CÓDIGO DA VINCI, UN JUICIO PARA GANADORES
¿Juez Smith, un caballero Templario?
El Código da Vinci reafirmó su condición de best seller en las manos del juez Peter Smith, en una corte británica, que decidió absolver a la editorial Random House acusada por un supuesto plagio de su autor Dan Brown en perjuicio de la obra The Holy Blood and the Holy Grail, de los escritores Michael Baigent y Richard Leigh. Smith, quien examinó por unas semanas la demanda sobre el plagio de la estructura de ese libro, la desestimó por considerar que la obra no tiene un eje central, por lo que no se ha "robado" ninguna idea de ella. Los demandantes dijeron que habían perdido en la letra, pero no en el espíritu, porque Brown reconoce en su portal que ese libro fue su principal fuente.
Todos ganaron con el juicio, menos los que pagaron más de un millón de libras esterlinas por las costas, pero se resarcirán con más ventas de su libro. La editorial incrementó sus ventas en ambos libros, el de Brown y el de los demandantes, y su(s) autor (es) tuvieron mayores ingresos también. El público que ha sabido hilar fino en los entretelones del sonado caso, también ha obtenido su recompensa, al conocer algunos entramados de cómo "se confeccionó" en alguna medida el famoso libro. Detrás del Código ha quedado claro que ha estado en todo momento la mujer de Brown, quien realizó la investigación y sugirió el tema de fondo. Dos aportes algo más que significativos para realizar una obra. Un libro que no basa su potencia y convencimiento al lector en su lenguaje, profundidad literaria, sino en la intriga, ha probado además su eficacia ante un juez de Londres. Había mucho en juego: ventas por 360 millones de dólares, una película en próximo estreno, la reputación de una conocida editorial, la condena del Opus Dei, el apoyo al texto de un público masivo, el precedente que se crearía para futuros juicios de demanda que podrían ser interminables por la alta sensibilidad y ocurrencia del tema.
Michael Baigent y Richard Leigh habían demandado a la editorial Random House porque, en su opinión, El Código Da Vinci se sustenta sobre las mismas tesis que su libro Holy Blood, Holy Grail. En esta obra, escrita hace dos décadas, se asegura que Jesucristo se casó con María Magdalena y que, fruto de esa unión, nació un hijo. Esta es una de las principales pistas que conducen al Código da Vinci, además que Dan Brown reconoció que ese libró fue su principal fuente, y suponemos que su esposa de ahí obtuvo la idea central de la descendencia de Cristo. Baigent y Leigh argumentan que emplearon cinco años de investigaciones para escribir su libro y acusan a Brown de haber copiado sus ideas. Brown sostuvo que es legítimo acortar los procesos si otros ya hicieron ese trabajo.
En agosto, un juez de Nueva York rechazó una demanda similar; del escritor Lewis Perdue, quien solicitaba pedía una compensación de 150 millones de dólares y que se bloqueara la distribución de la obra de Brown, porque, en su opinión, "plagiaba elementos de dos de sus obras: Daughter of God y The Da Vinci Legacy." El juez estimo que, aunque los tres libros tratan acontecimientos históricos y religiosos parecidos, los detalles y el carácter de la narración diferían; en su opinión, además, los derechos de reproducción no protegen una idea, sino la expresión de esa idea. Con este antecedente Brown se sentía seguro en Londres, aunque siempre se mantuvo un tanto nervioso y tuvo el buen olfato de mantener a buena distancia del juicio a su esposa, la investigadora y recopiladora de fuentes e ideas que permitieron elaborar el Código da Vinci.
Dan Brown una vez conoció la resolución del juez dijo: "el verdicto de hoy muestra que la acusación no estaba justificada. Estoy asombrado de que esos autores hubieran decidido acusarme"."Todavía estoy estupefacto por el hecho de que estos autores decidieran presentar su demanda", agregó el escritor estadounidense.Random House , por su parte, declaró que el dictamen judicial "garantiza que los novelistas siguen siendo libres para incorporar ideas e investigación histórica". Personalmente me parece un mensaje peligroso de una editorial, porque una cosa es incorporar ideas y otra el eje central de una obra, aunque el juez Smith, que ha creído salir avanti con una respuesta casi literaria que habla de la carencia de una estructura, nos dice en buenas cuentas que se trata de una obra escrita como un paisaje sin una estructura central. Hoy la literatura no sabe, ni reconoce géneros, no se encasilla, y quizás este sea un aporte del juez Smith a una nueva vanguardia.
P.D.
