètica rojiana al erotismo como ocurre en estos dìas finales y aùn antes, no solo serìa un error, una tonterìa al desconocer la obra de un poeta total que utiliza todos los recursos del lenguaje y los sentidos, oralidad e intertextualidad. Para Rojas el poema pareciera un edificio de mùltiples compartimentos que se van comunicando entre sì como si fueran en el aire de las palabras.

¿Sabes cómo escribo cuando escribo?
Remo en el aire, cierro
las cortinas del cráneo-mundo, remo
párrafo tras párrafo, repito el número
XXI por egipcio, a ver
si llego ahí cantando, los pies alzados
hacia las estrellas... (Rojas)
El siglo XX fue la època dorada de la poesìa chilena y un escenario de choque de elefantes, Neruda, Huidobro y De Rokha-en un paìs largo como una tira tragicòmica, que se perdìa en la bùsqueda y mirada impùdica, casi obscena de su propio ombligo de paìs insular. Octavio Paz, el mexicano que le dio un nuevo fundamento a Mèxico, no era precisamente amigo ni apologista de Neruda, sobre todo el polìtico, dijo en una conversaciòn telefònica a Jorge Edwards, segùn cita en su libro Adiòs, Poeta: "Mira, quiero decirte una cosa, ya que tù estabas tan cerca del personaje. El año pasado releì las obras completas de Neruda, desde la primera pàgina hasta la ùltima. Creo en mi ediciòn faltaban algunas cosas del final, pero leì entero y por orden todo lo que tenìa. Mi conclusiòn es que Neruda es el mejor poeta de su generaciòn. ¡De lejos! Mejor que Huidobro, mejor que Vallejo, mejor que Borges. Y mejor que todos los españoles. Es un poeta muy irregular, desde luego, pero en sus grandes momentos es el mejor. Siempre lo he pensado asì: uno de los mejores del idioma. Residencia en la Tierra es un libro extraordinario" ¿Nicanor Parra no figuraba en el canon del mexicano Paz, un ensayista luminoso? ¿La atmòsfera Neruda era una caja fuerte hasta los setenta?

Años màs tarde el poeta mexicano, Josè Emilio Pacheco, dirìa que Residencia en La Tierra es el libro màs importante del surrealismo. No es cualquier afirmaciòn, ni ligera complacencia. Pienso que Residencia en la Tierra es el libro mayor de la poesìa chilena y latinoamericana, a los españoles les dejo que indaguen en su poesìa. Es el màs citado por los amigos y detractores del poeta, referenciado como pocos, estudiado, leìdo, citado, salvado de la hoguera en que algunos ponen la poesìa de Neruda. Es un gran secreto a voces que es un libro influyente ayer, ahora y mañana. Con mi razón apenas, con mis dedos/ con lentas aguas lentas inundadas/caigo al imperio de los nomeolvides/a una tenaz atmósfera de luto....Dulce materia, oh rosa de alas secas/en mi hundimiento tus pétalos subo/con pies pesados de roja fatiga/y en tu catedral dura me arrodillo/golpeándome los labios con un ángel...Neruda, en Residencia en la Tierra, en el texto “Ritual de mis piernas”, juega en solitario con su cuerpo, en un poema notable, profundamente erótico, vital, telúrico, donde la soledad se siente sola… Lo de Neruda es más carnal, ya no es el adolescente provinciano, vive en Rangún, ha atravesado su largo cuerpo geográfico desde el Sur al Asia, con el espanto de los cuartos vacíos, de los atardeceres solitarios…

Largamente he permanecido mirando mis largas piernas,
con ternura infinita y curiosa, con mi acostumbrada pasión,
como si hubieran sido las piernas de una mujer divina
profundamente sumida en el abismo de mi tórax.
Pablo Neruda, antes de los 30 años de vida, habìa rayado la cancha de la poesìa chilena, latinoamericana y de habla hispana, con su Residencia en La Tierra, un libro mayor, del cual tambièn beberìan sus detractores, y poesìa toda, de la cual surgirìa contra ella, Nicanor Parra y el mismo Gonzalo Rojas se cuidarìa de no ser tragado por el Dragòn mayor del fuego de la poesìa chilena. Siglo de la hegemonìa nerudiana hasta su muerte en 1973,- a pesar del protagonismo parriano en la ùltima dècada- pero no debemos pasar por alto la obra de brillantes castillos en el aire, sueños, libertades, bùsqueda, del Altazor huidobriano, como Los Gemidos angustiosos y a veces lìricos pasos por la repùblica del Macho anciano de la poesìa, Pablo de Rokha, la Mistral, indudablemente, y un coro de poetas que siempre estuvieron y siguen estando a la altura de este movimiento poètico de mùltiples cabezas y ramificaciones. Es largo el rosario de poetas chilenos que pusieron sus picas en el Flandes poètico de la Loca geografìa de Chile, de Norte a Sur y Este a Oeste. Si el gran momento històrico Nerudiano, Mistraliano, Huidobriano, Rokhiano, Parriano, Rojiano, los ocultò bajo las piedras de Chile, puso al borde de los caminos y los acantilados de la geografìa, durante la Guerra Frìa, el Golpe de Estado, en esos tiempos de agonìa cultural, debemos nombrarlos, a riesgo de no estar todos los que debieran: Rosamel del Valle, Humberto Dìaz Casanueva, Carlos de Rokha, Miguel Arteche, David Rosenmann Taub, Alberto Rubio, Eduardo Anguita, Alfonso Alcalde, Armando Uribe Arce, Braulio Arenas, Efraìn Barquero, Enrique Lihn, Jorge Teillier, Oscar Hahn, Rolando Càrdenas, Floridor Pèrez, Gonzalo Millàn, Omar Lara, Waldo Rojas, Manuel Silva Acevedo, Jaime Quezada, Oliver Welden, Hernàn Miranda, Josè Cuevas, Raùl Zurita,........... Roberto Bolaño es un poeta de la prosa, un poeta del relato, un poeta de la historia de la vida, de poetas y sus circunstancias.
Si la poesìa chilena recayera solo en  los seis poetas històricos, que los crìticos de una u otra manera señalan, se habrìa estancado y no tuviera destino, ni la variedad y riqueza que sabemos ha alcanzado. Dentro de Chile surgiò una cantera de poetas  en las revistas que se han editado de Norte a Sur, Como Trilce en Valdivia, Arùspice, en Concepciòn y Tebaida, en Arica. Todas tienen nombres reconocidos, como Omar Lara, Waldo Rojas, Oliver Welden, Jaime Quezada, Floridor Pèrez, Gonzalo  Millàn. Trilce aùn se mantiene en el tiempo, lo que es un rècord para este tipo de publicaciones. Àrbol de Letras, que dirigiò Jorge Teillier y  Cormoràn, Enrique Lihn,  ambas en Santiago, tambièn ocupan un lugar importante dentro de la poesìa y literatura chilena.  Poesìa en estado puro, directamente del fabricante.
• Relevo de un corredor de fondo

Pienso que Oscar Hahn seguirà con el timòn que en algùn momento fìsico abandonarà Nicanor Parra de 97 años, porque ha recogido esos saberes ocultos y visibles, la Gran Receta de la Poesìa chilena, sus secretos màs reales, invisibles y propios: armar la vida y la agonìa, la protesta, el amor, adentrarse en las cosas, ser parte de la geografìa con un sentido de identidad y pertenencia, no dejar de nombrar, pero todo a travès del lenguaje. Hacer y ser historia. Nada al azar, nada casual, sin desprenderse de los sueños, ni olvidar los laberintos del insomnio por los que pagamos algunos un justo precio. A partir de la derrota nace la esperanza, como nos dice en este texto Oscar Hahn:

