Mi generación no se perdió,
simplemente no buscó alero,
ni tuvo afortunadamente
ningún sentido de pertenencia,
asidero a qué.
Al menos el que habla,
erró, erró, erró,
plantó su verdad, su palabra,
su camino
en el círculo vicioso de la palabra.
No tuvimos otro tiempo,
ni para improvisar rimas
a la intemperie del verbo,
solo unos cuantos bártulos y partir,
con las manos vacías,
adonde lejos escribir otra historia,
en algún lugar sin un compromiso oficial,
esto, lo otro, aquello.
Salvar un poco,
el pellejo de la poesía.
Rolando Gabrielli©2014