El plagio es una víbora de muchas cabezas que ha existido desde siempre y sigue vivo y coleando. Más recurrente y permitido de lo imaginado. Los poetas conocen más de estos temas, por lo vivido, y la sutileza de los versos prestados por algún autor. Pero la poesía no es comercio, no vende, no motiva juicios, ni lecturas masivas. No es atención de un gran público, ni de editoriales, porque no hay una plusvalía interesante. Es mercancía de tercera, estrictamente espiritual.
Brown concibió el Código en una estancia de Honolulu y siempre pensó en un best seller de letra liviana. Todo autor es libre para escribir un libro desde el punto de vista que considere y estime para sus objetivos.
¿Juez Smith, un caballero Templario?
El Código da Vinci reafirmó su condición de best seller en las manos del juez Peter Smith, en una corte británica, que decidió absolver a la editorial Random House acusada por un supuesto plagio de su autor Dan Brown en perjuicio de la obra The Holy Blood and the Holy Grail, de los escritores Michael Baigent y Richard Leigh. Smith, quien examinó por unas semanas la demanda sobre el plagio de la estructura de ese libro, la desestimó por considerar que la obra no tiene un eje central, por lo que no se ha "robado" ninguna idea de ella. Los demandantes dijeron que habían perdido en la letra, pero no en el espíritu, porque Brown reconoce en su portal que ese libro fue su principal fuente.
Todos ganaron con el juicio, menos los que pagaron más de un millón de libras esterlinas por las costas, pero se resarcirán con más ventas de su libro. La editorial incrementó sus ventas en ambos libros, el de Brown y el de los demandantes, y su(s) autor (es) tuvieron mayores ingresos también. El público que ha sabido hilar fino en los entretelones del sonado caso, también ha obtenido su recompensa, al conocer algunos entramados de cómo "se confeccionó" en alguna medida el famoso libro. Detrás del Código ha quedado claro que ha estado en todo momento la mujer de Brown, quien realizó la investigación y sugirió el tema de fondo. Dos aportes algo más que significativos para realizar una obra. Un libro que no basa su potencia y convencimiento al lector en su lenguaje, profundidad literaria, sino en la intriga, ha probado además su eficacia ante un juez de Londres. Había mucho en juego: ventas por 360 millones de dólares, una película en próximo estreno, la reputación de una conocida editorial, la condena del Opus Dei, el apoyo al texto de un público masivo, el precedente que se crearía para futuros juicios de demanda que podrían ser interminables por la alta sensibilidad y ocurrencia del tema.
Michael Baigent y Richard Leigh habían demandado a la editorial Random House porque, en su opinión, El Código Da Vinci se sustenta sobre las mismas tesis que su libro Holy Blood, Holy Grail. En esta obra, escrita hace dos décadas, se asegura que Jesucristo se casó con María Magdalena y que, fruto de esa unión, nació un hijo. Esta es una de las principales pistas que conducen al Código da Vinci, además que Dan Brown reconoció que ese libró fue su principal fuente, y suponemos que su esposa de ahí obtuvo la idea central de la descendencia de Cristo. Baigent y Leigh argumentan que emplearon cinco años de investigaciones para escribir su libro y acusan a Brown de haber copiado sus ideas. Brown sostuvo que es legítimo acortar los procesos si otros ya hicieron ese trabajo.
En agosto, un juez de Nueva York rechazó una demanda similar; del escritor Lewis Perdue, quien solicitaba pedía una compensación de 150 millones de dólares y que se bloqueara la distribución de la obra de Brown, porque, en su opinión, "plagiaba elementos de dos de sus obras: Daughter of God y The Da Vinci Legacy." El juez estimo que, aunque los tres libros tratan acontecimientos históricos y religiosos parecidos, los detalles y el carácter de la narración diferían; en su opinión, además, los derechos de reproducción no protegen una idea, sino la expresión de esa idea. Con este antecedente Brown se sentía seguro en Londres, aunque siempre se mantuvo un tanto nervioso y tuvo el buen olfato de mantener a buena distancia del juicio a su esposa, la investigadora y recopiladora de fuentes e ideas que permitieron elaborar el Código da Vinci.
Dan Brown una vez conoció la resolución del juez dijo: "el verdicto de hoy muestra que la acusación no estaba justificada. Estoy asombrado de que esos autores hubieran decidido acusarme"."Todavía estoy estupefacto por el hecho de que estos autores decidieran presentar su demanda", agregó el escritor estadounidense.Random House , por su parte, declaró que el dictamen judicial "garantiza que los novelistas siguen siendo libres para incorporar ideas e investigación histórica". Personalmente me parece un mensaje peligroso de una editorial, porque una cosa es incorporar ideas y otra el eje central de una obra, aunque el juez Smith, que ha creído salir avanti con una respuesta casi literaria que habla de la carencia de una estructura, nos dice en buenas cuentas que se trata de una obra escrita como un paisaje sin una estructura central. Hoy la literatura no sabe, ni reconoce géneros, no se encasilla, y quizás este sea un aporte del juez Smith a una nueva vanguardia.
