Nadie es nadie y aún existe,
siempre será alguien,
permanecerá libre
en nuestros corazones,
El pájaro de la muerte,
ha muerto,
por fin, en tierras lejanas,
ya no vuela cautivo
dentro de la jaula.
Rolando Gabrielli2023
Periodista, escritor y poeta chileno en Panamá
Nadie es nadie y aún existe,
siempre será alguien,
permanecerá libre
en nuestros corazones,
El pájaro de la muerte,
ha muerto,
por fin, en tierras lejanas,
ya no vuela cautivo
dentro de la jaula.
Rolando Gabrielli2023
caminos no siempre convencionales
y algo misteriosos que bien pueden
convertirse en espejos rotos,
invisibles vagabundos viajeros,
reflejo de sus sueños, fortaleza
de su silenciosa voz.
El día, de alguna manera, casi siempre
convoca y registra las palabras
en la inesperada página en blanco.
Revivir la palabra día a día
en la futura memoria,
puede que aún así, no asome
la verdadera cara del poema,
sea solo una señal, un aviso,
de su improbable, inefable presencia,
en estado de gracia, aún.
Rolando Gabrielli2023
impone su silencio,
persiste en no ser
nombrada,
comparte con ella,
al menos.
lo que intenta
decirte.
Rolando Gabrielli2023
Mi poesía es algo personal,
espero no ofender a nadie,
no estoy pasando a la historia,
más bien la historia está
pasando por mí,
no a buscarme precisamente,
sino dejando sobre la mesa
un recibo por los años servidos.
Rolando Gabrielli2023
Murió en la
escena del crimen,
filmaba la
destrucción de un pueblo,
para una serie
exitosa, favorita
de la
teleaudiencia de su país.
Cayó
abatido al lado
de una
derruida mezquita,
junto a
cuatro soldados
de las
tropas de asalto,
al pasar
por un túnel
con trampas
explosivas.
Rolando Gabrielli2023
LA POESÍA ES MI MAESTRA
La poesía es mi
maestra y por años, una Musa, re encantó mi corazón. Ella descubrió en mí el
Arte de la poesía, un viejo oficio algo olvidado, quizás pasado de moda, pero,
a veces, uno suele llevar el lenguaje en la sangre. Pareciera
una canción, el principio de este relato, pero la poesía, apuesta a sí misma y
después no espera nada más que el lector aventure en las palabras, en ese
silencioso ruido que agita los sentidos, porque, “él verso cae al alma como el
pasto al rocío”.
No
hay escapatoria
Finalmente, no hay
escapatoria. La palabra es lo más vivo y poderoso que tenemos, oxígeno del
diario vivir. Las palabras fundan, trazan un camino, no hay obstáculo que las
convierta en invisibles, inútiles, innecesarias, aún después de dichas en las
más difíciles circunstancias, imponen también su silencio. En suma, no somos
más que nuestras propias palabras. Todo poema
es una aventura personal, intransferible, única, tiene tantas lecturas como
lectores, y este viaje se inicia cuando el poeta comienza a
reflexionar sobre una experiencia de vida, un sueño, un paisaje, un amor, todo
lo que la memoria ha transformado en recuerdos y retrotrae al presente, y
siempre quedará un espacio para el futuro. La vanguardia de lo desconocido, es
una formidable visión más allá de nuestros límites, una explicación de lo
inexplicable. La muerte, quizás, sea la que escriba el último poema, con su más
grande y definitivo silencio, que abarca un tiempo infinito, pentagrama de lo
imposible y por qué no, de lo nuevo. La poesía, mientras exista un ser humano
en la Tierra, contará con un relevo. (Hubo un tiempo que me tocó vivir, no debo
olvidarlo, que la poesía pasó a ser un objeto peligroso, un instrumento de
comunicación que solía alterar el orden y la paz social de acuerdo con el
dictador. Insólito, pero real.)
La
poesía es mi maestra
La poesía es mi
maestra y no la voy a sentar en mis piernas como Rimbaud lo hizo con la belleza
para insultarla. Tampoco renegaré de ella como Lihn, en un poema sobre
Rimbaud, aunque después afirmara: porque escribí porque escribí estoy
vivo. Todos tenemos derecho a rectificar, ser contradictorios y también,
equivocarnos. Solo nosotros podemos responder por lo que somos o creemos ser y
podríamos haber sido. Que cada
lector relea el poema y bajo su propia experiencia, emoción, se responsabilice
de su versión, y en la intimidad pública de su acción, suscriba un pacto con el
texto.
