viernes, abril 23, 2010

Deseos del profeta

Denlen morfina,
que vuelen, que vuelen
por los cristales de Manhattan,
cebados de estièrcol,
libres de culpa,
puercos adorables,
como vinieron al mundo
aquì sentados en el aire
con sus marranos cuerpos  rosados,
mis inmundos cochinitos
vamos al banquete
de negras pezuñas de invierno,
puercos adorables
son infinitamente exiquisitos.

jueves, abril 22, 2010

Àngel de mi memoria







Dònde està el àngel
que en tus pies vuela,
me pregunto, en verdad,
por tus pasos aquì
en mi memoria
hùmeda hojarasca,
mis palabras baladìes
sobre mi cicatriz,
insignificantes,
tù las elevas.

Rolando Gabrielli©2010

¿Què lees, què lees?


¿Què lees, què lees,
mi ninfa enlarvada,
crisàlida, palabra ?
Rolando Gabrielli©2010

Amanece

Amanece,
ojo coagulado,
estrella dorada.
Alba, alba
enrojecida.
El sol
tiene la palabra.
Rolando Gabrielli©2010

El Libro

El futuro del libro,
es su pasado,
la palabra,
la palabra impresa,
digital,
siempre  escrita,
aùn en la memoria.
Rolando Gabrielli©2010

miércoles, abril 21, 2010

El Sol es una estrella

El sol es una estrella quemante,
 ardiente, fugaz,  
màs allà del horizonte,
 llora y muere,
 con  làgrimas rojas
de puesta de sol.
Rolando Gabrielli©2010

martes, abril 20, 2010

¿La poesìa en cuidados intensivos?

¿Son los premios, el verbo-lenguaje o la vida, los soportes de la poesìa? Hace unos años, cuando  el poeta mexicano Josè Emilio Pacheco fue galardonado con el Premio Pablo Neruda, dijo que el dinero de ese lauro le servirìa para pagar medicinas  y hospitales. Estaba en Miami, me parece. Años despuès, previo a recibir el Cervantes, 125 mil euros, sus palabras son idènticas: va a guardar ese dinero para gastos de clìnicas y hospitales. La metàfora del tìtulo de esta nota es vàlida, porque la poesìa està en cuidados intensivos, respira con su propio balòn de oxìgeno, requiere casi siempre primeros auxilios.  ¿En algùn momento un premio servirà para darle un buen funeral a la poesìa? Es verdad que los muertos tampoco duran/Ni siquiera la muerte permanece/Todo vuelve a ser polvo...nos recuerda el poeta mexicano.
Pacheco, poeta, ensayista, novelista, traductor, comparte el Cervantes con autores clàsicos como Carpentier, Onetti, Octavio Paz, Borges, Cabrera Infante, Vargas Llosa, Roa Bastos, Sàbato, Gonzalo Rojas, Gelman, entre otros autores ya consagrados. No sabemos  què dirà en su  discurso este viernes Pacheco cuando reciba el premio en Alcalà de Henares, en cuya universidad estuvieron San Ignacio de Loyola,  Lope de Vega, Calderòn de la Barca, Francisco de Quevedo, Tirso Molina, San Juan  de La Cruz. Y lo trascendente para la fecha, es que allì naciò Miguel de Cervantes Saavedra.
Los discursos suelen aludir al Manchego Caballero Andante, a la aventura de la palabra, el español de España y  Amèrica,  el puente del idioma entre dos mundos, una dosis de visiòn crìtica de lo que sucede en el mundo, (¿El Manco de Lepanto habrìa abrazado este mundo de espanto?) no vendrìa mal al mundo acadèmico, intelectual, a los Reyes de España y a la corte de indiferentes que gira entorno al planeta. El mundo està mal, reconoce Pacheco, y quisiera escribir un poema que detenga la violencia. 22 mil y tantos muertos en Mèxico por la narco violencia, catàstrofes naturales, dice, en Chile, Haitì, -ahora China, Indonesia-. ¿Pero y las catatàstrofes sociales  que el hombre crea y abanica como si viviera en el mejor de los mundos? La poesìa no puede contra ese paraìso perdido, pero tampoco debe callar y mirar por la ventana para ver como se vuela la esperanza por ese agujero negro que se chupa la galaxia.
Esta vez la poesìa no serà la convidada de piedra, sino el alma de la fiesta de la palabra, porque ha vuelto al Cervantes  un poeta, aunque diga que no conoce una definiciòn de poesìa, aunque  ya lo dijo el clàsico  romàntico español Gustavo Adolfo Bècquer: ¿Què es poesìa? Y tù me lo preguntas. Poesìa eres tù.
Quizàs en su discurso, el autor de  Los elementos de la noche (1963) El reposo del fuego (1966) No me preguntes cómo pasa el tiempo (1970) Irás y no volverás (1973) Islas a la deriva (1976) Desde entonces (1979) Los trabajos del mar (1984) Miro la tierra (1987)  Ciudad de la memoria (1990)  El silencio de la luna (1996) La arena errante (1999)  Siglo pasado (2000)  Tarde o temprano (2000) Como la lluvia (2009)
La edad de las tinieblas (2009)  La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1959) El viento distante (1963)  Morirás lejos (1967)  El principio del placer (1972)  Las batallas en el desierto (1981) Tarde de agosto (1992-, nos revele que  entiende  por poesìa, què le impulsò a mantenerse en este gènero que los editores tratan como la fea de la fiesta. La poesìa tiene tantas definiciones como poetas, porque no hay un sòlo camino, el lenguaje abre  infinitas puertas, se renueva constantemente y ejerce su poderìo en el reinado que crea siempre una nueva lengua popular. Para Pacheco escribir  poesìa es un absoluto misterio, porque todo està en contra. Tal vez la realidad sea la que menos comprenda al poeta, pero nada contra corriente es lo que suele mantener con respiraciòn al poema como el pez en el agua. No pensemos siquiera que al cruzar un puente, el poema ya està terminado. Los jurados cuando dan los premios suelen definir las cosas de una manera màs pràctica, encuentran soluciones a los por  què y lanzan  sus palabras: "La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, le anunció a Pacheco aquèl memorable dìa que el jurado había querido premiar su "uso lingüístico implacable", la "profundidad y libertad de sus pensamientos" y "el distanciamiento irónico de la realidad cuando es necesario".
El poema tiene sus propios mecanismos, atajos, sabe hacia donde va y viene de la mano de un sueño, de una imagen rota, un haz de luz  que se desvanece en la oscuridad para convertirse en palabra nueva, ùnica. irrepetible. Ya Pacheco nos contarà su historia. Por ahora dice que no sabe, que sòlo escribe porque le pasa algo. Esperemos que le siga pasando. Despuès de todo, no existen recetas para escribir  poesìa y siempre es uno frente a la pàgina en blanco. No hay intermediarios entre el poeta y la hoja en blanco.  En la bolsa de la poesìa, los brokers son incapaces de realizar la màs mìnima transacciòn, porque cuando opera el poema, es ante el lector y  en solitario.
Cuando subo a un aviòn, la tierra se me aleja como un poema.
La diosa blanca
Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en
su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.
Imposible dar gusto a todos.
La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.
A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.
Josè Emilio Pacheco


PD
El Cervantes para Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y Josè Marìa Panero, como un acto de justicia con la poesìa en idioma español.