1
Estoy viendo la parada militar,
a miles de kilómetros
diviso al fondo la cordillera nevada,
los Andes y el cielo gris de Santiago,
un paisaje que se repite para estas fechas,
si mal no recuerdo,
una postal que la memoria reclama
y siente como suya
Aún no es primavera y se respira
2
¿Los mismos penachos para una misma gente?
En la tribuna veo a las autoridades
que no alcanzo a reconocer,
los parientes, amigos, algunas novias
fetiches de los uniformes militares
diseminadas entre el público
El pueblo, como lo conocemos literalmente,
abierto, alegre, espontáneo,
brilla por su ausencia
y al compás de unas bandas
la solemnidad puede parecer seria,
si vemos desfilar tantos
al mismo tiempo marchando
como si fueran a una guerra inexistente
con sus botas relucientes,
pisando el mismo suelo
de todos los chilenos muertos,
confundidos en una fosa común
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Ahí sigue la cordillera de los Andes
impecable, sólida, inmutable,
un testigo mudo del horror,
absoluta, categórica, rotunda,
la gran piedra viva de Chile
Un día memorable, dicen,
para la patria
que ha sido tan pisoteada
por las glorias de Chile
Un helicóptero Puma
sobrevuela los cielos de Chile,
(casi no me he perdido ningún detalle)
Es igual al de la comitiva
de la Caravana de la muerte,
no podemos pedir más a este espectáculo
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He partido tan lejos como he podido,
con los talones mordidos
y los huesos duros de Chile lastimados,
violaron los derechos más elementales
y ahora desfilan como si nada,
con bombos y platillos,
calzan botas, empuñan armas,
se visten aguerridos,
una nube vaga frente a Los Andes,
a miles de kilómetros me pregunto
dónde están los desaparecidos
Uno de los grandes asesinos, dijo:
son un montón de huesos anónimos
repartidos en fosas comunes
¿Aquí nada se ha perdido?
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Estos de ahora,
desfilan, desfilan, desfilan,
con el mismo desplante
La verdad es una chispa de sangre
Nosotros quizás ya no somos
los mismos de antes,
ni de mañana.