Las palabras son las
que mejor interpretan el silencio y dicen en verdad lo que piensan, siempre y
cuando sean libres. Somos la contradicción del río de
Heráclito y nos volvemos a bañar dos veces o las que sean necesario con las
mismas palabras. No robaré versos como señala el título de un magnífico libro (Versos
robados) de Óscar Hahn, aunque somos la suma de todos los libros de poesía
leídos a lo largo de nuestras vidas. Me es difícil no pensar en Tralk, cuando
en mi memoria asoma el otoño de todos los Tralk que he acumulado a lo largo de
mi vida con la lectura de su accidentada historia y ejemplares obras. Han
pasado muchas palabras, autores y libros, bajo el puente de la poesía, que,
para felicidad de sus lectores, el río de tantas palabras no cesará de fluir
hasta que el último humano forme una familia con una inteligencia artificial y
vivan su mundo en el meta verso.
Con tanta máquina,
robótica, programas, algoritmos girando dentro de nuestras cabezas, desayunando
con ellos, almorzando, durmiendo la siesta, encontrándonos antes de que la
noche caiga en su oscuridad, y en medio de todo esto, el misterio y la
manipulación de nuestras vidas, el poema seguirá siendo una semilla humana
vital, un verdadero habitante de la Tierra.
Nuestro día de Carpe
diem
Es difícil olvidar a
todos nuestros compañeros de viaje, de juego, como diría Pound, en el lúdico
quehacer de la poesía. Olvidar a Panero, sería imperdonable, agregar más locura
a un mundo fuera de borda, siempre es posible. La poesía es
también el rostro de Antonin Artaud, su cabeza desordenada en ebullición y
búsqueda de sí mismo. Ernesto
Cardenal, en su archipiélago de Solentiname, lleno de sabiduría y magia, y
nosotros en el Pedagógico de la Universidad de Chile, recitando sus poemas en
nuestra cofradía invisible. Por esos predios, donde practicábamos sin saberlo
quizás, el Carpe diem, y se paseaba Parra como Sócrates por su casa con
sus discípulos y también en una soledad reflexiva meditaba, ser o no ser.
Teillier se dejaba caer de vez en cuando, como las pasajeras hojas de otoño, y
sus pasos parecían no tocar la tierra. Eran tiempos totales de poesía, porque
todo lo demás era la realidad. En nuestras mochilas cabían más autores, de aquí
y de allá, Vallejo, arrastrando desde la serranía un verbo nuevo, cautivamente,
profundo y asumiendo sus miserias en París con total grandeza. Todos los
surrealistas podíamos leerlos con Breton comiéndonos una naranja al mediodía.
El menú de nuestros días, era la poesía, Eliot, viajaba con nosotros en el
Támesis, un día gris, absolutamente único e irrepetible. Nos decía el poeta
inglés que el mundo no acababa con un estallido, sino un murmullo.
Éramos
jóvenes puros, idealistas
Octavio
Paz, tocaba para nosotros El Arco y la Lira, nos llenaba con sus
ideas brillantes acerca del poema y la poesía, el acto de crear. Éramos jóvenes
puros, idealistas, esponjas del verbo y la palabra, absorbíamos el abecedario
de la A hasta la Z. En poesía todo es posible, inclusive el silencio que espera
pacientemente y crea una atmósfera sobre la página en blanco. Era una suerte de
estado feliz para un grupo de vagabundos solitarios.
La historia social,
los grandes eventos, esos que conmueven a toda una sociedad hasta sus
cimientos, inclusive sepultan ideales auténticos, necesarios, que arrastran,
conmociona a una comunidad, son materia prima de la poesía, hechos que
interpreta y convierte en suyos, en la intimidad de un puñado de palabras que
adquieren un sentido único. Neruda, De Rokha, Maiakovsky, Whitman, Vallejo,
Cardenal, Miguel Hernández, Gelman, Gonzalo Rojas, Dalton, Pepe Cuevas, Zurita,
Lihn, Elvira Hernández, Carmen Berenguer, etc etc etc. Todo poeta vive en una
sociedad, algunos más que otros, toman nota de los hechos más puntuales,
Picasso, con el Guernica, sentenció a los agresores de la España
republicana. Hay muchas maneras, expresiones artísticas, que retratan un
período de la historia y definen un tiempo por sus luces y sombras. La
historia también está plagada de silencios, de ausencias vergonzosas, de
crímenes imperdonables. Theodor Adorno dijo textualmente:” Escribir poesía
después de Auschwitz es una barbaridad y eso afecta también a la conciencia
de por qué hoy se ha hecho imposible escribir poemas.” La poesía continuó
su viaje, afortunadamente, una parálisis hubiese sido fatal. La historia humana
está plagada de crímenes de guerra, masacres en muchas partes del mundo. Hoy
tenemos una en curso en la franja de Gaza, un genocidio en toda forma, de
acuerdo con agencias internacionales. Auschwitz,
Hiroshima, Nagasaki, Vietnam, el Gulag, Afganistán, Irak, Libia, Siria, por
citar algunos ejemplos, muy frescos en la memoria de la humanidad, se suman al
horror. La
poesía seguirá su camino, porque alude a la condición humana, la belleza, el
amor, la historia humana aquí en la Tierra. Caracteriza, en definitiva, a
nuestra especie.