Despuès del incendio
Tengo que recoger mis escombros
darles la forma humana que tenian
y seguir adelante
Que no haya brasas en los ojos
ni nubes de humo negro en el alma
Algunas cicatrices
por aqui y por allà son aceptables
Lo demàs es echarse el dolor a la espalda
limpiarse las cenizas
y continuar andando
Lamentablemente para la poesìa chilena, la temprana desapariciòn fìsica de Gonzalo Millàn, truncò tiempos aùn màs excepcionacionales (està bien dicho) para la poètica chilena e iberoamericana. Gonzalo Millàn siempre fue un constructor de prolijas, grandes, reales y fantàsticas miniaturas. De escenarios donde estaba el ojo acucioso, detallista, obsesivo del poeta. Todo detràs de la sombra de la palabra. Ànforas que cultivaba en las estaciones de la vida. Vasijas griegas que asomaban bajo las arenas. Islas, solitarias islas nunca abandonadas. 
Su gran receta: escribir nueve versiones sobre un poema, como si fuera una cabala y nunca sentirse satisfecho, entrar y salir por la aguja del sastre. Gonzalo Millàn era el guardiàn de la palabra y donde quiera que estè, sigue trabajando en sus quimeras. Investigaba el canto de la palabra en su filo, toda su voz, color y textura de la palabra en la palabra. El poema para Millàn era como una cabeza de cebolla con mùltiples capas, hasta encontrar la perfecta. La cebolla es clave en la cocina chilena. Escribìa con la yema de los dedos algo que ocultaba la luz a la sombra y viceversa. Al otro lado del poema, siempre asomarà Millàn.
La receta de Neruda era no tener receta, sòlo escribir, despreciaba el "intelectualismo", èl, un viejo y zorro lector de los clàsicos españoles, franceses, ingleses, Whitman, traductor de Shakespeare y màs. Se lo dijo a un crìtico francès, Claude Couffon: "La poesìa de Mallarmè la defenderè siempre, pero en nuestras casas americanas, donde penetran el frío y la nieve y el sol abrasador, la poesía debe ser diferente."
Uno de los grandes secretos de la poesìa chilena es que sus poetas son estudiosos de la poesìa, leen, viajan, no temen la contaminaciòn en un ejercicio absolutamente personal y que sobrevive por la tenacidad frente a la pàgina en blanco. No hay un modelo a seguir, pero leer es recomendable, insistituible. ¿Todos los caminos conducen a la poesìa? Dirìa que el personal es el màs vàlido, pero existen muchos Ulises que ya hicieron algùn tipo de recorrido hacia Itaca. En esto, de còmo anduvo la poesìa chilena y lo sigue haciendo, no todos opinaron, ni se confrontaron. Neruda como Parra, lo hicieron cuando les atacaron. Gonzalo Millàn fue llamado "el mudo" por Lihn, pero construyò una poètica que deja sin voz ni palabras al màs exigente lector. Su secreto fue tambièn su silencio constructor y traductor de mundos invisibles.

• Una poesìa de Antologìas

Rojas y Parra volverìan tras la huella de las antiguas confrontaciones nerudianas, huidobrianas y rokhianas, como delfines visibles de las nuevas ramas del frondoso àrbol de la poesìa chilena del siglo XX, que marca distancia de Amèrica latina, con contadas excepciones como el peruano Cèsar Vallejo, fallecido prematuramente en 1938 y que escribiò sobre roca andina. Jorge Luis Borges, Ernesto Cardenal, lo mejor de Octavio Paz, Josè Lezama Lima, Eliseo Diego, Juan Gelman, Josè Emilio Pacheco, Alejandra Pizarnik, Carlos German Belli, Roque Dalton, son voces de primer orden, sin duda, en el concierto poètico latinoamericano. Rubèn Darìo es cabeza de generaciòn, padre del modernismo, que dicho sea de paso en Chile no tuvo una repercusiòn interesante a pesar que allì viviò y escribiò Azul, su principal libro. Seguramente no estàn todos, para màs de algùn lector, pero si los que estàn, son y no sobran. En este escenario latinoamericano de poetas, todos son tan distintos, como el lugar a donde pertenecen, aunque vienen de las palabras que leyeron, siempre se pone el cuerpo, sudor, la vida. Vienen de islas, paìses aislados, geografìas urbanas, extremos somnolientos, capitales porteñas, hay historia, memoria, raíces, sueños, la vida que acumula otras vidas y la cuentan las palabras. No todo se va por un caño, y tampoco lo recoge un rìo, que siempre es movimiento.
El Dragòn de la poesìa chilena tiene muchas lenguas de fuego y es su diversidad, riqueza, lo que la diferencia no solo del resto de Amèrica, sino de España, en la centuria pasada y en esta època, aunque han desaparecido prematuramente poetas de una retòrica personalìsima, como Enrique Lihn, Jorge Teillier, Gonzalo Millàn , dueños de su propio mundo poètico y referentes obligados de la poesìa chilena. Todos autores indispensables en el largo recorrido que iniciara Alonso de Ercilla y Zùñiga, con La Araucana, en 1569, aunque el libro lo terminò de escribir en España dos dècadas despuès. Chile paìs de fundaciòn èpica, paìs de poetas, nacìa en la perdida Capitanìa general atravesado por las luchas de sus valientes guerreros indìgenas (mapuches) y la pluma del conquistador que retrataba la gesta heroica de un pueblo "belicoso" y amante de su tierra. Habìa sido re-descubierto por un analfabeto, Diego De Almagro, una curiosidad nada despreciable en la antologìa de la conquista española. El cero sumatorio de la historia chilena entrando por el desierto de Atacama. Diego De Almagro/maravilloso, apestoso, ruin aventurero/ciego de gloria, vacío de oro/ pequeño ambicioso/¿Qué te dijo el desierto? No encontraràs nada/huye pobre atorrante/con tu espada de sal/entierra tu armadura analfabeta/y tus tristes ojos de mula/Chile es mar y fuego/ aguas plateadas y torrentosas/ desierto sin paradero/bosques de lamas/No pases/no pases/Vuelve sobre tu espalda/entierra tu vida/en la sombra/descubridor del miedo. (RG)
El mapa de la poesìa chilena es màs amplio, diverso, enjundioso, plural, profundo, que sorprenderìa a cualquier lector avezado y curioso. Algunos nombres vitales ya estàn en estas pàginas. La verdadera poesìa siempre aflora, en algùn momento sube a cubierta y comienza a navegar. Hay libros y poetas, escritores nàufragos que se rescatan como si fueran una botella lanzada al mar por manos anònimas, mensajes  por la sola aventura de la palabra. Ahì tambièn surge un aprendizaje, porque la palabra nunca termina abandonada del todo.
La poesìa chilena es de antologìa, por obra y gracia de la diversidad de sus poetas. Algunos pueden venir de las aldeas, pero sus textos gozan de universalidad. Pienso que ademàs la poesìa tiene sus propios canales de comunicaciòn, fermentaciòn de sus uvas, aroma de vinos y frutos del mar. Aùn, en las ciudades màs encementadas, los poetas respiran toda la geografìa y desde luego su lar asfaltado, los mundos de la ciudad y del individuo como materia prima de sus trabajos. Complejos pisos psicológicos del individuo parriano, por ejemplo.
  • Los poetas de la provincia uniformada
    A partir del Golpe Militar, el fantasma de los muertos, desaparecidos, torturados, exiliados, dentro y fuera de Chile, recorriò el mundo y desde luego la frontera nacional. La Provincia uniformada que fue Chile por 17 años y medio, expulsò por a b c motivos a numerosos artistas y puso un gran bozal en el interior de la República.  Oh, provincia uniformada/tu palabra coagulada, asfixia con sus cuchillos filosos/ Amanecer de alas en bandada. /Un ruiseñor ha muerto. (RG)
    Recuerdo a dos grandes sobrevivientes de ese período hablando una noche en un departamento oscuro que había abandonado el poeta brasileño Thiago de Melo en uno de los corazones urbanos de Santiago, discutiendo sobre teorías poéticas, atravesados en la lengua desobediente del arte de las palabras en un Chile fatalmente agónico y mudo. Charles Chaplin y Buster Keaton,- Parra y Lihn- en un singular recorrido por una pieza oscura, observados por mis ojos kafkianos, irrepetibles en un Santiago de obsesiones, rutinas castrenses, bandos demencialmente ridículos y ese pasaje estrecho entre el sarcasmo y lo patètico. El paìs con su espinazo roto, boqueaba, coagulaban los ojos sobre un paisaje muerto, irrespirable, y la poesía crecía en las noches kafkianas, transplantada en el aire de las voces de dos de sus mayores protagonistas, y deambulaba la palabra. Definitivamente se sentaba frente al abismo, lo poco que quedaba de una historia muerta. Las piernas colgaban de un balcòn mientras pasaban los tanques silenciosos bajo la madrugada de horror. Orugas de la muerte. El poema respiraba por su propio riesgo. De una orilla sin autor, la cicatriz volvìa paciente en la memoria. Nadie sabìa hasta ese entonces, cuan sospechosa se pondrìa la poesìa a partir de la fecha. Ni hablar, recomendaban los mudos. Oh, ciudad desierta, abràzame sin terror./ Mi espanto te supera./ Paralizas mi cuerpo y anda/ en una recta desconocida/ Làzaro entre las palabras equivocadas. /No nombro para no llamar a la muerte/ni interrumpir tu sueño probable/ Este paisaje no tiene descripciòn/ me es nuevo/Permanecerà bajo los pies cerrados del asfalto/ de la noche. (RG)
    Salì de Chile en 1975, es cierto, he vuelto, pero no he estado todo el tiempo necesario para ponerme al dìa y menos de los que vienen despuès del apagòn cultural del 73. Esa afonìa de fin de mundo que impusieron los panzer del Gran Dictador. No volaba ni una hoja sin el permiso del àngel de la muerte y las que se escribìan, las sepultaba el glacial silencio obligado de la dictadura. Otros tantos esperan sacar un conejo del profundo sombrero del frondoso àrbol de la poesìa, como lo hizo en otro siglo Vicente Huidobro y tantos otros. Hubo Manifiestos en esos tiempos huidobrianos, retòrica, elocuencia, tribuna, doctrinas, movimientos, tendencias, revistas, lecturas, condenas, escuelas, cofradìas, poetas malditos, francotiradores, oficialistas del establecimiento, lumpenes adorables, mitòmanos fantàsticos, lectores insomnes, eruditos, poetas de doble rosca y tuerca, surrealistas irreductibles, poetas domingueros, festivaleros, falderos, de la rima, sectarios, profetas de su propia fe, energùmenos incontrolables por su propio ego, que fueron felices a su manera y se hicieron presente en las Grandes Alamedas y bares de la poesìa chilena. No nos repitamos, seamos memoria. La originalidad es un deber, caballeros, responde la poesìa desde el espejo roto de la realidad. Hubo siempre vida, en los momentos màs dif'iciles, poesía. No siempre se ha babeado en las esferas oficiales.
    La poesia cambia de color, olores, sudores, cuerpo, se sube a todos los sentidos y planta cara en el subconsciente y desde ahì dicta Andrè Breton su famoso Manifiesto Surrealista (1924): sueño y vigilia. Escritura automática, el disparador del subsconciente. "Amada imaginación, lo que más amo en ti es que jamás perdonas. Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme."
    La Mandrágora fue un grupo de poetas surrealistas chilenos fundado en 1938 por Teófilo Cid, Enrique Gómez Correa, Braulio Arenas, al que se suma un adolescente, Jorge Cáceres. Dicen, las malas lenguas, que uno de ellos quiso ser más surrealista que Bretón. Lo cierto es que el Surrealismo abriò grandes fronteras a la poesía, fue una estética revolucionaria, y se escribió una notable, única, irrepetible página no sólo en la historia de la poesía universal, sino del Arte. El cadàver exquisito se superò asimismo. Fue un grupo, La Mandràgora, que giró entorno a Vicente Huidobro, en cuya casa naciò el movimiento, y coincide con el inicio de la industrialización de Chile, la creación de un Frente Popular, una época que marca época dentro del devenir político, social y cultural futuro de ese país suramericano. Un tiempo tambièn para las vanguardias. Neruda había escrito sus Residencias en la tierra, 20 Poemas de amor y una canción desesperada, España en el corazón, entre otros libros; Huidobro, El espejo de agua, Temblor de cielo, Altazor o el viaje en paracaídas, etc., la Mistral: Desolación, Ternura y Tala y De Rokha: Los Gemidos, Escritura de Raimundo Contreras, Gran temperatura. Cimientos a los cuales se sumaria la Antipoesia de Parra, años despuès, la verdadera obra gruesa de una nueva arquitectura poètica en Chile, Latinoamérica y en el mundo de habla hispana.  Faltaba humor a la poesìa, que le otorga trascendencia, que no es lo mismo que el chiste, que le afea.  Cuando el chiste surge,  se repite, la carcajada se agria y ella misma corta el switch con el lector que la habìa puesto a funcionar.