P.D.
El plagio es una víbora de muchas cabezas que ha existido desde siempre y sigue vivo y coleando. Más recurrente y permitido de lo imaginado. Los poetas conocen más de estos temas, por lo vivido, y la sutileza de los versos prestados por algún autor. Pero la poesía no es comercio, no vende, no motiva juicios, ni lecturas masivas. No es atención de un gran público, ni de editoriales, porque no hay una plusvalía interesante. Es mercancía de tercera, estrictamente espiritual.
Brown concibió el Código en una estancia de Honolulu y siempre pensó en un best seller de letra liviana. Todo autor es libre para escribir un libro desde el punto de vista que considere y estime para sus objetivos.
Rolando Gabrielli©2006
¿QUIÉN ESCRIBIÓ EL CÓDIGO DA VINCI?
LA SEÑORA BLYTHER o LA PROFETA DA VINCI, EL NUEVO CODIGO
En una nota anterior esbocé la larga sombra de Blyther Brown en la escritura del Código Da Vinci. La mujer detrás del trono de las palabras. Ahora sabemos que no tiene importancia alguna que Dan Brown haya terminado de leer o no, El Enigma Sagrado, libro que ha dado origen a la demanda de plagio por sus autores, ya que la investigación la realizó la rubia Blyther Brown, su esposa, escritora, creativa, investigadora.
LA SEÑORA BLYTHER o LA PROFETA DA VINCI, EL NUEVO CODIGO
En una nota anterior esbocé la larga sombra de Blyther Brown en la escritura del Código Da Vinci. La mujer detrás del trono de las palabras. Ahora sabemos que no tiene importancia alguna que Dan Brown haya terminado de leer o no, El Enigma Sagrado, libro que ha dado origen a la demanda de plagio por sus autores, ya que la investigación la realizó la rubia Blyther Brown, su esposa, escritora, creativa, investigadora.
El respaldo de la obra de Brown, dijo el propio Dan, son cientos de documentos y 38 libros de referencia. Sin duda se los leyó la paciente, acuciosa y determinada Blyther. La idea central y clave de la obra, el tema del probable plagio, fue sugerido por Blyther. Ella fue quien sugirió introducir en la obra la descendencia de María Magdalena y Jesús. ¿Dónde andaba Dan en ese momento? ¿Quién pensaba y escribìa la obra? Ella más enigmática que todos los enigmas, ahora convertida en un sagrado culto detrás del espejo de Da Vinci. Debe estar riéndose como la Monalisa, una risa para todos y nadie, en el gesto indescifrable del inmortal Leonardo.
La señora Brown, californiana, es 12 años mayor que Dan, ella es “Historiadora del Arte y pintora” y lo conoció en 1991 en una academia de compositores, porque él quería ser músico. Ella era la magnífica directora. Al año siguiente se casaría con este aventajado y precoz alumno, que le depararía tantos triunfos en un futuro impensado. No hay registros del manejo de sus artes, pero Dan la presenta así, en un tácito y público reconocimiento a sus dotes y aportes a esta empresa editorial, la maquinaria de los códigos, enigmas y criptas. La sociedad estaba comenzando y después de varios intentos, curiosos algunos, vendrían las horas felices: los 85 millones de dólares recaudados por el Código Da Vinci, que deben seguir multiplicándose después de esta publicidad mundial gratuita. El juicio, de perderlo, resultaría ganancioso, aunque la película se suspendería. Y lo que viene puede ser mucho más alentador para la pareja y su editora demandada, Randon House.Ya deben estar pensando en una nueva obra de estos Papeles de Da Vinci en Londres. Y vendría la película por añadidura. Esa cinta que perfectamente pudo dirigir Alfred Hitchcock en su natal Londres o Federico Fellini. Ahora George Lucas tiene la palabra y bien podría montar un filme donde la señora Brown sería la gran protaginista, la verdadera Indiana Jones del Código Da Vinci.
