viernes, marzo 21, 2014

Oh, es el día de la poesía


¿La poesía nace en primavera? ¿Tiene una estación favorita? ¿Un día, un año, un tiempo, un lugar, un instante? ¿Es una enfermedad infantil de la humanidad, del ser humano? ¿Una etapa  romántica de la vida de un hombre o de una mujer? ¿Un lenguaje para iniciados, obsoleto o la voz de la tribu apagada por el mercado? ¿Un acto de fe ciega en la palabra? ¿Qué es, para qué sirve, como se utiliza la poesía en tiempos del dios mercado? Lo cierto es que la poesía no es un negocio, siempre ha sido, y hoy más que nunca,  la cenicienta del mercado. Pariente pobre, allegada, un accesorio subalterno de la novela. No alcanza más que para sustrato de la prosa, le aligera, otorga un valor agregado  y se le premia en algunos juegos florales o círculos que quieren prestigiar de alguna manera indirecta el idioma, aparentar que sostienen un mundo banal poéticamente.
La poesía nos avergüenza a casi todos, porque carece de importancia.  Su traje se usa en contadas ocasiones, porque no está invitada a la fiesta de la farándula global. No hay tiempo para la poesía. No es arte ni parte, en este entierro global, la poesía atiende en una funeraria algunos pedidos de ocasión. En primavera se le ha dado  rango, categoría universal a su menoscabada palabra sepultada por imágenes  frívolas, expresiones de un arte que no alcanza para decadente, porque la estupidez se registra así misma. La poesía ya no es siquiera la loca de la casa, porque el mundo está lleno de locos rematados, que son garantes y patrocinadores del establecimiento.
Todo está  contra la poesía, hasta lo que algunos llaman poesía, le  ponen su nombre, camaleonean su palabra, reparten sus cenizas en  antologías. Son estos profetas modernos, dueños de la verdad, pertenecen a esta y otras generaciones, nuevos, novísimos, emergentes, lúcidos en medio de la lucidez. Le arrancan un ojo al búho de la noche y son malditos, plagian la letra hormiga y no cruzan un puente por miedo a los testigos. Poetas del vértigo, de la ilusión perdida, de dónde vienen, adónde van y qué historias traen.
Poetas no estorben/ la poesía se abre paso/ con su propio impulso/oxígeno de boca en boca/ La poesía tiene inviernos, primaveras/todas las estaciones /el as  del otoño/cae en el tiempo una hoja/ se abre una ventana, dos, tres/la palabra es el paisaje/su abecedario no tiene calendario/puntos ni comas/el poema es la risa/el aroma/el viaje de tu sombra.
La poesía está en todas partes, dijeron lo futuristas rusos, o en ninguna, pudiera ser o donde el tiempo no llega y  nos obliga a describir con palabras lo desconocido. La poesía  es sombra y espejo  de sus propias  palabras. Todo lo que no se dice, también es poesía, y por supuesto, lo que algún día se va a decir. En poesía se vive y se muere, todos los instantes caben en un himno o epitafio, la suma de las horas y sus circunstancias, son el poema. Poesía  de la tierra, del hombre,  de la vida, de las cosas, del amor, poesía de la poesía, de tiempos ancestrales, de la memoria, de lo que se nombra por primera vez, poesía urbana, del lar, poesía que te nombra, convoca y bautiza... La poesía se mueve con las palabras, aparentemente. Cada cosa tiene su lugar, aparentemente. Todo poema es  una memoria. La poesía tiene pasado, presente y futuro.
Siento que la poesía no se irá de aquí, ni de ningún lado. Es una raíz de muchas raíces. La poesía es la nada, lo nuevo es la poesía.

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Qué descuido, el dibujo es de Isabella Gabrielli

 

jueves, marzo 20, 2014

La musa y yo

La musa y yo ficcionamos,
la realidad es un termómetro
con distintas temperaturas
Estoy congelada,
me dice
Estoy caliente,
respondo
¿Qué hacer en estos casos?
Abro un paréntesis,
entra el verano,
marzo húmedo, voraz,
espero tu respuesta.

lunes, marzo 17, 2014

La sombra ejerce un juego

 
La sombra
ejerce un juego de contrarios,
sabe que depende del cuerpo.
Por eso duerme a su lado,
única manera de proteger
su presencia.
Rolando Gabrielli©2014

La sombra


Muestro
el  lado oscuro
de tu cuerpo.
¿Por qué te asombras?

domingo, marzo 16, 2014

Tiempo después, no sé cuanto

Tiempo después. No sé cuanto, pero me hice la pregunta. Las interrogantes surgen espontáneamente. Me da la impresión que un vacío las imanta y pone sobre la mesa. También el peso de la incógnita que las envuelve en un velo tenue y misterioso, listo para ser rasgado. La caprichosa memoria archiva y luego selecciona. Un duende más grande que el silencio, se asoma tímidamente con un cartelito y la vieja historia en off, vuelve a tomar consistencia, sale a la superficie. El fantasma  de esa realidad interroga  en tiempo real y aunque ha permanecido inmutable, congelado, puede  brotar espontáneamente.
La mañana estaba soleada. Me entretuve en el curso de la flor de la orquídea como dos hilos dorados sobre el tendero. Ahí la prosa adquiere sentido y nadie pone en duda lo cotidiano. El oro del sol se refleja en la diminuta flor que renueva sus esperanzas en marzo. Es una pequeña paloma con sus alas detenidas en la luz. No todos los vuelos son vuelos, ni marcan distancias.  Son cinco o seis brazos extensos, delgados, uno aún con sus  diminutos brotes intactos. Abrazados al sol del poderoso verano. Sé que alumbrarán  en algún amanecer. La belleza tiene caminos  solitarios y desconocidos. Carece de tiempos definidos, atemporal como el eco de un caracol. El día es espléndido aún para la rosa congelada. La naturaleza guarda y revela sus propios secretos.
Marzo recorta sus días, pero alumbra lo suficiente para un domingo. Hay una monotonía de sastre o peluquero. Ese aire algo espeso y ligero, que  no termina de calentar. Adónde nos ha llevado y traído la memoria, sino a los ojos de un domingo luminoso. Este es  el día que una pregunta movió la memoria. ¿ Me pregunto si vale la pena volver a hacerse la pregunta, si no tendrá respuesta? La memoria también es una gran incógnita.