    • Ese otro panorama ante nosotros

    Alfonso Alcalde, autor de unos treinta libros, anduvo y desanduvo países, geografías, casas, esposas, hasta que escribiò El Panorama ante nosotros. Después, cuando le apareciò la soledad corroer el alma, se suicidó y enviudó de cinco ex esposas, pero ya había escrito ensayos, cuentos, biografías, libretos de cine, historias, Balada de la ciudad perdida, con prólogo de Pablo Neruda, libro que quemò integramente a pocos días de su ediciòn. Vivió la vida y sus lenguajes, todos los oficios, -desde cuidador de jardines a cuervo de funeraria- y la vida lo consagró a la pobreza, un sobreviviente tenaz, como la poesía que nunca muere, dijo, sino, duerme. “Poesía y vida es una sola prisión sin escape y con su correspondiente prontuario. En este aspecto no hay vuelta que darle", precisó en una entrevista única. Alfonso Alcalde es uno de nuestros grandes escritores olvidados, el mismo lo reconoció, y algunos dijeron en su tiempo que exageraba, porque le santificaron Neruda, Rojas, Donoso, Ángel Rama, Jaime Concha y Alfonso Calderón. Alcalde es un personaje como pocos, un día la vida se le paralizó, su cuerpo vivìa encerrado en sì mismo en sí mismo, hasta que cuatro meses después volvió rompiendo papeles, pegándolos con engrudo y surgieron exposiciones y dio nuevos pasos. Alcalde es uno de los grandes secretos de la poesía de Chile, una suerte de amuleto para cualquier lector y principiante de escritor dispuesto a avivar el seso. Cuando viajó a Uruguay, antes del Golpe Militar del 73, su mujer alquilò su casa a un General, quien en presencia de los vecinos, quemó toda su obra inédita, unos 20 años de trabajo. Fue un tipo de excepción, reconoció como sus maestros a Neruda y De Rokha, dos poetas irreconciliables.
    Escritor de la literatura total con un registro que llegó a superar su propia existencia, porque la obra le consumía, por dentro y por fuera, quemàndole las entrañas. Alcalde se consagrò a la eterna pobreza y a la chilenidad culta y popular, buceò los hondos meandros del largo río de la poesía chilena. Se supo marginado, a pesar de su consistente, maciza, amplia, vasta y contundente obra. Se metió adentro del espejo de sus hermanos semejantes y quizàs allì fue silenciosamente feliz. No me pregunten, no lo conocí, sòlo le leo lo que tengo a mano. En testimoniar tambièn hay un compromiso. Pertenece Alcalde a la estirpe de los poetas ninguneados, abolengo insigne en la historia chilena.
    Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte, es un profundo ejercicio sobre el amor-dolor-pasión-redención-un extraordinario agudo divertimento sobre la palabra y la intemperie de la vida. Amor de pobres y errantes amantes de carne y hueso, unidos en la cruz de la vida. A su velorio se presentaron cuatro de sus cinco (ex) esposas y volvieron a enviudar. La poesía seguirá siendo ancha de amores, amante eterna, plaza viva de su espacio, voz húmeda, irrepetible, palabra y polvo enamorado, Quevedo.
    La poesía chilena desde 20 Poemas de Amor, el folletín universal nerudiano, no ha sido escasa de amores y su dedicación tambièn al tema del desamor, permanece en el tiempo, de manera ejemplar y legendaria. La trágica Mistral, Huidobro, Rojas, Parra, Alcalde, Lihn, Barquero, Teillier, Hahn, Millán, Welden, Silva Acevedo, Lara, escribieron de muchas maneras, como dice Lihn, pero no de cualquier modo. No se trata de lanzar palabras a la deriva de los cuerpos, penetrar como un buzo ciego sin tocar fondo, y dejar las alas muertas sin volar, sino volver a volar a ras de un tiempo ya inexistente. En Rocìo de los prados, Hahn, da cuenta de un amor terminal con la economìa de lenguaje incluida el adiòs. En un breve texto de siete versos juega tambièn con el simple corte de una palabra, pero la lectura es inequìvoca al reafirmar el contenido del poema con los dos versos finales.
    No nos encontraremos tù y yo
    No nos
    encontraremos ya màs
    en el solsticio de invier-
    no nos
    encontraremos nunca màs
    nunca màs