Lo que nos ha quedado claro es que la pareja Brown ha conformado una extraordinaria maquinaria de hacer fortuna a través de la elaboración de un libro que es un relato policíaco de aventuras y que cuestiona al Vaticano, la Iglesia católica, los mitos de la religión, al cristiandad y pone en dudas lo que se daba por sentado. Todo tiene su público, y la literatura también, hoy más cerca que nunca del Arte del Negocio. Es lo que se conoce como un thriller en el cine, la intriga, el suspenso, la duda detrás de la duda y la acción donde se pasa navaja de muchos filos a los grandes mitos de la historia. La señora Brown saltó al primer plano cuando él confesó que ella dirigió la investigación para su famoso best seller, pero que no estaba allí en la Corte para dar cuenta de su investigación, como debió ser, porque no le gustaba la publicidad. Ella es la promotora del trabajo de Brown, redactora de sus comunicados de prensa y una suerte de administradora de sus trabajos editoriales. ¿Quién puede conocer mejor a Dan Brown que su propia autora? Brown soñaba antes del Código Da Vinci con ser músico, pero Blythe supo tocar su partitura en el tono correcto. Poco antes de casarse, Dan escribió un tema para los Juegos de Atlanta 96 y editó el CD Angeles y Demonios, título de su segunda novela. Hicieron algunas cosas juntos: co-escribieron la Guía de Supervivencia para Mujeres Románticas Frustradas (1995), un libro humorístico ilustrado por Blythe. Ella escribiría e ilustraría su libro: El Libro de los Calvos. De pronto a Brown se le encendió aparentemente el foquito, cansado tal vez de tantos fracasos y de las pequeñas cosas sin éxito alguno. Y se dijo, como en cualquier historia podría contarse; yo puedo hacer un thriller mejor que Sydney Sheldon. Confieso que no la conozco, ni ella a mí por supuesto. En Tahití la leyó y decidió cambiar su historia: fabricar un Best Seller. ¿Qué le habrá contado a Blythe? O mejor, ¿qué habrá propuesto ella? Esa es la historia para los guionistas de Hollywood. Lo que se cocinó ese día en las paradisíacas playas. Probablemente los Caballeros Templarios no estaban en mente aún y menos la dinastía de Jesús. Lo cierto es que el matrimonio Brown armó un rompecabezas que les ha significado un éxito millonario.
La Corte británica nos dará a conocer en los próximos días su fallo. Vendrá de seguro una materia técnica, otra histórica con sus pruebas, y lo más probable una nueva jurisprudencia para curar en salud próximos percances de esta naturaleza. ¿Si no hubiese sido un Best Seller tan exitoso, los autores de El Enigma Sagrado, habrían demandado en la corte a la editorial Random House? Detrás del Código, muchos millones de dólares. Y Da Vinci, que nos dejó la sonrisa de la Gioconda y su colosal inventiva, qué nos diría de su Monalisa, tan manoseada por la propaganda rampante.
Lo que nos ha quedado claro es que la pareja Brown ha conformado una extraordinaria maquinaria de hacer fortuna a través de la elaboración de un libro que es un relato policíaco de aventuras y que cuestiona al Vaticano, la Iglesia católica, los mitos de la religión, al cristiandad y pone en dudas lo que se daba por sentado. Todo tiene su público, y la literatura también, hoy más cerca que nunca del Arte del Negocio. Es lo que se conoce como un thriller en el cine, la intriga, el suspenso, la duda detrás de la duda y la acción donde se pasa navaja de muchos filos a los grandes mitos de la historia. La señora Brown saltó al primer plano cuando él confesó que ella dirigió la investigación para su famoso best seller, pero que no estaba allí en la Corte para dar cuenta de su investigación, como debió ser, porque no le gustaba la publicidad. Ella es la promotora del trabajo de Brown, redactora de sus comunicados de prensa y una suerte de administradora de sus trabajos editoriales. ¿Quién puede conocer mejor a Dan Brown que su propia autora? Brown soñaba antes del Código Da Vinci con ser músico, pero Blythe supo tocar su partitura en el tono correcto. Poco antes de casarse, Dan escribió un tema para los Juegos de Atlanta 96 y editó el CD Angeles y Demonios, título de su segunda novela. Hicieron algunas cosas juntos: co-escribieron la Guía de Supervivencia para Mujeres Románticas Frustradas (1995), un libro humorístico ilustrado por Blythe. Ella escribiría e ilustraría su libro: El Libro de los Calvos. De pronto a Brown se le encendió aparentemente el foquito, cansado tal vez de tantos fracasos y de las pequeñas cosas sin éxito alguno. Y se dijo, como en cualquier historia podría contarse; yo puedo hacer un thriller mejor que Sydney Sheldon. Confieso que no la conozco, ni ella a mí por supuesto. En Tahití la leyó y decidió cambiar su historia: fabricar un Best Seller. ¿Qué le habrá contado a Blythe? O mejor, ¿qué habrá propuesto ella? Esa es la historia para los guionistas de Hollywood. Lo que se cocinó ese día en las paradisíacas playas. Probablemente los Caballeros Templarios no estaban en mente aún y menos la dinastía de Jesús. Lo cierto es que el matrimonio Brown armó un rompecabezas que les ha significado un éxito millonario.
