martes, enero 23, 2018

Ha muerto Parra, ¡VIVA LA POESÍA!


Tú eras mi muerte:
a ti pude retener,
mientras todo se me evadía. (Paul Celan)
 
En la madrugada de hoy (22 de enero), poco antes de irme a dormir, escribía unos versos en mi libreta personal, se me había perdido el Word en la PC, así que decidí ir directo al papel. No sabía si esos versos tenían, tendrían dueño  o no. La poesía no busca explicaciones, a lo sumo un lector avezado se adentra en el poema  intentando su propia interpretación. Versos sueltos al amanecer, a tienta, en el laberinto de la noche, develándose, sin conocerse  y dándose a conocer.
 El texto y yo lo ignorábamos, un impulso, una pulsación,  un decir, un acto propio de la poesía: lo inefable.
He aquí el texto,  he querido dejarlo tal cual ocurrió, en homenaje al antipoeta, Nicanor Parra, quien falleció esta madrugada, en La Reina, Santiago de Chile. Cuenta su nieto Tololo, que no paraba de cantar esos últimos días y en especial esa noche, la Guantanamera, pareciera una ironía del destino, pero la fuente es segura. ¿Se le había pegado la lengua al paladar?
 
El tiempo echa cenizas
El tiempo echa cenizas
donde no debe.
Las rosas no están
para despedir ni huesos,
ni polvos.
Me ponen tristes las partidas,
aún de los desconocidos.
Rolando Gabrielli©2018
 
 
PARRA, POR SIEMPRE, PARRA
(Entre Neruda y Huidobro . "Ahora se completan las tres cruces (+++)”
 