    El amor es el gran lugar comùn de la poesia, tema recurrente, por ello difìcil de expresar con algùn grado de originalidad. Alfonso Alcalde, busca escribir sobre el tema desde su propia costilla y la de sus acompañantes. Es lo que hace en su libro Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte:

    AQUELLOS
    que en los cuartos
    circulares se encerraron
    y gimieron hasta
    silenciar sus ruidos
    y luego partieron
    y nunca más
    volvieron a verse
    EL AMOR LOS REDIMA.
    La variedad es casi infinita y no lo es porque el amor tiene esa rara cualidad de reescribirse asìmismo, no termina de explicarse y nunca lo harà, porque es un motor siempre en estado de alerta, ebullición, esperanza y fuga, reencuentro y partida, conquista, lejanìa, presencia y memoria. La poesía amorosa es el arte de la sobrevivencia, colinda con la realidad y la vida personal. El lenguaje no es algo decorativo, surge como un boomerang asido a una cuerda floja.
    En este escenario, paisaje de olvido, en la poesía, el folclore, la palabra musical, el lenguaje popular, y en esta apuesta de lo chileno, propio, esa aventura por la identidad, recuperación de lo autèntico y esencial, Violeta Parra forma parte también de la historia universal. Anduvo la geografía y dejò su huella diseminada y compuso la partitura popular de lo chileno olvidado. 21 son los dolores, y los enumeró uno a uno: Una vez que me asediaste/2 juramentos hiciste/3 lagrimones vertiste/4gemidos sacaste5/minutos sacaste/6 minutos dudaste/más porque no te ví/7 pedazos de mí/8 razones me alejan/9 que en tu boca sentí... Violeta Parra fue y sigue siendo un himno chileno-latinoamericano y como cantautora nos dejó poesía, su arte, mùsica, su visión de lo chileno, eso que algunos tanto despreciaron en vida de esta mujer de voz áspera, desgarrada, trágica, popular. Le arrinconaron en su carpa, la vida y la muerte en un mismo oficio, y los intereses miopes, mediocres, y un día tomó el camino final de otros grandes artistas excepcionales y trágicos, desamparados por ese olvido embrujado del desprecio. Ya le habìa dado gracias a la vida.

    • Poetas mudos y ventrílocuos

    Muchos buscadores de pepitas de oro, cargadores de lenguaje, inconformes con el verbo y las frases hechas. Y todos en este métier, como si en el oficio les fuera la vida. Hay suicidas y gozadores per se, poetas romànticos atravesados por su sino. Poetas mudos y ventrílocuos, Poetas del Sur (el Norte tambièn existe) con un aureola de santones intocables, poetas de todas las latitudes y geografìas, Poetas de pensiones baratas, adelantados, dueños de su inagotable victrola. Poetas en turno de Oriente a Occidente, Este a Oeste, en todas las direcciones posibles, y compartiendo la teorìa del pèndulo, dos o tres fèminas, con la excepciòn de la Poeta Mayor que siempre corriò por su propia tangente. Lucila en su alucinaciones constantes, (en medio de tantas aluciones) huyò de Chile por cielo, mar y tierra, multiplicando sus propios panes y peces de su poesìa. Esa fue su materia esencial, en medio del aceite y del vinagre. Ejerciò la maternidad con tres de los poetas mayores del país: Neruda, Parra y Rojas, siempre desde la alegrìa y celebraciòn, el conocimiento de la poesìa. Desplegò alas con sus viejas cicatrices de cigueña del Valle de Elqui, procreò por los demàs estos hijos que nunca abandonò en sus sueños y vida de Cònsul de Chile en Amèrica y Europa. Este es el gran secreto de la Cocina de la Mistral, su poesìa limada una y otra vez, nunca satisfecha, arrastrando para muchos el mito de la sequìa con sus baùles la patiloca màs incompredida del Chile provinciano, pacato, cegato, de ojo polifèmico sanguinolento. Escribiendo sobre su tablita màgica, corriendo sus libros impresos, haciendo crujir las palabras, arrancàndoles el ùltimo aliento y aùn asì, archivàndolas como si fueran indefensas (os), desprotegidos, desvalidos poemas. Esa fragilidad, ausencia de sì misma aparentemente, quizàs fortaleciò mucho màs el mito de la Mistral, una mujer que mostraba una gran entereza al solo ver el trazo de su escritura sobre sus célebres cartas. Su secreto fue ser quien fue, no dejar de buscar, ni siquiera en las religiones alternativas, en encontrar el lugar para la felicidad, en su ir y venir por el mundo, trasladàndose en su imaginario poètico real con sus queridos muertos. ¿Nadie ha pensado en dibujar a la Mistral atada al largo cuerpo de Chile, arrastrándolo por el mundo? Chile se mueve, cruje, tiembla, el mar se recoge con sus muertos, pero el paìs permanece pegado al océano y a la cordillera, sus dos lìmites como orillas contrastados como su geografìa y su largo cuerpo tan duro que no se quiebra màs de lo que està. La diversidad fragmentada se une. El paìs vuela en sus còndores en el alto vuelo de sus alas. En materia de poesìa no todos aterrizan ni llegan a algùn aeropuerto. La poesìa tambièn migra, se vuela y retroalimenta con la experiencia de la ausencia. Se silencia por partida doble. Cae en el abismo y lo que la luz le niega, cubre la sombra. Pasa el tiempo que tiene todo para sí mismo y recoge los muertos en la vieja y eterna ecuaciòn de la vida y la muerte. Hay un raro polen que permanece en el viento y nacen nuevas palabras.
    • La Diàspora existe detràs de la palabra
    La Diàspora tambièn cuenta. Puede tener alguna ala rota, vomitar silencio o ser insomne de por vida, pero existe. Es un viaje que algunos hemos hecho largo. Un viaje en círculo quizàs, sobre un mismo punto de partida y una mirada que se puede confundir en uno mismo, aunque presiento que se viaja con un paisaje conocido y registrado en la memoria. Todo círculo vicioso busca su propio encuadre virtuoso. Hay quienes se integran, otros desintegran, algunos visitan la memoria. Se puede borrar el horizonte màs pròximo o dejar que un paisaje no visitado, forme parte de un futuro en algùn lugar.
    Neruda no parò de escribir, dejò ocho libros inèditos al morir, y si bien para Enrique Lihn "cediò" la vanguardia, el liderazgo poètico a Nicanor Parra, la poesìa necesitaba otro proyecto, aire, y esto ocurre en los nuevos cìclos, perìodos que tienen las artes para renovarse y trazar caminos inèditos hasta ese momento. El parricidio, màs que una metàfora, està y forma parte de la literatura universal. Y Parra se venìa preparando desde su libro iniciàtico Poemas y antipoemas. Fue hegemònico el proyecto nerudiano por largo tiempo en la poesìa chilena y mundial, con todas sus peculiaridades màs allà de la poesìa. Parra, Gonzalo Rojas, Anguita, Arteche, Rubio, Lihn, Teillier, Barquero, Millàn, Hahn, Uribe Arce, Waldo Rojas, Silva Acevedo, Lara, muchos otros buscaron alternativas que le distanciaran del Vate de Isla Negra por el simple instinto de supervivencia y la necesidad de presentar un proyecto propio. La Escuela Làrica que fundò Jorge Teillier, es un nuevo imaginario para la poètica chilena, el mundo dorado de la infancia, su Paraìso perdido, el lugar, (Lar), una poesìa nostálgica, incandescente, surgìa del Sur de Chile como un espacio inédito. Teillier, el mismo, es uno de los grandes mitos de la poesìa chilena. Fue poeta las 24 horas del dìa, ni un segundo màs ni menos. Teillier es quien nos dice: Lo que importa no es la lluvia/sino sus recuerdos tras los ventanales en pleno verano. Poesía de hallazgos, diademas que la Musa deja flotando en el aire.