La Corte británica nos dará a conocer en los próximos días su fallo. Vendrá de seguro una materia técnica, otra histórica con sus pruebas, y lo más probable una nueva jurisprudencia para curar en salud próximos percances de esta naturaleza. ¿Si no hubiese sido un Best Seller tan exitoso, los autores de El Enigma Sagrado, habrían demandado en la corte a la editorial Random House? Detrás del Código, muchos millones de dólares. Y Da Vinci, que nos dejó la sonrisa de la Gioconda y su colosal inventiva, qué nos diría de su Monalisa, tan manoseada por la propaganda rampante.
UN MONJE BRITÁNICO PRIMERA VICTIMA DEL CÓDIGO DA VINCI
Dan Brown y el Código Da Vinci siguen en el ojo de la tormenta, aunque el mundo ruede y estalle en medio de ángeles y demonios y pequeños dioses a la medida del terror y muerte. Es noticia el best seller y su autor no sólo por el juicio en Londres sobre un supuesto plagio por los autores El Enigma Sagrado, que bautiza a Cristo como un profeta mortal, como lo acepta del Islam. EL monje benedictino de 64 años y de origen británico Alan Rees, se ha suicidado tras sufrir una fuerte depresión que aceleró la lectura del Código Da Vinci. Una nueva tarea para Robert Lagdon, el investigador de códigos, criptas y catedrales herméticas. Rees se ha lanzado de una altura de 9.1 metros desde la histórica Abadía de Belmont, ubicada en el sur de Inglaterra. Una nueva gota ácida al emblemático juicio, cuyos resultados conoceremos en las próximas semanas.
Será muy difícil, en nuestra opinión una condena, pero tal vez el Reino Unido dicte una nueva jurisprudencia en materia de derechos de autor, más rigurosa. Nada será igual después del Código Da Vinci, y los acuciosos y curiosos investigadores de fuentes para documentar sus libros tendrán que ser más cuidados con el material que pescan y adjuntan o asimilan en sus libros. No es nuevo lo que ha sucedido, pero se trata esta vez de la pugna entre dos best seller, uno apareció hace más de dos décadas.
Es espectacular la nueva publicad que está recibiendo el libro de Brown, rechazado, prohibido por la Iglesia católica, a quien se acusa en el Código Da Vinci de haber ocultado que Cristo se casó con María Magdalena y tuvo una descendencia que cuidaron, protegieron los Caballeros Templarios.
El Código llegó al plato de la ilusión imaginaria de millones de lectores en el mundo y transformó en un millonario a Brown. Los lectores esperan ávidos aventuras que corten a navaja el dulzón merengue de la historia, que los instalen en una nueva dimensión, les pulvericen sus creencias y les reafirmen sus sagradas estupideces. Libros para grandes masas llenas de morfina, somnolientas, aturdidas por la caja idiota y el placer digital de los juegos. Nunca la idiotez fue más solemne y totalitaria, arranca de la mañana a la noche, absorbe y corrompe las neuronas. Ante el “inminente Apocalipsis” las masas buscan una salvación en medio de la entretención, devoción devota de la sagrada boludez mental.
Palabras, pistas, códigos, lenguaje secreto, morbo del ocultamiento, todos los códigos conducen a un reino que no es de este mundo. Brown se montó en la cresta de la ola de una sociedad que tiembla como una hoja sin más destino que el que le impone el viento de cada atardecer. La que tendría mucho que contar es la mujer de Brown, quien investiga, hace las recopilaciones y al parecer insinúa temas y personajes. Sí, la señora Blythe tendría mucho que decir que hay detrás del Código Da Vinci, tal vez podría ser un gran tema de una nueva novela. ¿O ella es Vittoria Vetra, la científica italiana que le discute a Einstein y experta en yoga? ¿Cuál será el próximo capítulo de este interminable código de sorpresas ¿.Los tribunales británicos tienen la palabra. Tienen una larga tarea por delante para escudriñar, comparar, revisar, poner lupa a lo escrito y dicho en torno a la exitosa novela. ¿Agregará más ficción o realidad? ¿Luz o una nueva oscuridad? Lo que diga el juez está bajo la atenta observación del Vaticano, editoriales, escritores, entidades que velan por el Derecho de Autor, abogados, en fin, un fallo de una enorme repercusión que sentará una nueva jurisprudencia.
