viernes, agosto 19, 2011

Raùl Ruiz baja el telòn: Inclasificable, dentro y fuera de la pantalla




El Tercer Ojo del Cine Chileno
LA HISTORIA ES LA IMAGEN
"Supongo que todos los muertos se van a Chile. Tengo esa vieja idea paranoica: cuando uno se porta mal en vez de irse al infierno se va a Chile". RR

Raúl Ruiz, la versión cinematogràfica  de Matta, Huidobro, Arrau, de nuestros chilenos virtuosos y esenciales, bajò hoy el telòn en Parìs. Era, sin embargo, el Neruda del cine total. Nuestro Fellini, me parece, desmesurado, surrealista, infinito, barroco, obsesivo, delirante, lùdico, vanguardista, autor erudito de todos los rollos posibles.  ¿El último renacentista del celuloide?  Lo cierto que fue un sureño vertical, nacido en Puerto Montt, y residenciado en el celuloide universal, un tipo con imaginaciòn pantagruèlica,  delirante, asi recuerdo a Raúl Ruiz, el autor de Tres tristes  tigres, quien muriò  hoy en Francia y regresarà definitivamente en los próximos dias  a Chile. El presidente de Francia, Nicolàs  Sarkozy, paìs que le acogiò tras su exilio, dijo que Ruiz era un digno heredero de  los Lumiére, hermanos que crearon el sèptimo arte. Hijo de la Ilustraciòn, añadiò. El secretario de Estado de Cultura portugués, Francisco José Viegas, donde Ruiz realizò varias peliculas, lo calificò de  un realizador único" que tuvo con Portugal "una relación casi umbilical". Chile declarò tres dìas de duelo. El director del Festival de Cannes, Gilles Jacob, también rindiò homenaje al Director y su poètica ùnica. Fue candidato en cinco ocasiones a la Palma de Oro de Cannes, certamen que lo premió en 1983 por el filme "Las tres coronas del marinero. "Sarkozy considera que prueba de la diversidad de fuentes del chileno son "sus adaptaciones de los grandes novelistas franceses que él amaba (Balzac, Giono, Proust)", o su "Misterios de Lisboa", "su última obra, una inmersión laberíntica en la sociedad lusitana", palabras recogidas por la prensa internacional y parisina. Ruiz lega  una  obra inmensa, inagotable, incodificable, Ruizable por los cuatro costados màs el largo de Chile que transforma en cinco los  puntos cardinales.
 El balance de  48 años de  su cinematografía,  son  113 pelìculas y otros tantos cortos realizados en Chile, Portugal, Francia y Europa, que suman unas 150 obras. Casi nada hemos visto en esta parte de Amèrica cautiva por Hollywood, pero tuve la oportunidad de asistir a la Premier  de Tres Tristes Tigres en el  cine Marconi en Santiago del 68 y que patrocinaron tres capitanes de barco, entre ellos el padre de Raùl. Tarde memorable para el nuevo cine chileno, que integrarìan Miguel Littin y otros cineastas emergentes en los sesenta.
Hablo como un Extra de su película La Colonia Penal de Franz Kafka, estrenada en Italia muchos años después, cuando todos andabamos en algún exilio, y Raúl filmaba  a los chilenos en París y relataba  las historias que pasaban por la pantalla de su memoria infinita.  Filmaba la enrarecida y desolada atmósfera del exilio. Documentaba  este nuevo vacio que las imágenes y su visión de cazador de los hechos en bruto, sin actuaciones premeditadas, tanto le apasionaban para armar su rompecabezas con el cual nos llegaría a perturbar, sosprender lisa y llanamente. Un inclasificable, diria,  dentro y fuera de la pantalla. Autor de culto, clásico, chileno raizal, universal. Hombre de mitos y realidades, por ahì enfocò la càmara como pocos, hasta hacer crecer tal vez una historia dentro de otra historia o una pelìcula dentro de otra pelìcula. Italia, recurro a su historial y palabras, fue una de sus patrias de experimentaciòn para su cine màs puro, libre, alejado de cualquier cautiverio.
