El desamor y el eterno abandono, pago de chile, a su arte, devastaron finalmente a Violeta Parra y fueron los principales ingredientes de su suicidio en su carpa de La Reina, en las faldas cordilleranas, hace 42 años. Mañana está de cumpleaños la Viola chilensis, la más grande folclorista chilena, himno de Latinoamérica y una artista por los cuatro costados de la vida. Su hija, Isabel Parra, ha reeditado su biografía con nuevas cartas, bajo el título de El Libro Mayor de Violeta Parra, el cual será lanzado en esta fecha especial de sus natales en La Feria del Libro de Vitacura.
En una carta, aún no hecha pública, dirigida a su hermano Nicanor, se despide. El poeta guarda importante correspondencia con esta mujer que recorrió Chile para armar, reconstruir, escribir la historia viva del folclore chileno. Se hizo artista desde niña, traía el genio popular de los Parra, a los nueve años tocaba la guitarra y a los 12 compuso sus primeras canciones, y ya no se detendría hasta el fin de sus días. Incansable, esta maestra, como Gabriela Mistral, se puso a recorrer mundo, París, Europa, Rusia, pero mucho antes, su música y canto brillaba en los circos, bares, carpas, en las calles, donde estuviera el oído y el corazón del pueblo.
Su Parra era del mejor vino, esencialmente popular, Violeta llevaba el Arte en la sangre: escultora, pintora, arpillera, compositora, cantora, ceramista, recopiladora, no había cuerda que no tocara. Violeta es la primera latinoamericana en exponer individualmente sus obras en el Museo de Louvre de Francia. Sus canciones más emblemáticas, Gracias a la Vida, Volver a los 17, son cantadas por iconos de la musica de España, América Latina, Estados Unidos y Francia. Mercedes Sosa, una de las más grandes del canto popular, hizo de Gracias a la Vida un himno ritual de América Latina.
El libro que la presenta, es testimonial, su vida, es la Pasión de Violeta, una mujer que le puso cara a la vida, hasta donde le fue posible, luchó contra viento y marea, y un amor que no lograría retener, le agujereó la última soledad que pudo aguantar. Gilbert Favré, se llama el suizo que le partió el alma y el libro recoge esa correspondencia, deja como un gran paréntesis blanco, la muerte física de la folclorista, de acuerdo con versiones sobre la obra, comentadas en el diario La Tercera.. Un día de esos días la abandonó y se fue para el norte... Run run se fue p´alnorte, dice la canción que le dedicó a su amado.
En un carro de olvido,
antes del aclarar,
de una estación del tiempo
decidido a rodar,
Run Run se fue pa'l norte,
no sé cuándo vendrá;
vendrá para el cumpleaños
de nuestra soledad.
A los tres días carta
con letras de coral
me dice que su viaje
se alarga más y más,
se va de Antofagasta
sin dar una señal,
y cuenta una aventura
que paso a deletrear.
¡Ay, ay, ay, de mí!
Al medio de un gentío
Al medio de un gentío
que tuvo que afrontar,
un trasbordo por culpa
del último huracán
,en un puente quebrado
cerca de Vallenar,
con una cruz al hombro
Run Run debió cruzar.
Run Run siguió su viaje;
llegó a Vallenar.
Sentado en una piedra
se puso a divagar
"que sí", "que esto", "que lo otro",
"que nunca", "que además",
"que la vida es mentira",
"que la muerte es verdad".
¡Ay, ay, ay, de mí!
La cosa es que una alforja
La cosa es que una alforja
se puso a trajinar,
sacó papel y tinta,
y un recuerdo quizás;
sin pena ni alegría,
sin gloria ni piedad,
sin rabia ni amargura,
sin hiel ni libertad,
vacía como el hueco
del mundo terrenal,
Run Run mandó su carta
por mandarla no más.
Run Run se fue pa'l norte,
yo me quedé en el sur;
al medio hay un abismo
sin música ni luz.¡
Ay, ay, ay, de mí!
El calendario afloja
El calendario afloja
por las ruedas del tren;
los números del año,
por el filo del riel.
Más vueltas dan los fierros,
más nubes en el mes,
más largos son los rieles,
más agrio es el después.
Run Run se fue pa'l norte,
¡qué le vamos a hacer
!Así es la vida entonces,
espinas de Israel;
amor crucificado,
coronas del desdén,
los clavos del martirio,
el vinagre y la hiel.
¡Ay, ay, ay, de mí!
Ella lo perseguiría hasta Bolivia y lo encontró casado con otra mujer. La vida de Violeta nunca fue fácil. Se le murió una hija de 6 meses, Rosita Clara. Supo de noches frías, silencio, olvido, abandono en su carpa. sólo Violeta acompañaba a Violeta, en el estricto sentido de la guitarra.