Lo que intentamos perder sin razón, no siempre regresa.
Ya me olvidé de una ciudad en ruinas, fue mi propio fantasma
la viva sepultura de sus aguas, el lodo, la duda
y tus pobres circunstancias.
¿Para que negar esta vida? un leño que no se deja quemar por el fuego
es como un monedero falso arrojado al ilusorio
pozo de los deseos, tan ruin y falso como el dinero de un banquero
depositado en un altar del medioevo, para la ruina de un espíritu
que cabalga incesante las praderas
y por alguna razón, enseña sus dientes en estos tiempos faltos del vicio
de la solidaria cópula que los monjes ocultaron
por siglos. como si se tratara de la infame ley de la oferta
y la demanda.
2
Somos mandaderos ahora del gran Sacristán,
ovejas en el carril del sacrificio, pagamos por las ruinas,
de una ciudad de cristal, mendigos de un altar
de oro.
3Las palabras suenan,en alguna bolsa alguien las cuenta,
sucias momenadas para ascender a Babel
Me pregunto, ¿por qué no poner los pies en la tierra y dejar
estas grandes escaleras sin peldaños?
4
Alguien trenza la seda que el gusano prefiere olvidar
en la mariposa que vuela del polvoriento puente
y que el río deja inmóvil cruzar.
Así dispara el tiempo sus cartuchos de salva,
en una plaza pública.
Torpe, indefinido vuelo de unas palomas
que dejaron su nido, por unas cuantas migajas.
La casa tiene mayordomo, pero no jardinero.
¿Qué harás, me pregunto, abeja, fuera de tu panal
dando miel?
WHAT WE ATTEMPT
What we attempt to lose without reason does not always return.
I have already forgotten a city in ruins; it was my own ghost,
the living grave of its waters, the mud, the doubt,
and your poor circumstances.
Why deny this life? A log that refuses to burn in the fire
is like a counterfeit coin thrown into the illusory
wishing well, as vile and false as a banker’s money
deposited on a medieval altar, leading to the ruin of a spirit
that incessantly rides the plains,
and for some reason, bares its teeth in these times lacking the vice
of the solidarity of coupling, which monks concealed
for centuries, as if it were the infamous law of supply
and demand.
2
We are now errand boys for the great Sacristan,
sheep on the path to sacrifice, paying for the ruins
of his crystal city, beggars at a golden
altar.
3
Words sound out, in some pocket someone counts them,
dirty coins to ascend Babel.
I wonder, why not put our feet on the ground and leave
these great stairways without steps?
4
Someone braids the silk that the worm prefers to forget
in the butterfly that flies from the dusty bridge,
and that the river lets cross, unmoving.
Thus, time fires its blank cartridges,
in a public square.
Clumsy, undefined flight of pigeons
that left their nest for a few crumbs.
The house has a butler, but no gardener.
What will you do, I wonder, bee, outside your hive,
giving honey?