Mayo, mayo, no digamos que la historia pasó
inadvertida con su luz y sombras en las calles
y la juventud dejó el pellejo en vano,
sus sueños a la deriva o
la espada y la memoria en el pasado.
El desencanto no fue mayo, sino la historia
repetida con sus agujeros negros, sordos,
barricadas a contrapelo.
La posguerra había traído de todo a esta Europa
vieja, próspera, consumista, egoísta.
Es mayo en París la revuelta estudiantil está
en curso y se estremece el mundo,
en las calles de Francia,
donde un espíritu floreciera de la nada.
Ahora florecen las consignas por los muros y los patios
de la Sorbonne, hablan el idioma
de la imaginación y del desencanto,
de la libertad, a prueba de Francia.
Nanterre, Nanterre,
volverás a nacer pequeña luz,
aún el asombra.
Rolando Gabrielli©2018