Siempre me aguardará
una página en blanco
En estos últimos 25
años, para no ir otros 25 años más atrás y más, he vagado entre el mundo
digital y la palabra impresa, en un mar de lectores anónimos. Siempre me
aguardará una página en blanco como al poema que no se ha escrito. Yo dejaré
mis cinco sentidos en cada una de las páginas que solo puedo adivinar que están
dispuestas para mí, en el amanecer de sus días y noches, seguiré mi aprendizaje
como el rodar de una piedra en búsqueda de su camino y destino.
Escribimos por placer, por sed de
aventura, compromiso con nuestra especie, que no siempre se compromete con la
sociedad, comunidad, tribu, y suele alejarse de su horizonte más
cercano, como si viajara en un arca por el solo interés de sobrevivir a su
propio diluvio con sus 40 noches de aprendiz de Noé. Una especie que devora a
sus semejantes y no es tinta lo que tiene precisamente en sus manos, sino
sangre. Qué
viejo oficio tan encantador, podrían decir algunos cursis, si no deja de hablar
del amor, la luna, la vida, las pequeñas cosas, del hombre y la mujer, de todo
cuanto le ocurre al ser humano en cualquier época, porque siempre ha estado y
estará presente, como el pan, el aceite o el vinagre sobre la mesa o un buen
vino.
No sucederán muchas
cosas, como suele ocurrir a lo largo de una vida, y siempre habrá
quien intente descifrar el alma de las cosas, interpretar los desafiantes
vientos de la vida, buscará como una aguja en el pajar el poema de su vida,
aquella palabra que dice exactamente lo que convoca, queremos expresar,
revelar, sentir. La memoria seguirá siendo arbitraria, faltan muchos nombres,
ellos saben que han estado presente en mis días cotidianos, mesa de oscuras
noches, y que forman parte de mis lecturas: García Lorca, Borges, Quevedo,
Eliseo Diego, Rolando Cárdenas, Char, Millán, Barquero, Brecht, Donne, Villón,
Baudelaire, Apollinaire, Michaux, Dylan Thomas, Verlaine, Rosamel del Valle
etc. etc. etc.
Solo sé, que en alguna parte de este
pentagrama, está Lezama Lima, con su habano, pensando en alguna metáfora que lo
una al mundo que sabía construir desde la retórica de su silencio en clave
barroca.
El hombre, que descubrió el fuego hace 7
mil años a. de c, no cesa de seguir ardiendo en su propia llama. La poesía, es
apenas una pequeña luz incierta en la penumbra que seguirá abriendo nuevos
caminos.
Del epilogar
Mientras escribo y pienso en la palabra
pienso, el mundo gira en su propia órbita y los humanos realizan sus oficios,
viven a su manera y semejanza de sus actos. El planeta azul, qué bello color,
camina sobre sus propios abismos y la guerra no es precisamente un poema, es el
horror, tan viejo como la breve historia del hombre. Cuando una joven poeta
muere bajo las bombas, creo que debemos hacer un alto y detenernos antes del
abismo, si caernos.
La poeta palestina,
Heba Abu Nada, murió a los 32 años durante los bombardeos de Israel sobre la
franja de Gaza, me informa un post internacional. Abu Nada, era poeta, activista por los derechos de la
mujer y palestina. El 20 de octubre de 2023, murió durante un ataque aéreo
disparado por la Fuerza Aérea de Israel contra su casa durante la respuesta
israelí a la Operación Inundación de Al-Aqsa- Au tora además de la novela El
oxígeno no es para los muertos, colaboraba además con Wilkipedia.
Poco antes de morir escribió unos versos premonitorios y desgarradores: La
noche en la ciudad oscura, excepto por el brillo de los misiles; silenciosa,
excepto por el sonido del bombardeo; aterradora, excepto por la promesa
tranquilizadora de la oración; negra, excepto por la luz de los mártires.
Buenas noches.
La poesía, la auténtica poesía, tiene esa capacidad de tocar y sensibilizar todos los sentidos del ser humano, cuando éste no ha dejado de ser humano. ¿La poeta se estaba despidiendo? No sabemos, pero sabía que vivía al borde del abismo, Gaza, su pequeña ciudad, donde aún habitaban sus sueños y esperanzas, había recibido casi un cuarto de las capacidades letales, según fuentes internacionales, del poder explosivo de las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagazaki. Bajo esas nubes de polvo mortal escribió su último poema y dijo 24 horas antes de morir, según reportan algunas agencias en Internet: Si morimos, sepan que estamos satisfechos y firmes, y digan al mundo, en nuestro nombre, que somos personas justas/del lado de la verdad.
Rolando Gabrielli2023