Rolando Gabrielli©2006
Dan Brown y el Código Da Vinci siguen en el ojo de la tormenta, aunque el mundo ruede y estalle en medio de ángeles y demonios y pequeños dioses a la medida del terror y muerte. Es noticia el best seller y su autor no sólo por el juicio en Londres sobre un supuesto plagio por los autores El Enigma Sagrado, que bautiza a Cristo como un profeta mortal, como lo acepta del Islam. EL monje benedictino de 64 años y de origen británico Alan Rees, se ha suicidado tras sufrir una fuerte depresión que aceleró la lectura del Código Da Vinci. Una nueva tarea para Robert Lagdon, el investigador de códigos, criptas y catedrales herméticas. Rees se ha lanzado de una altura de 9.1 metros desde la histórica Abadía de Belmont, ubicada en el sur de Inglaterra. Una nueva gota ácida al emblemático juicio, cuyos resultados conoceremos en las próximas semanas.
Será muy difícil, en nuestra opinión una condena, pero tal vez el Reino Unido dicte una nueva jurisprudencia en materia de derechos de autor, más rigurosa. Nada será igual después del Código Da Vinci, y los acuciosos y curiosos investigadores de fuentes para documentar sus libros tendrán que ser más cuidados con el material que pescan y adjuntan o asimilan en sus libros. No es nuevo lo que ha sucedido, pero se trata esta vez de la pugna entre dos best seller, uno apareció hace más de dos décadas.
Es espectacular la nueva publicad que está recibiendo el libro de Brown, rechazado, prohibido por la Iglesia católica, a quien se acusa en el Código Da Vinci de haber ocultado que Cristo se casó con María Magdalena y tuvo una descendencia que cuidaron, protegieron los Caballeros Templarios.
El Código llegó al plato de la ilusión imaginaria de millones de lectores en el mundo y transformó en un millonario a Brown. Los lectores esperan ávidos aventuras que corten a navaja el dulzón merengue de la historia, que los instalen en una nueva dimensión, les pulvericen sus creencias y les reafirmen sus sagradas estupideces. Libros para grandes masas llenas de morfina, somnolientas, aturdidas por la caja idiota y el placer digital de los juegos. Nunca la idiotez fue más solemne y totalitaria, arranca de la mañana a la noche, absorbe y corrompe las neuronas. Ante el “inminente Apocalipsis” las masas buscan una salvación en medio de la entretención, devoción devota de la sagrada boludez mental.
Palabras, pistas, códigos, lenguaje secreto, morbo del ocultamiento, todos los códigos conducen a un reino que no es de este mundo. Brown se montó en la cresta de la ola de una sociedad que tiembla como una hoja sin más destino que el que le impone el viento de cada atardecer. La que tendría mucho que contar es la mujer de Brown, quien investiga, hace las recopilaciones y al parecer insinúa temas y personajes. Sí, la señora Blythe tendría mucho que decir que hay detrás del Código Da Vinci, tal vez podría ser un gran tema de una nueva novela. ¿O ella es Vittoria Vetra, la científica italiana que le discute a Einstein y experta en yoga? ¿Cuál será el próximo capítulo de este interminable código de sorpresas ¿.Los tribunales británicos tienen la palabra. Tienen una larga tarea por delante para escudriñar, comparar, revisar, poner lupa a lo escrito y dicho en torno a la exitosa novela. ¿Agregará más ficción o realidad? ¿Luz o una nueva oscuridad? Lo que diga el juez está bajo la atenta observación del Vaticano, editoriales, escritores, entidades que velan por el Derecho de Autor, abogados, en fin, un fallo de una enorme repercusión que sentará una nueva jurisprudencia.
Rolando Gabrielli©2006
NUEVAS REVELACIONES SOBRE EL PLAGIO DEL CÓDIGO DA VINCI
Dan Brown de 41 años, un frustrado compositor de canciones, hoy multimillonario con la novela El Código Da Vinci, se ha transformado en una verdadera estrella con su defensa ante la acusación de plagio en Londres, por los autores del libro El Enigma Sagrado. En 69 páginas presentadas ante el juez, Dan Brown reveló algunos hilos de su construcción e historia literaria. Contó asimismo acerca de las influencias a las cuales se ven sometidos sus personajes. El juicio, que llega a su fin en cuanto a las alegaciones de ambas partes, constituye un valioso material para un relato y con ello paso expedito a una película.
Reveló además que su esposa Blythe, historiadora del arte, es quien realiza muchas de las investigaciones para sus libros. El juez Peter Smith, un especialista en las cruzadas y en interpretaciones bíblicas, analizará durante varias semanas se tomará varias semanas para llegar a un veredicto que puede llegar a cambiar las reglas de los derechos de autor y la creación literaria.