Como Extra de un filme kafkiano que nunca vi, les aseguro, que Raúl Ruiz es un personaje interminable, fascinante, porque ninguna punta tiene inicio ni fin. El hilo conductor siempre será Raúl Ruiz, un Director fenomenal de una  historia atravesada en los sueños de su visión rabeliana asistida por un ciego de la calle Ahumada.  Raúl  Ruiz se paseaba por la vieja  historia occidental, de Chile y la propia, con sus guiños personales, y al vuelo del rodar de la memoria del  presente y futuro, asumía la más fresca expresión de un  verdadero testigo de su tiempo, rodaba sin tiempo, atrapado en el propio escenario que construía,  como  arquitecto del nuevo espacio  vislumbrado.  Barroco al barroco deslumbrar/ de imágenes inconclusas, aire  desdoblado al ojo/ luz del objeto/¿Alguien nos mira o somos nosotros mismos/ la ventana  ciega al pasar? ¿Un espejo es la otra imagen del paisaje? No sè ni adivino/solo el ojo circula sobre el mar/ que agita  la espesa geografía / y deletrea la palabra oscuridad/Nadie piensa en nadie/La imagen fija la imagen./Nada / està màs fuera de foco, Maestro/que la realidad/ y sus multiples  sombras.
 RR nos sorprendió  con su olfato trasgresor desde sus  Tres tristes tigres y de ahi en adelante no se detendrìa ni para coger impulso. Las filmaciones  en Francia, Portugal, Italia,  Holanda, los premios y reconocimientos no se hicieron esperar  en  San Remo, Festivales de Orleans, Parìs, Berlìn, Cannes, San Sebastián  y Chile siempre se aplazò asimismo como en los viejos tiempos ya conocidos: se amputò las manos, cortò la lengua, tapò los ojos, no vio pràcticamente las películas de Raúl Ruiz.  Nadie dijo nada. No se olviden que yo hablo como un Extra, sin pelos en la lengua, hacièndome eco del Chile posmorten, siempre festivalero con los artistas ausentes. (Estuve a punto, es un parèntesis, de ser contratado en un papelito de expendedor de alimentos en una tienda o un bar, y con paga esta vez, pero muy miserable. Los horarios terminaron por no coincidir, pero volvìa al estrellato, al menos, por insinuaciòn del destino. ¿Todo acto fallido puede llegar a ser una salvaciòn?) 
Sigo con nuestro personaje emblemàtico, premiado en Estados Unidos como un autor de culto por el Cìrculo de Crìticos de New York; en el festival  de  Ròtterdam,1986, se le reconoció como  uno de los veinte cineastas del futuro. Profesor visitante en Harvard y en otras prestigiosas universidades norteamericanas y europeas, como en la Catòlica de Valparaìso.
En los ochenta comenzaron a reconocer internacionalmente al cineasta chileno, de acuerdo con los estudiosos, por dos de sus obras màs emblemàticas: Las tres coronas del marinero y La Isla del tesoro.
En su gloria màs cinematogràfica, contò con estrellas norteamericanas y europeas: John Malkovich, Marcello Mastroianni, Isabelle Huppert, Catherine Deneuve y John Hurt.
Los Extras hablan sin libreto, son como un bulto blanco o una sombra màs pàlida que su reflejo. Es decir, no se notan, han superado la sombra. Estàn casi detràs del espectador. Deambulan por la imaginaciòn del gran telòn.  Se les puede encontrar en algùn pasillo. Nadie los ve. Ni ellos se miran. Caminan por la vereda de la ausencia. Son parte quizas de una nostalgia acumulada por el insomnio. Lo que cuenta es el duende del Director, el reflejo de un camino que nadie ha trazado. Por ausencia nace el monòlogo. La voz en off fue una de mis pasiones. La ròtula del cojo del cine tras la silbatina de los espectadores. Cojo, cojo, cojo.Viejos biògrafos, teatros, cines de la infancia y adolescencia, historias del beso casi robado a las estrellas frente  a la pantalla, en las sombras tibias de las butacas.
Fue el 87 cuando regresè a Chile y caminando por la calle  Ahumada me encontrè a Raùl Ruiz, quien habìa  sido autorizado por la Junta Militar para que pudiera ingresar a Chile. Las habìan borrado la poderosa  y  enigmàtica L de su pasaporte, la letra màs poderosa  que se traducìa como exilio. La K, de kafka, siempre me pareciò la màs adecuada. Un abrazo, la sonrisa franca y me dijo, vamos a tomarnos unos tintos y a comer empanadas  al Ràpido. Nos sentamos en una mesa en medio del bullicio y ccontar y escuchar historias. de pronto le trajeron su caña, copa de bar, y tenìa una trizadura que marcaba claramente una letra L. Nos reìmos. Creo coincidimos en pensar que el futuro se estaba aclarando y que vendrìan dìas mejores para Chile, como en efecto ocurriò en menos de tres años.