    En poesìa todo es posible, un gènero noble, flexible, màgico, que se presta y permite una extraordinaria plasticidad. Cada poeta puede hacer su propia perfomance. Pero Neruda siguiò dàndole vuelta a la manivela de la poesìa y cubriò perìodos extensos con sus continuos cambios, innovaciones, desde el romanticismo a la èpica, lo eminentemente popular, surrealismo, vanguardismo, realismo y esas Odas elementales, que son algo afrodisìacas, parecen amapolas en constante ebulliciòn social, existencial, natural y que dan cuenta de las pequeñas cosas esenciales de la vida.
    La poesìa chilena, no viene de Chile, como ha de entenderse en el estricto sentido de la raiz misma, aunque La Araucana es un primer antecedente y la epopeya arrancò del suelo indìgena, Mapuche, de la araucanìa para los españoles. Los clàsicos chilenos incorporan a los poetas europeos, norteamericanos, el movimiento surrealista, franceses simbolistas,- Rimbaud y Baudelaire- ingleses, españoles, griegos, rusos, alemanes, latinoamericanos, chinos, hindùes y cocinaron tambièn su propia poesía. La receta criolla con sus ingredientes, sabores, texturas, la poderosa carga geogràfica, historia de cataclismos y primaveras otoñales, la respiraciòn del poema en el nuevo poema. Las comidas y bebidas, la epopeya Rokhiana angustiosa, desgarrada, delirante, el folclore parriano y su antipoesìa de pisos psicològicos de un nuevo individuo, la chilenidad universal nerudiana y mistraliana, desde los malabarismos huidobrianos-Parìs, Parìs- al lar teilleriano, nostálgico de paraìso perdido, la metafìsica de Anguita, Dìaz Casanueva, la metàfora del espanto de lo real de Lihn-¿ciudad, ciudad real o irreal?- Hahn, Millàn, los dos Rojas, Rubio, Armando Uribe, Silva Acevedo, Omar Lara, Oliver Welden, Raùl Zurita, José Cuevas, la poesìa tiene un cuerpo luminoso y se deja amar, oscurecer, transportar, alimentar con palabras, lenguaje nuevo que sòlo ella puede llegar a recrear.

    • La derrota del silencio

    Lihn es uno de los poetas más interesantes, complejos, en búsqueda incesante de un estilo, una poesìa, un mundo propio, con su monólogo y fantasmas, espejos reales. La poesìa de Lihn tiene una carga personal indiscutible, aunque el yo se desprenda de la estructura del poema, banalice en ocasiones, se esfume, no crea en el mismo. Lihn se divierte contrariando su espejo. Escribiò màs generos que la poesìa, era un perfomance, trasgresor, estudioso de la literatura, nunca tragaba en primeras aguas y era hombre de pronunciamientos, opiniones, críticas cuidadosamente elaboradas y siempre fue uno de los grandes animadores del panorama literario chileno y latinoamericano. Mucho se le debe a Lihn, un poeta consecuente, que siempre se pronunciò y nunca escondiò la mano. Ejercìa y practicaba la crìtica y la autocrìtica, poeta opinante, dueño de su "retórica", alzaba la voz, agitaba las manos en un redondel de cìrculos que se descifraban asimismos mientras la palabra zafaba hacia pistas desconocidas. Lihn armaba su propio escenario, perfomer natural, conocìa como las màscaras de la poesìa se miraban unas a otras. La poesìa tiene algo de sacerdocio, es palabra. Una cierta prèdica, como la del Cristo de Elqui, se produce desde el pùlpito de algùn poeta. Los poetas aran en el desierto, buscan espejismos, abrazan utopìas, las palabras se les vuelven inservibles, imprecisas, afònicas, insuficientes. No toda la Poesìa es de paso, ni los versos son robados, o de salòn, ni el poeta puede ser siempre un Prìncipe de Naipes o un Perro del amor. La poesìa no es una Universidad desconocida. La poesìa no puede taparse solo con Hojas de Parra.
    La poesìa chilena tiene màs caras que una cambiante moneda desvalorizada y acuña un nuevo, raro valor para asomarse al mercado. Sì, la poesìa chilena es de Antologìa y se han realizado varias, en nombre de su historia. Cada antologador tiene su idea más o menos arbitraria producto de sus gustos, lecturas, fijaciones, apreciaciones, conocimientos, lo que hace defintivamente una propuesta. Una Antologìa es una selecciòn parcial, reùne un historial poètico de sus autores, poetas de un tiempo y hay muchas maneras de enfrentar un documento de esta naturaleza. Una de ellas es ignoràndolo, digo, el lector, o tomàndolo como referencia, un punto de vista de quien se dio el trabajo de recopilar y a veces analizar un gènero en un espacio dado. El autor puede tomar la Antologìa de una manera arbitraria, hincàndole el diente a unos cuantos autores, ampliando el nùmero hasta el infinito, recogiendo una tradiciòn, siguiendo sus intuiciones, lecturas, gustos, revelando sus conocimientos, descubrimientos, hallazgos, reafirmando un tiempo explícito dentro de la historia. Un poema puede salvar el ocioso y productivo trabajo de una Antologìa. Su reverso es el poema mismo leìdo por un lector distinto.
    La poesìa chilena es un largo rìo que atraviesa su geografìa y los poetas con sus propios recursos lo navegan, inician una travesìa y algunos aparentemente lo cruzan, pero todos, a su manera, permanecen en sus aguas. La larga geografìa de la poesìa chilena està contenida entre el mar y su montaña. En ese territorio ocurren todo tipo de accidentes geogràficos, con una gran metàfora el crítico y ensayista chileno, Jaime Concha, uno de los màs acuciosos estudiosos de la poesìa nerudiana, comparò a los poetas de Chile con su geografìa. Les asignó parte del paisaje como un valor, tamaño, estatura, importancia y ello revela la diversidad, porque una geografìa con una sòla montaña serìa de un enorme aburrimiento, como toda centralizaciòn en un solo objeto. Una geografìa poètica para la diversidad de un territorio desmembrado, duro, desèrtico, àrtico, calcinante, de rotundos inviernos y primaveras, cuya poesìa adquiere la vitalidad de una verdadera residencia en la tierra, se puede escribir en una pieza oscura o en el impecable cuaderno del primer dìa de clases. La poesía chilena no tiene dueño. Afortunadamente, no es el largo monólogo de un loco.
    Seguirán surgiendo pequeños témpanos gigantes de silencio de Norte a Sur y en las geografías urbanas, hundidos como iceberg, aflorando a la superficie, los poemas. Así ha sido la historia y volverà con su monotonía de viento errático, río de sus caudalosas, agitadas, serenas aguas. Poesía del chambergo, de capa y espada, de tradiciòn memoriosa, personal, íntima, épica, metafísica, amorosa, popular, amante de la rosa, del monólogo, trágica, demistificadora, volàndose la libertad en el nido y la jaula, una llave: el poema.
    • La poesìa es una relaciòn personal

