Solo, solo en Nueva
York,
todo es posible me
dicen estas calles santas
y la memoria de la memoria que algún día
hablará de mis pasos,
la ciudad me ladra y
no se reconoce en mis palabras,
como un perro que ve
caer la nieve por una ventana,
me pide más y más comprensión en este frío glacial
en que castañeamos ambos los dientes y las manos,
un vaho que se pierde en la boca de la ciudad.
Sólo Nueva York retiene a Nueva York
y dispara un selfie que la retrata de cuerpo entero,
en Manhattan o en el Central Park,
liviana, risueña,
casual, icónica,
siempre concurrida en el gesto
que no encuentra su
propia mirada
El sabor único de la soledad de Nueva York,
me conmueve ante la catedral de sus edificios
y allí oficias de la más pura entre todas las mujeres.
Oh, ciudad,
visitada hasta la saciedad de mis sueños,
aún virgen celebras
por cada segundo
una luna de miel y me pregunto,
cuándo nos encontramos,
no sé,
a la salida de un
café,
pon tú la hora, el día y el lugar.
Rolando Gabrielli©2016