 El viernes en la mañana contaba a mi mecànico unas anècdotas sobre Raùl y le hablaba de su descomunal vocaciòn artìstica, fìlmica y lo despistados que andaban los chilenos de Chile al no percatarse del tamaño de este personaje. El mecànico  tambièn es chileno, si no para que estarìa hablando sobre un tema que se lo llevarìa el viento. No sabìamos de lo que ya habìa ocurrido en Parìs.
A los Extras nadie los toma en cuenta. Sus actos son transitorios, leves, ejercicios necesarios. Sigo pensando que Raùl era distinto y por eso esta es una conversaciòn  entre nosotros. Una manera de pasar revista a un tiempo sin poder recobrar. Marcel Proust ya habìa hecho por escrito ese trabajo y Ruìz lo recobrarìa fìlmicamente. Yo acostumbraba  a hablar, referirme a Raùl Ruiz, cada vez que  habìa una oportunidad. Era mi personal reconocimiento a un artista total. Durante años tuve la peregrina idea  de que se debìa hacer un esfuerzo y traer alguna de sus pelìculas. Me olvidaba que era un Extra. ¿Quièn te escucha? y pone atenciòn, menos. Francia es la dueña de sus derechos, es algo difícil, engorroso. Esas fueron alguna de las respuestas. Siempre me hacìan ver un telòn negro. Cero pùblico. Silencio de cine mudo. Aquì no ha pasado nada. No formamos parte de la taquilla. Hollywood, Holywood. ¿Quièn es un Extra para plantear estas cosas? El Extra rema, rema y nunca llega a la orilla. Su esfuerzo es casi ridìculo, nadie le presta atenciòn, sòlo si falla, ahi se cae toda la escenografìa sobre su humanidad. Mientras cumpla, quizàs un palmoteo en la espalda. Pero un Extra, tengo el pálpito, es un ser bien nacido, jamàs olvida que forma parte del Guiño de un Director. Por algo lo escogiò a èl. ¿Uno entre la multitud? Un guiño dentro del guiño del espejo multiplicador de Raùl Ruiz, no es poca cosa. La càmara sigue las grandes escenas y  tambièn se detiene en un pequeño tic tac. Santiago era tan joven como nosotros. Me recuerdo a mì mismo, a Raùl, Waldo Rojas,  quien me lo presentò, a un camarògrafo que asesinó el règimen militar tiempo despuès. Ruiz partirìa al exilio. ChileFilms era la hoz y el martillo para el règimen militar. Estaba prohibido pensar, él, una de las almas màs libres que ha dado Chile. Ni pensarlo en quedarse en la zigzagueante provincia de Chile, hijastra del capitàn General. Le habrìan borrado todas las pelìculas. Hasta las huellas digitales. El cine era el Telòn de Aquiles de la Junta Militar. ¿Demasiada luz para tanta oscuridad?. Tantas preguntas, en un paìs que fue una sala de  interrogatorio de punta a punta. Hasta los gorriones debìan cruzar un retèn militar. Recuerdo esas cosas al sentir piar los pajarillos en mi ventana. Es el canto de la Libertad, Raùl. El cine si no es libre, termina siendo una  fotografía de  familia o una mala pelicula. ¿Cuàntas escenas plàsticas? ¿Ficciòn dentro de la ficciòn o de los efectos especiales? ¿Cuàntos libretos sin carne ni huesos?  Imágenes que nadie reconocerà ni siquiera en el mercado de las Pulgas de las imagenes.  Ahora sè, que detràs del ojo de Raùl Ruiz estaba la realidad de lo posible, un sueño siempre por realizar, la pura y simple imaginaciòn, un gramo de Libertad en la balanza de todos los tiempos y aquellos por venir.
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Del Epilogar
La noche de enfrente, basada en cuentos del chileno Hernan del Solar,  fue su ultimo filme y trabajó contrareloj en su montaje en París. Un titulo sugerente. La noche que no deja de mirarnos. Las líneas de Wellington y  El niño que enloqueció de amor, eran dos proyectos en los cuales ya estaba soñando. Si me alcanza la vida, alcanzó a decir y advertir con la poderosa voz de la imagen final.



