El ocio en
la lentitud de la mañana
me encuentra
en mi mejor forma,
el tedio
matinal, una ola de silencio absoluto,
no me
impide pensar en cosas banales
y trascendentales que me llevan a una esquina
de boxeador
respirando por la boca
y esperando
la campana salvadora.
Hoy se me perdió un poema por estar
haciendo cuatro
cosas a la vez
y no pude rescatarlo del basurero.
Es
increíble que un poema inédito
se confunda
con las heces y las palabras
rechazadas por
algún desconfiado,
frustrado autor
de sus escritos.
Posiblemente
nadie las esperaba,
estaba
tanteando con mi oficio.
Había
partido sin saber qué decir,
cómo, por
qué debía, al menos, intentarlo.
Lo que no
se ve es lo esencial,
decía el pequeño
Príncipe.
Para este
caso, de innegable estupidez,
la frase es
demasiado grande,
porque no
sabemos si había
dado en el
clavo la flecha
dirigida al lector.
La poesía,
a veces, no usa
paracaídas y
sus pequeñas alas
no alcanzan
a cortar el viento
y las
palabras se pierden.
Rolando Gabrielli2023