PARRA, CARDENAL Y ROJAS
La Real Academia Sueca tiene una oportunidad extraordinaria este año de reencontrarse con la poesía y América latina, si decide innovar en la toma de decisiones de sus premios nobeles de literatura. Año tras año premia en la rama de las letras a un escritor de cualquier continente, aunque en el último tiempo han estado vinculados los premios a los temas de nuestra época y países relacionados con este escenario, sin desmeritar las obras. América latina ha estado marginada por 17 largos años del Nobel sueco de literatura desde que se premiara por última vez al sub continente en 1990, en la persona de Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano.
En más de un centenar de premiados sólo figuran 17 poetas y sólo tres son latinoamericanos: Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Octavio Paz, en su orden cronológico. Jorge Luis Borges, poeta, ensayista, cuentista, crítico y lector excepcional, rondó el Nobel por años, hasta que fue condecorado por el general Pinochet y dijo su mortal frase en un discurso de agradecimiento en Santiago de Chile: Prefiero la clara espada que la furtiva dinamita. Nicanor Parra es otro candidato de larga duración y también reconocidos méritos.
Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, son los dos latinoamericanos con más tiempo en la antesala del Nobel, en la actualidad.
El último poeta premiado fue hace diez años, la polaca Wislawa Szymborska y los nobeles se iniciaron con otro poeta, el francés Sully Prudhomme, que no suena ni truena, como varios otros galardonados por las circunstancias, casualidades y la gracia sueca. Es conocida la poderosa lista de los olvidados: Joyce, Proust Brecht, Ionesco, Carpentier, Cortázar, Rulfo, y la lista es más amplia, por distintas, inexplicables, misteriosas y tal vez, conocidas razones extra literarias.
Hoy es una utopía lo que plantearé, pero el hombre que no va, no cree, no se esfuerza por alcanzar la utopía, hacerla realidad, es porque no sueña. La poesía es sueño real, como la vida.
La Real Academia Sueca, podría este año de manera excepcional, premiar a tres poetas latinoamericanos, alquimistas, cosmonautas de la palabra, cantores del más acá, del amor, universales, y juntos reúnen además 264 años de lo mejor de la poesía de habla castellana entre dos siglos: Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y Gonzalo Rojas. Chile y Nicaragua son dos países con una rica tradición poética. Rubén Darío reencantó la poesía en castellano, transformó, con el modernismo y después Pablo Neruda retomó la palabra, y añadió un nuevo rumbo a la poética en idioma castellano. Los críticos sostienen que en ese relevo, la palabra la tiene Nicanor Parra. Neruda es el más leído desde Shakespeare, en opinión de algunos críticos, y el poeta que más se visita en google. La poesía de Gonzalo Rojas respira con su propio oxígeno y se ajusta también a la medida de su silencio, afonía, voluptuosidad, penetración carnal.
No es fácil coincidir en poesía con tres poetas fundamentales del habla castellana en su plena madurez con una obra hecha. Los tres vivieron sus propias dictaduras en sus países, le cantaron al amor, se comprometieron con la realidad, la palabra y abrieron nuevos caminos para la poesía.
El hombre está cambiando aceleradamente su manera de ver el mundo y equivocadamente lo hace relegando la palabra a un segundo, tercer y quinto nivel. Privilegia la imagen, la TV, los mensajes ilustrados, los medios sobre la información. Y en este escenario la poesía está fuera del juego digital. Los poetas están fuera de la historia, porque la historia se hace en la TV, a través de discursos que nadie escucha y que se aceptan de antemano. Y la historia personal le pertenece al ejercicio banal y al entretenimiento per se. ¿Cuántas llamadas se estarán haciendo en este momento por celular? ¿Cuántos millones de personas jugarán con un celular o ante un ordenador? ¿Cuántos revisarán mensajes para contestarlos por celular? ¿Cuántos compraron hoy un celular? ¿Leer es un ejercicio que está fuera de la mesita de noche?
La Real Academia Sueca tiene una oportunidad extraordinaria este año de reencontrarse con la poesía y América latina, si decide innovar en la toma de decisiones de sus premios nobeles de literatura. Año tras año premia en la rama de las letras a un escritor de cualquier continente, aunque en el último tiempo han estado vinculados los premios a los temas de nuestra época y países relacionados con este escenario, sin desmeritar las obras. América latina ha estado marginada por 17 largos años del Nobel sueco de literatura desde que se premiara por última vez al sub continente en 1990, en la persona de Octavio Paz, poeta y ensayista mexicano.