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El Aleph de Raúl Ruiz: los misterios del cineasta

Raúl Ruiz es un clásico del cine, un raro ejemplar del celuloide chileno, ha multiplicado los cuadritos blancos y negros hasta sumar más de cien películas desde que vimos su primera premiere: Tres tristes tigres, en 1968, en el Teatro Marconi de avenida Providencia. RR, como miles de chilenos, se exilió en 1974 en Francia, después del golpe militar que encabezó Pinochet, pero a él no se le borró la película y siguió filmando en Europa, con la visión de su calidoscopio infinito, siempre con su propio alfabeto. El Aleph de Raúl Ruiz se extendió por el mundo y nunca olvidó su identidad chilena, dejó rodar el ojo mágico a uno y otro lado del océano como si las aguas no le permitieran parpadear. A Raúl lo veía rodar La colonia penal, donde hice un papel extra, de esos instantáneos, insólitos, con que el cineasta homenajeaba a la realidad, a sus amigos, a sus sueños y a su eterna ficción que le soplaba sobre el hombro. Fueron días alucinantes, vertiginosos, electrizantes, tiempo convertido en imagen robada a los sueños. Partió a Francia Ruiz y siguió rodando para parar sólo cuando su hígado le acaba de pedir hacer un alto en Lisboa, Portugal, donde filmaba hace dos semanas Los misterios de Lisboa. Fuentes del diario La Nación de Chile han revelado esta sorprendente información, donde califican de delicado el estado de salud del reconocido cineasta, aunque sostienen que no existe riesgo vital. La información explica que al autor de El tiempo recobrado, La isla del tesoro y Las tres coronas del marinero, le extirparon un tumor del hígado y que se encuentra en recuperación en la capital lusitana.
Ruiz volvió por primera vez a Chile en 1987 y para mi sorpresa lo encontré en Ahumada, como un visitante más. Me invitó a tomar unos vinos y a comer unas empanadas y aprovechó de explicarme que el régimen militar le había quitado la fatídica letra L, lo que sellaba como prohibidos a esos pasaportes de algunos chilenos a los que se le impedía volver a Chile. Nos reímos, recuerdo, porque el vaso que él escogió traía dibujada una trizadura en forma de L. (Esto ya lo he contado. Mi memoria aún funciona y no se disfunciona).
Raúl es uno de los cineastas más singulares que me ha tocado ver y disfrutar en el cine. Su imaginación no tiene techo, como su libertad, pasión y visión de la realidad. Siempre ha encontrado una puerta de escape para sus propuestas. Esperamos que en esta ocasión la use para seguir filmando, contándonos a su manera lo que aún le sigue interesando y asombrando de este mundo que se enreda como una cola de chancho. Raúl Ruiz es un experimentador sin límites ni tiempo y cree en la imagen que ordeña con paciencia la introspección, sabe y denuncia que existe una saturación peligrosa de imágenes a través de estas nuevas herramientas que nos ponen el mundo del cine a la mano, pero cuyo riesgo está en la banalidad de la imagen por la imagen.
La intensa y dilatada trayectoria cinematográfica de Raúl Ruiz es conocida por sus críticos y público. Francia posiblemente haya sido el país que más le haya honrado, con la cesión de los derechos para filmar su más célebre novela: En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, un clásico, y su revista emblemática de la cinematografía europea, Cahiers du Cinéma, le dedicara un número especial e íntegro a su obra y poética cinematográfica. Ese privilegió lo compartió en esa mítica publicación con autores como Rohmer, Bresson, Godard, Eisenstein, Pasolini, Hitchcock, Welles... Ha sido jurado en el Festival de Cannes en la Riviera francesa y tenido como actores y actrices en alguna de sus películas a Marcello Mastroiani (la última actuación de este legendario actor italiano, fetiche de Fellini) y Catherine Deneuve.
El Festival de Berlín le otorgó el Oso de Plata “por su aporte cinematográfico a nuestro tiempo”. Ruiz ha sido profesor visitante en Harvard y conferencista en distintas universidades europeas y norteamericanas.
De RR se pueden decir muchas cosas, se han dicho y se seguirán diciendo, pero tengo la impresión de que le agregó un tercer ojo al cine chileno. Siempre pensé que el ojo de Raúl Ruiz tenía otros ojos, que comprometía su filmografía con la realidad dentro de la realidad, algo más que la ficción corriente, a la que se suele apelar como un recurso real. Filma, a mi entender, la realidad de la ficción y viceversa, en un mundo barroco donde la ironía, el espacio, la memoria, los laberintos, el tiempo sin tiempo, convierten el rodaje en una película fil(r)mada por Raúl Ruiz. Si era preciso, filmaba la espalda de la realidad, como su presente y futuro, en un pasado que recoge todas las memorias, como un gran espejo sin fondo. Siempre fue, y será, el rollo de Ruiz. Es como si naciera una segunda película del propio espectador, claro, rodada por Ruiz.
Cuando comenzó a viajar a Chile y filmar, acuñó una frase de profunda ironía: “Vivo en Chile, pero paso 11 meses al año viajando por Europa”. Era su reconocimiento explícito a su chilenidad. Nunca la ha abandonado, aunque como Claudio Arrau, Roberto Bolaño, Gabriela Mistral, pertenece al mundo, cuyo paraguas y sombrero universal les protegió allende las fronteras chilenas, a estos grandes artistas que por alguna razón, o varias, no pudieron seguir viviendo en su país.
No serían los únicos, unos antes, Roberto Matta, otros después, decenas de artistas, diría yo, en un ir y venir, quedarse fuera, retornar, viajar en lo que somos. El sombrero sin cabeza de la diáspora.