El generoso Dan Brown sigue haciendo historia y de paso dio a conocer que su próxima novela se referirá a la Masonería. Es autor de cuatro novelas y una suscrita bajo seudónimo. Su personaje John Langdon apareció por primera vez en su novela Ángeles y Demonios y está inspirado ese experto en simbología en un especialista en historia de la religión, Joseph Campbell. Dan Brown contó que lo vio por primera vez en un programa de televisión haciendo valientes denuncias sobre mitos y falsedades de la religión. Así lo declaró ante el tribunal de Londres: quería que mi personaje tuviera la misma apertura de miras que ese investigador. Langdon continuará, dijo, como protagonista de sus futuros libros. "Su saber en simbología e iconografía le permite el lujo de aventuras potencialmente sin límites”, precisó. Él se crió en Nueva Inglaterra, y su próxima novela incluirá un tercio con el tema de la Masonería, adelantó. En ese lugar, agregó Dan Brown, "existe una larga tradición de clubs privados de élite, fraternidades y secretos". Se ha declarado fascinado por las sociedades secretas y los códigos. Ha trabajado dos años en esa novela disciplinadamente, siete días a la semana, y comienza a escribir desde las cuatro de la mañana. Asombrado se declaró por la acusación de plagio hecha por Richard Leigh y Michael Baignet, co-autores de El Enigma Sagrado, editado en 1982. Libro, dijo, no terminó de leer por ser “demasiado detallado y difícil de leer”
Rolando Gabrielli©2006
LAS PISTAS Y PROFECÍAS DE UN PLAGIO DE ORO
El plagio es un dinosaurio que se alimenta de lagartos, pero es serpiente vieja de muchas cabezas. Zorro como pocos, devora la imaginación, la poesía de la muerte fluye de sus venas avinagradas. Qué dientes más falsos, qué dentelladas más silenciosas. Es un golpe seco en la nuca. Chilla ratón de cola negra, plagio de lengüetas ásperas, revienta en la noche la página el blanco. ¿Qué ojos abrirá el cocodrilo del plagio, cuando arranca las piernas, la humanidad entera del otro? Y luego se sumerge a escribir su obra bajo el manglar. En Nueva York, España, Panamá y Colombia, he sentido las pesadas garras del plagio. Sé de qué hablo, que no digo y por donde la carroza lleva el muerto.
En esta nota sólo me remito a lo que está y se debate en el ambiente, en el tribunal Supremo de Londres, lo que apenas se está conociendo, de parte y parte. Es un caso de los más relevantes de todos los tiempos, emblemático, por el impacto comercial, la difusión que ha tenido la obra a nivel mundial y que además será divulgada en una película que se espera sea una supertaquilla. El Código Da Vinci de Dan Brown, que le ha reportado ganancias de 85 millones de dólares fue acusado de plagio, está en el banquillo de los acusados, y su autor subió al estrado a declarar y a contar como hizo la historia, investigó y escribió su libro. Nadie más autorizado que un autor para hablar la verdad y mentira de su propia obra. La palabra mágica de Brown ante sus acusadores, Michael Baigent y Richard Leigh, autores del “plagiado” El Enigma Sagrado, es que él reformuló pasajes de esa obra, editada hace poco más de dos décadas. (Lástima que sus autores aún estén vivos).
El tema para los acusadores es que El Código Da Vinci copia la historia del casamiento de Jesús y María Magdalena, quienes tuvieron hijos y descendientes, hecho que la Iglesia Católica rechaza y condena. Da Vinci es quien, de acuerdo con la trama de la novela, deja algunas pistas al respecto y la Iglesia lo oculta. Brown sostiene que él incorpora a su manera, no copiando, sino recreando, la investigación realizada en El Enigma Sagrado, pero que además consultó cientos de documentos y revisó 38 libros para hacer el suyo.
La parte acusadora le interrogó por el uso del término “profeta mortal” que aparece en el libro El Enigma Sagrado, y el autor norteamericano sostuvo que no es patrimonio ni idea original de ese libro, sino que es una expresión que aparece en la religión del Islam, que considera a Jesús de esa manera.
La demanda de los escritores británicos es directa contra la editora Random House por un total de 17 millones de dólares y propia neutralizar la puesta en escena de la película, estimada para el 17 de mayo próximo.
