Desde mi orilla infernal, os digo, amigos, la literatura no ha cambiado ni está en su mejor ni peor momento. Es el mundo el que recibe boca bajo la palabra y el que quiera dejarse manosear por la vulgar realidad, y está en su derecho. No importa quien los escoja, la ciudad que los reúna, el cuento que sobre ellos se escriba y sí de los 39 hacia abajo en los años o al revés de los días. La globalización, ni los idiomas, dan universalidad, y tampoco los viajes. José Lezama Lima, prácticamente no salió de su Isla, y ya sabemos que escribió
Puede resultar interesante para los lectores muestrear arbitrariamente un grupo plural de escritores, porque a pesar de Internet y la globalización, la literatura es cosa del mercado y sus discreciones, que son ya conocidas. Se habla de literatura de la ciudad, urbana, escritores nómades, sin fronteras, hijos de no sé qué tiempo, cosmopolitas todos.
Se sienten más cerca, dicen, de la poesía, no sé, escucho un rumor de estas voces, una atmósfera de sus mentores y tutores. ¿Muchos apellidos para lo mismo?
Bajo sus lenguas destempladas, descansaría la nueva literatura latinoamericana, sobre la cotidianeidad de sus palabras, algo que Nicanor Parra hizo hace medio siglo.
Tal vez esta selección de 39 sea para oxigenar el ambiente literario, mostrar la “solidaridad” editorial sobre el ninguneado mundo literario latinoamericano, siempre limitado a los buenos oficios y guiños de las casas editoriales de la metrópolis del idioma castellano. ¿Literatura dependiente de los reflejos externos? Pienso en Onetti, Cortázar, Rulfo, Borges, en el olvidado Carpentier, Bolaño, muy recordado en estos foros de vanguardia, y que queda una tarea difícil para los nuevos. El tema es escribir, convertir este juvenil boom periodístico en obra imperecedera. A la literatura le hace falta tal vez, ser más quijote.
Alguien dijo que más que una muestra representativa de lo mejor, es geográfica. El mercado sabe lo que hace, todo lo demás es literatura.