LA BOLA DE NIEVE DE LA EDUCACIÒN CHILENA






Un cambio en el paradigma educativo. Eso implica pasar de una sociedad centrada en el individuo a una sociedad en la cual el Estado sea garante del derecho de educación de calidad para todos, con integración”. Giorgio Jackson, presidente de la Federaciòn de Estudiantes de la Universidad Catòlica de Chile

 Cinco estudiantes secundarios  mantienen hace 31 días  una huelga de hambre en el liceo A-131 de Buin. Algunos  han sufrido descompensaciones...
Como una  bola de nieve sigue creciendo la demanda de  los estudiantes de Chile y del pueblo por una educaciòn gratuita y universidades sin fines de lucro. Hoy nevò y lloviò en un Santiago frìo, pero una multitud de unas cien mil  personas  marchò y protestò pacìficamente por las calles. En el paìs las movilizaciones sumaron en total unas 240 mil personas. Algunos estiman la deduda de los estudiantes de unos 2 mil millones de dòlares y sostienen que demoran 15 años para pagar esta deuda por su educaciòn con los intereses incluidos. El movimiento incluye no sòlo a los estudiantes màs pobres o de la calse media, sino a jòvenes pudientes que se han solidarizado con uno de los movimientos estudiantiles màs potentes de Amèrica latina, el cual va a cumplir tres meses desde que se iniciò. Intelectuales y universitarios de Argentina, Uruguay, Mèxico, Canadà y chilenos en el mundo se han solidarizado con este  vasto movimiento en pro de una mejor educaciòn para todos los jòvenes chilenos  y sin coste: G r a t u i t a.
 Màs de lo mismo calificò la presidenta de la FECH, Camila Vallejo, la ùltima propuesta del gobierno.  Las propuestas del gobierno son "impresentables", enfatizò la dirigente universitaria,  de 22 años, egresada de geografìa, miembro del Partido Comunista de Chile e integrante del Frente Izquierda Unida. El 24 y 25 de agosto pròximo la Central Ùnica de Trabajadores -CUT- convocò a un paro nacional a sus obreros para apoyar este movimiento estudiantil que  apoya una parte importante de la ciudadanìa chilena, que  algunos estiman en un 80 por ciento.
A la marcha estudiantil se sumò en Santiago y en las regiones, un cacerolazo de protesta nacional.
En los pròximos dìas, los estudiantes daràn a conocer un documento analìtico, con cifras, que demostrarà por què Chile puede tener una educaciòn gratuita.

miércoles, agosto 17, 2011

Violeta se fue a los cielos

Violeta Parra  fue parte de la tierra y  de las huellas que dejo en la tierra. Hija de la greda y de su canto. Mujer comprometida con la vida, el amor, su gente, Chile a pesar de Chile. Nunca tuvo tiempo para si misma , hasta que  corto el hilo de su voz cuando se convencio o creyo estarlo, que nadie la escuchaba.
Angel Parra, su hijo, escribio su biografia intitulada: Violeta se fue a los cielos y hace unos dias el cineasta chileno,  Andres Wood, estreno la pelicula en Santiago, con el exito garantizado por  la popularidad de la cantautora y de la interpretacion que hizo la actriz Francisca Gavilan. No era sufi iente un cielo para  Violeta, se los habia ganado todos.