    La poesìa es una relaciòn personal, se escribe contra la muerte, el poeta es un forastero. El gran secreto de este negocio de la poesìa, es el lenguaje, està en las palabras, en repicar una y otra vez en campanas nuevas hasta gastar el sonido y convertirlo en silencio, asombro, uno y el poema. Cuando se sabe que la derrota es inevitable, el poema puede dar paso a una última verdad y aùn asì no se agota en una lectura. La palabra se sostiene asì misma o no se ha encontrado.
    Uno de los grandes secretos de la poesìa chilena, que es fàcil descubrir cuando se està dentro de ella como un gran barril de mariposas dormidas, es que las parejas, los binomios generacionales de poetas y poèticas, la han hecho muy diversa, como una esplèndida partida de ajedrez jugada desde el desierto de Atacama a su regiòn Antàrtica famosa, poesìa jamàs regida por rey alguno, aunque los han habido por perìodos, màs largos, màs cortos, pero siempre han surgido de la gleba poètica estos prìncipes encantados con la palabra propia y del mundo. Se ha derrumbado una y otra vez màs de un castillo en el aire. La poesìa no tiene amos, sino amantes, de un amor distinto, único, el poema.
    En un principio fueron Neruda, Huidobro,  De Rokha, despuès Rojas y Parra, posteriormente Lihn y Teillier, enfrascados en sus propias ideas, manera de ver y hacer poesìa, mundos poèticos encontrados que re-velaron nuevos mundos. Una triologìa y dos binomios. La Mistral en soliatrio, no tuvo pareja generacional. Esta es parte de la gran historia de la poesìa chilena del siglo XX y no es todo en el trasfondo del barril, pero marca èpocas, sin duda, por el compromiso con la bùsqueda de "lo nuevo" y al mismo tiempo avivaron la polèmica de la poesìa, potenciaron asimismo un gènero que hoy duerme en los estantes del mercado banal. Todos ayudaron a crear el Mito real, Chile: paìs de poetas, aunque los poetas no fueran reconocidos por el establecimiento, con rarìsimas excepciones. La Mistral, galardonada con el Nobel, mujer, latinoamericana y poeta, puso la poesìa chilena al nivel de la cordillera de los Andes, majestuosa, sòlida, referencial, un fortìn pràcticamente inexpugnable en el idioma castellano, por su riqueza, variedad, calidad, originalidad y mundos nuevos reflejados en sus pàginas de ternura, desolación, dolor, alejada de las vanguardias, americanìsima y tan chilena como la gigantesca sombra tutelar de su poesìa. Puertas es un poema al cual siempre vuelvo, texto que la interpreta;..."entre los gestos del mundo/ el que dan las puertas/ porque mi duro destino/ él también pasó mi puerta. " La Mistral no acunó el niño que la vida pareciera le negó, pero el pozo de sus dichas y desdichas fue más profundo de lo que la crítica alcanzó a vislumbrar. Trágica la poesía de la Mistral, en algunos grandes momentos, abre las venas de su vida.
    Rosamel del Valle y Humberto Dìaz Casanueva forman tambièn parte de este binomìo de ciclos, con una poesìa que hizo època y que forma parte de la gran tradiciòn chilena e hispanoamericana. Poetas esenciales del resplandor oscuro. Lo destacable es que fueron amigos, los otros binomios se disputaron la territorialidad de la poesìa, el espacio vital, con ferocidad jinetearon la poesìa de su tiempo por el bosque cerrado de araucarias, soleado país de Norte desèrtico, grandes lluvias australes, bajo el cemento oscuro de las ciudades e implacables terremotos. La metafìsica nunca ha estado ausente, materialistas, romànticos, surrealistas, vanguardistas, modernistas, todos han trabajado aparentemente con la misma materia, las palabras, el lenguaje, la vida. El yo fuerte, imborrable, socializado, suavizado alejado de sì mismo.
    Entre los secretos mejor guardados de la poesía chilena, están aquellos poetas no populares, que desaparecieron jóvenes, que pasaron discretamente por el mundo literario, pero no por el de la poesía. Dejaron intacto su mundo poético, nacido al alba de una poesìa personal, y todos de alguna manera vienen volando, porque forman parte del Mito de la poesía chilena. Alberto Rojas Jiménez, Romeo Murga, Carlos de Rokha, Jorge Cáceres, Armando Rubio Huidobro... Se fugaron al este de sus paraìsos perdidos.

    Ciudadano
    No sé de dónde viene mi costumbre
    de agravarme a las siete de la tarde.
    Quizá sólo por ser un transeúnte
    sin bigote o pañuelo, sin zapato ni amante.
    No sé para qué vivo y por qué muero,
    si ha tiempo me dijeron las gitanas
    que tendré vida cara con un final de perros:
    o sea que no pienso morir como Dios manda.
    Conozco bien las piedras de andar, la vista gacha;
    recojo los cigarros que pueblan las cunetas
    agradeciendo todo en mis andanzas
    de oscuros pies de barro y de madera.
    Si yo fuera un cantor como soñaba,
    me iría por el mundo cantando mis desdichas
    para vivir del canto mío y que me escucharan
    los que sueñan con una risa limpia.
    Pero no tengo voz, ni pañuelo, ni amante;
    no sé por qué me vuelvo amigo de los perros
    cuando soy un transeúnte de la tarde
    sin saber por qué vivo y por qué muero.(Armando Rubio Huidobro)
    Hay libros que marcan época en la poesía chilena, son verdaderos iconos que otorgan identidad a nuestra poesía: Las Residencias en la tierra, Altazor, Tala, Poemas y Antipoemas, La greda vasija, El engañoso laùd, Contra la muerte, La Pieza oscura, Poemas del paìs de Nunca jamàs, Arte de morir, Relaciòn personal y  Ciudad. Neruda puso sobre la mesa de la poesía, en mi opinión un par de libros màs: 20 Poemas de amor y Las Odas elementales, fragmentos poderosos tambièn del Canto General.  Hay libros jòvenes, de una adolescencia madura, como Relaciòn personal de Millàn y Para àngeles y gorriones, Teillier. Libros escritos en momentos històricos, el Canto General de Neruda. Libros de ruptura de èpocas y de transiciòn de una poètica a otra. Residencia en la Tierra, otra vez Neruda; Poemas y Antipoemas, de Nicanor Parra. Libros esenciales, como Altazor de Vicente Huidobro, Tala de Gabriela Mistral, La Pieza oscura de Lihn, La Greda vasija de Alberto Rubio. Libros que me siguen gustando, Lobo y ovejas de Manuel Silva Acevedo; Principe de Naipes de Waldo Rojas; Perro del amor, de Oliver Welden; la poesìa de Oscar Hahn. Hay poemas que valen por un libro y màs. Versos solitarios que permaneceràn en el tiempo. Se han escrito numerosos y notables poemas, libros, páginas, que son una muestra muy variada del alto registro de la poesía chilena. Cada autor echa mano de sus lecturas, el principal recurso, la vida. Curiosamente Lihn y Teillier se iniciaron leyendo cuentos de hadas. Quizàs hoy no estemos para varitas màgicas, pero el poema seguirà siendo un misterio oscuro y abierto de la palabra. Hay sonetos notables, poemas asombrosos, libros que marcan una època, señales desde el fondo de alguna pàgina, un tiempo de escritura para leer y aprender. Si uno lee un poema o un libro màs de una vez, si se vuelve a encontrar con èl a los largo de la vida, es que la lectura ha funcionado, tanto para el escritor como para el lector. Màs de algùn poeta ha quedado por fuera de este texto (contexto), pero debe estar seguro que la arbitrariedad es parte de nuestras lecturas, gustos, tiempo, experiencia, lugar, vacio. Este es un ejercicio de la memoria y entre amigos. Lo que no es un secreto, es que un libro saca  la casta y es verdadero cuando uno se hace amigo del autor, se reconoce en sus pàginas, vuelve a ellas como si se hubiese perdido en un bosque, pero sabe que en algùn momento  se abrirà  una puerta.

    • Poesìa de exilios

    La poesìa chilena no se limita a estos polos destacados por su originalidad, propuestas, beligerancia, una manera de estar en el ojo de la tormenta poètica, porque existen numerosos autores que tambièn han cambiado la historia de la poesìa chilena, que forman parte de ese gran paisaje natural, nacieron allì, escribieron allì, murieron o siguen viviendo allì, y màs de alguno se confunde con la diàspora de dentro y fuera, la eterna paradoja de los poetas chilenos olvidados, convertidos en sal y agua de una historia brillante de la poesìa hispanoamericana. La poesìa chilena es una poesìa de exilios, dura, atrapada en una geografìa del despojo y la esperanza, poesìa del dolor, del amor, pasiòn, de las contradicciones eternas del hombre, de la naturaleza humana en todas sus expresiones, de las cosas, materias, de lo cotidiano, de los vivos y de los muertos, poesìa dentro de la poesía, poesìa contra la poesía, poesìa, poesìa sin apellidos nacida en la grieta oscura, muda, del silencio. Hay quienes piensan que escribir ya es un exilio. Toda poesia va en contravia.