En más de un centenar de premiados sólo figuran 17 poetas y sólo tres son latinoamericanos: Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Octavio Paz, en su orden cronológico. Jorge Luis Borges, poeta, ensayista, cuentista, crítico y lector excepcional, rondó el Nobel por años, hasta que fue condecorado por el general Pinochet y dijo su mortal frase en un discurso de agradecimiento en Santiago de Chile: Prefiero la clara espada que la furtiva dinamita. Nicanor Parra es otro candidato de larga duración y también reconocidos méritos.
Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, son los dos latinoamericanos con más tiempo en la antesala del Nobel, en la actualidad.
El último poeta premiado fue hace diez años, la polaca Wislawa Szymborska y los nobeles se iniciaron con otro poeta, el francés Sully Prudhomme, que no suena ni truena, como varios otros galardonados por las circunstancias, casualidades y la gracia sueca. Es conocida la poderosa lista de los olvidados: Joyce, Proust Brecht, Ionesco, Carpentier, Cortázar, Rulfo, y la lista es más amplia, por distintas, inexplicables, misteriosas y tal vez, conocidas razones extra literarias.
Hoy es una utopía lo que plantearé, pero el hombre que no va, no cree, no se esfuerza por alcanzar la utopía, hacerla realidad, es porque no sueña. La poesía es sueño real, como la vida.
La Real Academia Sueca, podría este año de manera excepcional, premiar a tres poetas latinoamericanos, alquimistas, cosmonautas de la palabra, cantores del más acá, del amor, universales, y juntos reúnen además 264 años de lo mejor de la poesía de habla castellana entre dos siglos: Nicanor Parra, Ernesto Cardenal y Gonzalo Rojas. Chile y Nicaragua son dos países con una rica tradición poética. Rubén Darío reencantó la poesía en castellano, transformó, con el modernismo y después Pablo Neruda retomó la palabra, y añadió un nuevo rumbo a la poética en idioma castellano. Los críticos sostienen que en ese relevo, la palabra la tiene Nicanor Parra. Neruda es el más leído desde Shakespeare, en opinión de algunos críticos, y el poeta que más se visita en google. La poesía de Gonzalo Rojas respira con su propio oxígeno y se ajusta también a la medida de su silencio, afonía, voluptuosidad, penetración carnal.
No es fácil coincidir en poesía con tres poetas fundamentales del habla castellana en su plena madurez con una obra hecha. Los tres vivieron sus propias dictaduras en sus países, le cantaron al amor, se comprometieron con la realidad, la palabra y abrieron nuevos caminos para la poesía.
El hombre está cambiando aceleradamente su manera de ver el mundo y equivocadamente lo hace relegando la palabra a un segundo, tercer y quinto nivel. Privilegia la imagen, la TV, los mensajes ilustrados, los medios sobre la información. Y en este escenario la poesía está fuera del juego digital. Los poetas están fuera de la historia, porque la historia se hace en la TV, a través de discursos que nadie escucha y que se aceptan de antemano. Y la historia personal le pertenece al ejercicio banal y al entretenimiento per se. ¿Cuántas llamadas se estarán haciendo en este momento por celular? ¿Cuántos millones de personas jugarán con un celular o ante un ordenador? ¿Cuántos revisarán mensajes para contestarlos por celular? ¿Cuántos compraron hoy un celular? ¿Leer es un ejercicio que está fuera de la mesita de noche?
La poesía existe antes de la palabra, porque siempre ha sido una señal lo que han dejado los verdaderos poetas. En un principio, todo fue poesía. El sol, la luna, las estrellas, las manos, el agua, la noche, el cuerpo, la tierra, la poesía era la contemplación. Todo comenzó a descubrirse, fundarse y la poesía carecía de apellidos, como el cosmos infinito, sin límites, ni dueños.
Las cortes imperiales llamaron a los poetas, los bardos cantaban y hacían loas. Se escribieron grandes libros, hoy clásicos. La poesía fue la palabra. Los poetas sobrevivieron a la prosa, una y otra vez, pero casi todo iba teniendo nombre y apellido, hasta la propia poesía llegó a tenerlo. Dos guerras mundiales y se escribió mucha poesía y los poetas adquirieron presencia universal, histórica, real. El sello, sin duda, del siglo XX, fue esa gran tribuna para los poetas.