lunes, agosto 15, 2011

LOS NUEVOS TIPS DE LA NOVELA, segùn Carlos Fuentes

Carlos Fuentes, a sus 82 años no cesa de hablar sobre la novela, un gènero desahauciado para algunos, renovado para otros, latente siempre en la imaginaciòn y memoria humana. Habrà novela, digo, hasta el último  hombre sobre la tierra, que se contarà asimismo toda la historia pasada y su propio futuro. Posiblemente, por conveniencia y salud, ignorarà el presente.
De acuerdo con el narrador mexicano, Fuentes, quien lanzarà en España el pròximo 24 de agosto su ensayo: La Gran Novela Latinoamericana, donde señala que los novelistas actuales se centran màs en el presente que en el pasado. Para el autor de La Regiòn màs transparente,  narradores como Gabriel Garcìa Màrquez, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti y Mario Vargas Llosa contaban la historia no dicha o no contada.
Me pregunto ¿dònde encajan dos de los mayores clàsicos:  Juan Rulfo y Julio Cortàzar? Una vez que conozcamos el ensayo sabremos hacia donde apunta Carlos Fuentes, quien dice que ya se resolviò la interrogante clásica ¿ Quiènes somos? Ahora se resuelve, dice, el ¿Còmo somos?
¿Indagarà la novela hacia dònde vamos? ¿Cuàl es la preocupaciòn de un novelista?
De acuerdo con los anticipos sobre el ensayo, Fuentes analiza la novela  del Descubrimiento de Amèrica (¿Encuentro de dos culturas o choque?) a la actualidad.  Màs de cinco siglos de historia novelìstica. En el siglo XX, adelanta Fuentes en declaraciones al diario mexicano Reforma, autores como el argentino Jorge Luis Borges, el cubano Alejo Carpentier y el uruguayo Juan Carlos Onetti asumen la posibilidad de la imaginación americana".
Hace un tiempo, lei que Carlos Fuentes se negaba a leer a Roberto Bolaño, quien abrió un nuevo camino a  la novelistica post Boom. El gran miesterio de este ensayo será enterarnos si Fuentes hizo caso omiso y superó  su malestar frente al autor de Los Detectives Salvajes, uno novela que conquistó al propio Estados Unidos, como lo hizo en su momento Cien años de soledad, de Garcia Márquez. Son dos harinas de distintos costales, pero la novela es un producto para leer y ambas tienen lectores.
Jorge Luis Borges, que nunca escribió una novela, y cuando  dijo que no leyó  Cien años de Soledad, abrió un camino aparentemente para  el olvido de obras del nivel de las mencionadas. Nunca me enteré si leyò o no,  Rayuela de Cortázar o se refiriera con amabilidad a Pedro Páramo de Juan Rulfo. Sus lecturas eran inglesas, escandinavas,  los clàsicos y su propia literatura, que decìa ignorar, como algunos autores argentinos que fueron su obsesiòn para bien o para mal.
Borges mantuvo hasta el final su ironìa respecto de la democracia, autores latinoemaericanos, españoles, García Lorca fue uno de sus blancos favoritos, la propia Academia Sueca, y todo lo que se moviera en direcciòn contraria a sus ideales de como debìa ser la literatura y el mundo. Su madre siempre le acompañò en esta aventura. Bolaño, el narrador chileno de Estrella distante, siguiò esa lìnea de crìtica a sus pares y que incluyò a la generaciòn del boom, salvàndose Mario Vargas Llosa y Cortàzar. Los mexicanos Paz y Fuentes estuvieron dentro de sus objetivos. Fuentes  no lo perdonò. Pero no es nueva esta situaciòn entre artistas, escritores, poetas, pintores.  Gabriel García Màrquez le dedicò años al guatemalteco Miguel Àngel Asturias. En 1968, cuenta Gerald Martin en su libro Una Vida, biografía autorizada por García Márquez, que el autor del Otoño del Patriarca,  que ina a enseñarle al autor de El Señor Presidente, Asturias, a "escribir una verdadera novela del dictador". Nadie puede  quejarse de estos desplantes. Neruda fue un blanco favorito de diversos autores, poetas y narradores. La figura del Padre es un blanco ideal para plantar picas en Flandes.  Asturias se habìa transformado en el primer  novelista latinoamericano que habìa ganado el Premio Nobel y García Màrquez ya lo olfateaba y le hubiese gustado encabezar la lista de escogidos.  Cosas veredes, le dirìa el Quijote a Sancho y por supuesto que la emblemàtica novela de Cervantes, ocuparà un sitial excepcional en el ensayo de Fuentes, ya que inicia la novela moderna, como la conocemos hoy. La historia continùa... Carlos Fuentes, es otro candidato al Nobel, y el año venidero presentarà su  ultima novela: Federico en su balcòn
La novela  seguirà camaleoneando su existencia, mientras exista asunto, una historia, se realidad o ficciòn, o viceversa, mantenga al lector interesado, en papel o digital.
Los novelistas no son mancos, Sancho, cosas veredes, mi señor.