Rolando Gabrielli©2006
(Editado en febrero en este Blog)
Pareciera que los secretos del Código Da Vinci estuvieran apunto de ser develados, y al mismo tiempo, podría caer el telón para la versión cinematográfica del best seller de Dan Brown. El famoso superventas con 40 millones de ejemplares de la editorial Random House, ha sido denunciado de plagio, por unos historiadores que editaron el libro de investigación Holy Blood and Holy Grail, (La sangre santa y el santo grial), que hace más de dos décadas revelaba que Jesucristo se casó con María Magdalena y tuvieron un hijo, cuya dinastía protegerían Los Caballeros de la Orden de Los Templarios. El juicio en contra de Randon House ya se inició en Londres y se reiniciará el próximo lunes “con la presentación de pruebas”, basadas en una demanda del neozelandés Michael Baigent y el estadounidense Richard Leigh, que acusan violación de sus derechos de autor. Brown es solo un testigo. En opinión de los autores del exitoso El Enigma Sagrado, el Código Da Vinci basa su historia, estructura arquitectónica en las investigaciones editadas en su libro. Por ello exigen 10 millones de libras esterlinas, unos 15 millones de euros, unos cuantos millones más de dólares, para desistir de la acusación. De no ceder a sus peticiones, solicitarán la suspensión de la novela y de la película, cuyo protagonista es Tom Hanks, filmación que se desarrolla en Inglaterra. El Enigma Sagrado sostiene que Jesucristo sobrevivió a la crucifixión y huyó con María Magdalena a Francia y sus descendientes se unieron a la realeza. Si, fundan los merovingios en Francia, sostiene el Código Da Vinci, y el Opus Dei intenta impedir que se conozca el secreto que el Grial (Santo Grial, sangre de rey) son los hijos de Jesús y Maria Magdalena. Brown sostiene en su libro, que todo lo escrito allí es fidedigno. Ha dicho el autor que es una vieja idea este tema del dios femenino. Son millones las mujeres muertas, sostienen algunos, por la Iglesia católica a lo largo de la accidentada historia religiosa de los últimos tres siglos. El Código habla de anillos secretos como los de la Olimpiada, sostiene que María Magdalena es el Grial en la última cena de Leonardo Da Vinci y además establece una condena clara al “machismo de la iglesia”. El tema tiene más detalles y muchas otras connotaciones. (“Jesús y María Magdalena representaban la dualidad masculina-femenina (como Marte y Atenea, Isis y Osiris); los primeros seguidores de Jesús adoraban "el sagrado femenino"; esta adoración a lo femenino está oculta en las catedrales construidas por los Templarios, en la secreta Orden del Priorato de Sión -a la que pertenecía Leonardo Da Vinci- y en mil códigos culturales secretos más”). Lo cierto es que el autor de este super best seller viaja en su jet privado porque no puede seguir firmando los libros en los aviones y aeropuertos, ya que tiene que enfrentar este juicio. Seguramente se han incrementado las ventas del libro al igual que las de El Enigma Sagrado, y las expectativas para la cinta que se exhibirá en Cannes a mediados de mayo próximo. La literatura vive hoy uno de sus mejores shows y tendrá una duración de aproximadamente 15 sesiones en las cortes británicas. No será fácil probar una acusación de la naturaleza presentada por los demandantes. No porque no les asista alguna razón, sino porque, “expertos en leyes de protección de la propiedad intelectual consultados por la agencia de noticias Bloomberg sostienen que es muy difícil probar que una obra de ficción plagia de forma ilegal un libro académico. “Si pueden demostrar que El Código Da Vinci cuenta los mismos eventos históricos y en el mismo orden, y se basa en el mismo esquema narrativo que su obra, pueden sacarlo adelante”, sostuvo Lorna Brazell, una abogada especializada en la materia. Un juez de Nueva York rechazó en agosto pasado una demanda parecida. El escritor Lewis Perdue pedía una compensación de 150 millones de dólares y que se bloqueara la distribución de la obra de Brown, porque, según él, plagiaba elementos de sus obras: Daughter of God y The Da Vinci Legacy. ”El juez determinó que, aunque los tres libros narran acontecimientos históricos y religiosos parecidos, los detalles y el carácter de la narración diferían”. Dijo además, que “los derechos de reproducción no protegen una idea, sino la expresión de esa idea”. Según el derecho británico no se puede juzgar por plagio a una persona, por ello Brwn es sólo testigo y Random House la editora acusada. En el marco de los argumento de los demandantes, éstos se sienten aludidos en la novela. Sostienen que el personaje de Leigh Teabing es una alusión. Leigh corresponde a Richard Leigh, Teabing es uno de los anagramas utilizados por Brown y responde a Baigent. ¿El Código Da Vinci se convertirá en el más formidable plagio de los últimos tiempos o la historia ficcional está para ser plagiada por cualquier autor? Rolando Gabrielli©2006