    Los poetas no buscan razones por què hacen poesìa
    No necesitan justificarse ni identificar su objeto
    Solo apropiarse de su metal o corozo
    Los poetas no reparan cachureos
    ni construyen telarañas,
    pasan de gusano a mariposa
    y viceversa
    Los poetas no necesitan pretextos,
    sus textos debieran ser suficientes
    Los poetas escriben poesìa
    por las razones que sean
    El mundo debiera mejorar con un poema,
    pero nada cambia màs la realidad,
    que la realidad. (RG)

    En el secreto de la poesìa chilena està seguir escribiendo,- escribir, escribir, para estar vivo,- como dijeron la Mistral y Lihn, y ambos estàn en la gloria de nuestra poesìa, poetas profundos, desgarrados, terminales en la pasiòn del poema. La poesìa es una manera de atreverse a enfrentar todo, a ser màs, despojarse de las manguillas negras del funcionario pùblico, y siempre el poeta serà el fantasma de su propio cuerpo. No se comete ningùn delito con escribir poesìa, menos leerla,/ es un Arte mayor en perpetua extinsiòn/ conservèmosla agònica, viva/sigàmosle dando una perpetua, digna sepultura, en vida. (RG)

    La poesìa emana de lo que somos, desde nuestra propia fundaciòn nace el poema, individualidad social del texto que se lee, circula, encuentra en algùn escaparate, espacio de Internet, y suena, suena la palabra como un pito sin sonajera. En un discreto sueño habrìa que interrogarse: ¿A quièn estorba la poesìa o incomoda? ¿Al establecimiento, al mercado, al lector común y corriente, a la estupidez, banalidad o superficialidad? ¿Dónde poner el poema: en la sala, el porche o en el divàn frente al televisor? En cualquier lugar escribe la mayorìa de los poetas, con o sin luna, y ahí debiera estar el poema, la poesìa en todas partes y en ninguna. "Poesía del vaticinio, por más que algunos averigüen de ese arte de vaticinar que se reserva el poeta; poesía amorosa; política; de la vida (siempre): poesía sobre la poesía; poesía del Yo inmenso; Antipoesía de la poesía (poema con varios sombreros). Muchos Amigos, profetas, pequeños dioses iluminados, alquimistas, redentores, oráculos de los nuevos tiempos, auténticos, dignos falsificadores de la realidad. Toda la poesía en la poesía. La poesía como una rabieta adolescente,/un mal social,/un hobby dominical del insomnio/una frustraciòn amorosa/ ping pong del dolor/Poesìa visceral/poesìa del màs allà o del /màs acà/Poesìa del disfraz/careta/rostro màscara real/Poesìa un vicio mayor o menor/ Poesìa pùblica o privada/Oye, poesìa/de la cual hablamos cada dìa. (RG)

    Vacas sagradas, iconos, santones, vedettes, siempre existirán estos ruiseñores dormidos en la palma de una mano. Alguien querrá cortar el sol con una gillette o recoger el mar en una botella y lanzarla al fin de los tiempos. Poetas del lugar común, poetas malditos, poetas cómicos, cósmicos, cosméticos, poetas del Norte, Centro y Sur de Chile, poetas, poetas, confíen más en la palabra que aún no se ha dicho". "La palabra debió ser profundamente oscura, hermosamente acariciada, en la caverna bucal de los sentidos y dicho como una clara cascada de rocas suaves."(Tomado de Poesìa, este verbo, esta palabra. 2006)
  • Los poetas, ¿materia prima de la prosa?
Los poetas no solo han sido olvidados por escribir poesía y quizás sea una justa penitencia para algunos. Esa idea rara de cortar las palabras y no escribir linealmente. Una apuesta algo confusa para quienes van y ven más allà de las palabras o más acá, dicho sea de paso, donde los sentidos nos hablan. Pero ha sucedido, el poeta màs discutido de todos, Pablo Neruda, fue novelado por Roberto Bolaño, en Nocturno de Chile. Jorge Edwards, también lo biografiò en Adiós, Poeta y Antonio Skarmeta lo narrò en Ardiente Paciencia. El poeta, ya en el Olimpo por su poesía, se transformó en materia prosaica además de animita en los tiempos de la dictadura. Enrique Lihn, también cayò en la red de Jorge Edwards, es decir, en La Casa de Dovstoyesky, una novela que no le gustó a su familia. Curiosamente, en la contrapartida de la vida, Enrique Lihn, salvò de un probable suicidio a Roberto Bolaño, aniquilado en España, sin aliento, cuando iniciaron una correspondencia que le rescatò virtualmente y le puso andar, con esa dosis de confianza que se requiere en algunos momentos de fracaso absoluto. Humanismo con h muda de esperanza. Así tambièn se salvò la prosa chilena y latinoamericana, tuvo un nuevo aire con el autor de Los detectives salvajes. Los poetas hacen historia. Mientras agonizaba José Donoso, le pidió a su hija que le leyera unos poemas de Huidobro. Los narradores siempre pendientes de los poetas, al menos en Chile. Isabel Allende inicia sus libros escribiendo sobre un libro de Neruda. Nadie ha divulgado màs a Neruda  que Bolaño, Parra y Lihn, con sus comentarios y crìticas. El fetichismo poético también existe desde la óptica de los narradores. La prosa es la que cuenta en ambos sentidos, narra y obtiene resultados tangibles aparentemente de pùblico y económicos.
La novela latinoamericana, la màs relevante es doblemente deudora de dos poetas chilenos en distinta època. Julio Cortàzar reconociò la influencia nerudiana de las residencias en Rayuela y Roberto Bolaño simplemente dijo: todo se lo debo a Parra. Parra, y esto es màs que un parèntesis, reconociò que Bolaño lo puso nuevamente ad valorem. Este no es un secreto. Son palabras dichas y registradas. El secreto que creo conocer es que Parra tuvo temor de quedar mudo, sin voz, sin poder comunicarse con su pùblico, y por ello ha apelado a todo. Y todo no es poco decir. De partida su antipoesìa niega la poesìa y todo lo que esté escrito de otra manera. Su manual incluye humor, ironìa, sarcasmo, la voz coloquial siempre actualizada, renovada, apela a lo popular, a la tradiciòn chilena, a los clàsicos, se nutre de la bala que dispara frente a su propio espejo, si fuera necesario. Al parecer, no hay recurso que no estè al alcance de su mano, su paisaje es interior pero no olvida el escenario que le rodea y entrega los colores de su acuarela popular. Parra se considera un demoledor del establecimiento poètico, de la obra de Neruda, para empezar. De este proceso de demoliciòn me hablò en varias oportunidades, sin mencionar al personaje en cuestión.
Pienso que se ha escrito una poesìa interesante en Chile, sin influencia parriana, en medio del ventarròn parriano que arremetiò con todo desde Poemas y antipoemas. Gonzalo Rojas, Gonzalo Millàn, Armando Uribe Arce, Òscar Hahn, Waldo Rojas, Manuel Silva Acevedo, Omar Lara, Raùl Zurita, y los màs jòvenes que desconozco, sobreviven con sus propias armas y sus silenciosos ruidos se iràn escuchando.
En este mismo orden de curiosidades, los deslumbrantes crìticos revelaron un hallazgo, caracterìstica ùnica de la novelìstica actual: los màs importantes narradores viven fuera de sus paìses, son cosmopolitas por excelencia. Vicente Huidobro, hace casi un siglo, fue el màs cosmopolita poeta latinoamericano, de Santiago, a Buenos Aires, Parìs y Madrid, Italia. Pero los grandes poetas chilenos han vivido fuera del paìs, viajado hasta la saciedad, Neruda, la Mistral, Rojas, el mismo Parra viviò y estudiò en Londres y Estados Unidos, Òscar Hahn, Rosamel del Valle, en Nueva York, Efraìn Barquero, China y Francia y Humberto Dìaz Casanueva el mundo por casa. Otros en Rumania, Canadà, Holanda, Venezuela, Suecia, Mèxico, Alemania.
A la prosa chilena, algo opaca, desteñida, modestita, le dio alas Bolaño, Donoso, Giaconi, Eltit, y antes, Emar, Rojas, Coloane, y en sus momentos, Skármeta, Marín, y los que vayan saliendo de las líneas largas de la escritura. La narrativa no ha sido un vaso de leche.

• ¿Generaciòn perdida, inexistente o exonerada?