La obsesiòn en esfumato se llama Gioconda

El enigmàtico y genial Leonardo Da Vinci, el màs grande diseñador de la historia, nos dejò este maravilloso acertijo de La Gioconda, La Mona Lisa, el icono indescifrable del arte, la màs codiciada, imitada, inefable Signora de todos los tiempos. Hace màs de 500 años y la historia pareciera reciente y las dudas esenciales se mantienen como dudas razonables. El notable cuadro, - 77/53 cmts.- fue el preferido de Leonardo, y colgò de una pared de la recàmara del Emperador de Francia, Napoleòn Bonaparte. ¿Fue una de sus conquistas? Y tambièn Luis XIV se hizo acompañar  antes de la Revoluciòn Francesa, por supuesto, de la deseada Mona Lisa.
Leonardo, al parecer, nunca concluyò el cuadro, con el que se desplazó de  Italia a Francia, y que habìa pintado con su tècnica llamada Sfumato, que otorga tres dimensiones a la figura.
Francia la comprò por el equivalente de 12 toneladas de plata y por eso aùn cuelga en el Museo de Louvre, esta joya del arte occidental, que ha pasado por numerosas peripecias y ha sido objeto de los màs sofisticados estudios de la ciencia y tecnologìa moderna para conocer sus misterios. Una obsesiòn que dura siglos, teorìas que van y vienen para descifrar la identidad de la modelo.  Hay un nombre probable: Lisa Gherardini, la esposa de Giocondo. Las investigaciones   revelan a una mujer embarazada, como en efecto lo estaba la mujer de Giocondo, quien habrìa encargado la màgica pintura de su  esposa  para festejarla por su embarazo.
Este 21 de agosto, se cumplirà un siglo de su desapariciòn del Louvre  y de la detenciòn del poeta Apollinaire y de Picasso, a quienes se les involucrò por sus antecedentes. El primero, porque sentenciò que habìa que quemar el museo, ya que secuestraba el arte y el segundo, por su aficiòn a comprar obras de arte robadas.  Ninguno de los dos artistas resultò involucrado. La Gioconda apareciò en Florencia, su tierra natal, cuatro siglos despuès que Leonardo la vendiera en Francia y 30 meses de la fecha del rono del siglo hace casi un siglo.
Seguramente, Apollinaire notable poeta nacido en italia, pero hecho en el surrealismo francès, palabra que èl inventò,  y  Pablo Ruìz Picasso, eran  quizàs "dos pobres diablos" en materia de negocios. Picasso habìa llegado hacía siete años a Francia y se hizo un reconocido artista al poco tiempo. Apollinaire publica en 1913 una de sus màs reconocidas obras: Alcoholes. Ambos marcarìan la historia del arte en el siglo XX.
¿Pero quièn robó  la Gioconda, còmo y por què? Toda historia, al parecer, tiene su telòn de fondo.
El secuestro de la Gioconda el 21 de agosto de 1911 fue idea del comerciante argentino Eduardo Valfierno quien convenciò al carpintero italiano Vicenzo Perugia, quien trabajò en el Museo de Louvre. Usando una bata parecida a la del personal de museo, Perugia descolgò la Gioconda y escondida entre sus ropas abandonò el lugar. Finalmente Perugia fue detenido cuando intentaba verder a la divina Gioconda a la Galleria degli Uffizi, cuyo director Alfredo Geri, llamò a la policìa. El  carpintero  contò su historia de un supuesto nacionalismo que le llevò a "devolver" el cuadro a su verdadero dueño, Italia.