En mis peores grandes momentos, cuando veo que la página en blanco pràcticamente me tiene derrotado, arrinconado, en su paisaje inèdito, oscuro, sin una vìa de escape, respiro. Sì, se revela por mì torpeza, insistencia, inconsistencia, impertinencia. ¿Es falta de competencia?, se pregunta la rima Asì el verbo tiembla sobre la blanca hoja que la nieve arrastra bajo mis manos en un sueño profundo. Es una escena inevitable, un ejercicio personal.
Pertenezco a una generaciòn inexistente, perdida, exonerada en septiembre del 73, desaparecida en archivos, bibliotecas, periòdicos, revistas, antologìas, inspirada en el olvido. Una generaciòn no buscada, sin registro, sin época reconocida. Generaciòn N.N. La Generaciòn L dio unos dos pasos màs adelante en el abecedario, pero son primas hermanas de un mismo rìo memorioso. Una generaciòn sin generaciòn. Expuesta al calendario del tiempo. La historia puede decir, tiene todo el tiempo del mundo, borròn y cuenta nueva. Se puede reescribir hasta un epitafio. Subir una sombra a un escenario. Volver a empezar una historia sin nombre ni rostro. Llegar a un andèn solitario y dibujar de memoria el Sur o una larga orilla frente al mar. ¿La memoria conoce todas las direcciones? Mi vocación de ciudad no me borra otros paisajes. El cemento también es mi memoria. Piedra dura del silencio que las sirenas no apagan. La muerte seguirá siendo un paciente copiloto. La poesía es otra cosa, un rumor de silencio esperanzador, palabras que buscan una pista de aterrizaje en la niebla del poema. ¿El abismo es una manera de reencontrarse?
En el juego de la poesía, los primeros trazos imaginarios de la palabra, donde había atisbos, señales, silencios, alguna resonancia que viniera de algùn lugar o de un presente remoto que se sostuviera como aquello que suele permanecer, me vino avivar el seso, despertàrmelo de viejos siglos que en las Coplas de Manrique a la muerte de su padre, fueron convirtièndome en el rìo que tarde o temprano irá a la mar. La poesìa puede ser ese destello que nos visita, instala ante la ventana de las cosas, todo lo que toca la rama invisible de la vida. Uno rima con lo que encuentra a mano, siempre en un principio es el verbo, y luego lo de mayor asombro es decubrir que todo está escrito, que tu poema se repite en el espejo del poema, la imagen que probablemente alguien devoró con tus ojos en algún paisaje que alguna vez conocerás. El poema, afortunadamente, es un misterio que nunca terminaré de descifrar. La poesía está casi en todas partes, es tan común, que la evitamos, no la vemos, la ignoramos y terminamos corrigiendo su verdadero sentido con aparentemente nuevas palabras dichas de otra manera. ¿Nos transformamos en el doble del poema? Teorìas terminan habiendo muchas, cada uno debe descubrir el secreto del poema. Nunca sabemos, al menos eso me ocurre a mí, de què nos va a hablar el poema, cuál serà su destino, todo inicio suele esconder un oscuro descenlace. El poema nunca morirá mientras exista un lector. Suele terminando ser un texto, curiosamente inacabado, modificado por cada experiencia nueva, no sobre el papel, pero si en la imaginaciòn del lector que le incorpora su vivencia, actualidad y pasado, su presente perpetuo en una enseñanza constante.
Fue en el colegio que comencè a darme cuenta que la poesia me visitaba y me ponìa palabras en la boca. Los profesores de español, castellano en ese entonces, me repicaban la memoria con lecturas que yo mismo hacia en el aula y también en las tareas en mi casa. Toda adolescencia es un ejercicio poètico, el màs primario, visceral, solitario, maravillasamente confuso y siempre en construcciòn. Despuès, en la universidad intercambiàbamos lecturas, autores, asistìamos a recitales, nos visitaban los poetas reales: Lihn, Teillier, Parra. Escritores como Cortàzar de paso por el Pedagògico de la Universidad de Chile, profesores: Antonio Skarmeta, Ariel Dorfman, amigos como Poli Dèlano. En la casa del poeta Waldo Rojas, rodeado de su surtida biblioteca, nutrido de sus fantásticas y eruditas conversaciones, comì libros y comencé a enrrumbar mi poesia, empujado por la frase reveladora de Ezra Pound: La poesia es el lenguaje cargado de sentido. No era poco para un principiante. El ABC de Pound es un abecedario completo de la poesía para saber què es y cómo se hace. Waldo Rojas, nuestro Pound chileno, me decìa: abajo los farmacèuticos y podaba mis versos sin contemplaciòn. La poesìa y yo alquilàbamos cuartos en Santiago y monologamos por nuestra cuenta y riesgo, palabras màs o menos afortunadas. Algo quedò de ello, una sombra quizàs màs austera que la perfecciòn de un poema que nunca llega. Todo se resuelve en las palabras, me recordaba Humberto Dìaz Casanueva.

• ¿Ilusiòn o realidad? Poesìa...

¿El lenguaje de la poesía es el de la ilusiòn o de la realidad? ¿El poema es una interrogante o una respuesta? ¿La poesía es una manìa espiritual, una utopía insumisa, irredenta, inclasificable? ¿El poeta es un vidente ciego, un pequeño dios enloquecido, confuso, arbitrario, un artesano, un hombre común y corriente que juega con las palabras, un espectador avezado, un ilusionista fracasado, un actor de múltiples espejos cuya sombra le contiene, un amante de lo inefable, una piedra en el camino del lenguaje?
¿El poeta es el dueño del secreto de la poesía o la poesía existe por sí misma, para ver y tocar, con la flauta de la realidad?
Rosamel del Valle se pregunta ¿qué es lo que distingue al poeta de los otros seres? Nada, si no fuera por la posesión de este extraño secreto. Pero, ¿cuál es ese secreto para Rosamel del Valle, un encantador de la palabra? Creo, se responde el poeta, sin una certeza absoluta, no es sino un débil contacto exterior o una experiencia. Para Rosamel del Valle hay un punto de partida en la videncia poética, cuando el hombre completamente habilitado para usar los elementos que desee para elaborar un poema, éstos toman una forma tan diferente en sus manos. Rosamel del Valle escribiò en el corazòn una visiòn comunicable y pensò que el sol es un pájaro cautivo. Fue un poeta del joven olvido.

A mì me enseñó que Un día los pájaros vuelan por debajo del agua/Tú, la extranjera recoges la luz exilada en un país del polo. Jorge Teillier solía repetir en sus conversaciones diurnas y nocturnas, siempre en el mediodía de la poesía lárica, que la Poesía es la loca de la casa. También repetìa que era la Cenicienta de la literatura. La poesía verdadera siempre ha sido el secreto mejor guardado por un poeta, palabra trabajada en el insomnio frente a la temida página en blanco, un as acariciado por un lenguaje siempre en plan lúdico, búsqueda insaciable en la atmósfera, palabras que responden asimismas. Debieran abrirse como un abanico de nuevas palabras o molino de viento y aspas lentas a un lector casual. La poesía no se hace ni se borra por decreto. El poema es como el primer amor, casual, solitario, profundo, ùnico, irrepetible, verdadero. Quizàs nunca se volverà amar con esa intensidad y olvido de sì mismo, porque la atmòsfera no es igual como ocurre en cada uno de los poemas. Un ejercicio para seguir aprendiendo y sorprendièndose. Asì tambièn el hombre y la mujer, en el poema. En poesìa, no hay mejor influencia que leer, amar, respirar, vivir.

¿La poesía pertenece al valle de los caídos?  Quizàs no estèn todas las preguntas y menos las respuestas. Y esa sea la mejor respuesta que la poesìa continùa. El poema es único, puede ser interminable como la pregunta: ¿Qué es la poesìa? Tú dirás, amigo lector, mi entrañable hipócrita, inefable internauta. Quizás el mejor secreto es el que no se cuenta

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Para dar forma y contenido a estas opiniones y comentarios personales sobre la poesìa chilena, bajo el tìtulo o pretexto: Los secretos de la poesìa chilena, he recurrido a la memoria, a algunos artìculos escritos en el pasado sobre el tema y a las antologìas que aùn conservo en mi biblioleertoca. El circo en llamas de Enrique Lihn, es una bibliografìa que he considerado prudente consultar. Una que otra obsesión, siempre resultan necesarias y recomendables. Los poemas, conversaciones, recuerdos de mis amigos poetas, mi interès siempre alerta por los compañeros de ruta, han completado parte de las dudas que mantendrè por razones literarias. No estàn todos, ni yo tampoco. Asumo todas mis arbitrariedades, con o sin razón.
27 de mayo/14 de septiembre de 2011
Rolando Gabrielli©2011