De Nicanor Parra se ha dicho  hasta lo que no se ha dicho. Una de las mejores  definiciones que  he encontrado después de 50 años acerca de su oficio, es que le buscó el cuesco a la breva de su poesía (anti) y a la vida misma. No descansò hasta seguir buscándolo, se transformò en un  poeta insaciable, pantagruélico de la palabra cotidiana, popular, y hasta mediática.  Irònico,  burlòn, comediante, bufonesco, filòsofo, físico, matemático, ingenioso, lúdico, anarco, provocador, ambiguo,  francotirador, iconoclasta, arbitrario, absurdo,  huaso ladino, trasgresor per se, un pícaro de siete suelas, anti-poeta sobre todas las cosas vivas o muertas en la tierra.
Parra no cesó de cantar hasta la última palabra del diccionario callejero de Chile, y en su  suspiro  final   bajar un telón lleno de risa, absolutamente  irreverente, como si se paseara sobre un elefante en la cristalería de la poesía, sin romper ni el silencio de las copas en los tiempos más feroces de los inviernos o cálidos veranos, siempre frente al abismo, sin caerse. Este metaforón del elefante es un homenaje, al antiretòrico rompedor de todos los formalismos y convenciones, rey del endecasílabo, malabarista sin fin, desde la cuerda floja, todo su arte de huaso chillanejo universal.
  • El señor Corales  terminò su función 
Misiòn cumplida, el dueño del circo, el señor Corales, el trapecista, el iluminador, el ilusionista, el domador de la palabra, el boxeador invencible,
el acomodador de butacas, el mago de los pañuelos interminables, conejos, palomas, el traga fuego, el Chaplin Kafkiano,  el antipoeta himself que nunca creyó que la luna era de queso, ya no está con nosotros, se subió a su montaña rusa y partió, sin más vértigo que el viaje.
Hay una gran certeza como dice el magistral verso de Teillier: respiramos y dejamos de respirar...
El antipoeta hace mutis por el foro/silenciosamente/vuelve a nacer/como debe ser/en la oscuridad/Comienza la  cuenta regresiva/103 años después/ y volverá/al útero gaseoso del más allà/aplaudiendo entre cigarras y mariposas/por una mejor cosecha/donde  vivos y muertos/se vuelven a encontrar. (RG)
Es difícil enfocar con un lente borroso la imagen que retorna una y otra vez, reclama su lugar en la memoria y se acomoda en primera  fila  para ver pasar su propia historia,  rica en venturas y desventuras.
 Pedagògico de la Universidad de Chile, década de los  sesenta, a la salida de la antigua alta casa de estudios, donde el espíritu hacía sentir su libertad, y  Parra, asmático, enfrentaba los terribles Plátanos orientales. Raudo corría en su escarabajo hacia Irarrázaval, si antes no cruzaba hacia Los Cisnes, un restaurante de un español comprometido con la realidad, cuyo sitio era escenario de charlas lterarias/revolucionarias/filosóficas/amicales/universitarias/temas generales de la vida/confesiones sentimentales. ¡Què tiempos.!
  • La letra infantil del antipoeta
(Nicanor Parra tiene una letra infantil, algo dibujada, endemoniada, gruesa, hirsuta, un poco ordinaria, diría que muy campesina y de trazo firme, audaz, escribe frente al  abismo. Recuerdo perfectamente esos trazos en un período caótico, frenètico, especial para el antipoeta, cuando en tiempos de la Unidad Popular  ensayaba  y se aventuraba en los llamados energúmenos, unos verdaderos enfrentamientos verbales con la policía, choques, donde su letra  creaba una atmósfera negra, enrarecida,  que se debatía entre los Artefactos y esta nueva pulsada de la realidad interior de Parra.
Todas las palabras las acompañaba con gestos, voz, comentarios,  risas, una lucha tenaz  por llegar a alguna parte, deshacer el nudo que le asfixiaba en ese momento.  Ponìa el cuerpo  sobre la palabra , sin frenos, rayaba una  y otra vez en círculos infernales como una tira còmica. ASÍ LE RECUERDO, EN TRANCE EN LOS PRADOS del Pedagógico de la Universidad de Chile, en una banca de cemento, solo contra Chile y el mundo de la izquierda que le señalaba con el dedo  su visita a la Casa Blanca en medio del napalm que lanzaba  Nixon a la población de Viet nam. Pidiò  disculpas el antipoeta, Premio Nacional de literatura, Premio Reina Sofía, Premio Cervantes, Premio Juan Rulfo,  candidato al Premio Nobel, y no se las aceptaron. En esos años, Parra solo era Premio Nacional. )
La historia no se puede dejar fuera de la historia, de lo contrario no tendríamos un marco de referencia, un contexto. La escena local se agitó como una coctelera, muchos nombres salieron a la palestra, la polémica fue agria, no podemos esconder los hechos con una metáfora, aquí no ha pasado nada, porque pasó de todo. Parra impulsó más su antipoesía hacia la trasgresión absoluta y concitó una odiosidad feroz, casi de almanaque, efersvecente, de Alka Seltzer.
El tiempo nos  dirà  si la antipoesía fue un parte de aguas o algo màs. Con Parra siempre hay mucha màs letra menuda de la que se ve. Mi invitación, es seguir leyéndolo, conociendo màs al personaje y a su obra.

HUMOR NEGRO, OSCURO, OSCURO
Humor, negro,  oscuro,
oscuro como una làpida
de Viet nam o Siberia.
los grandes maestros de la muerte,
ajedrez de la palabra,
sabiduría del gorrión que agita
y no se cae de la rama.
Por ti, pido hermano caído,
desde mi lejana palabra
y geografía,
no olvides tu chaleco contra balas,
el universo  es una càscara voladora
al más allà, acá todos nostros
aplaudiéndote hijo de las estrellas. (RG)
 
Antipoeta twitero
Este fragmento, que escribí el 15 de enero recién pasado, la víspera del desenlace, lo incluyo como una licencia fragmentaria, porque, si la antipoesía tiene tantas licencias como excepciones, la poesía con mayor razón, por tradición y derecho propio, ejerce también este arte del birlibirloque. Viene al caso como un antecedente y porque me proponía escribir sobre este antipoeta twitero, ya que los Artefactos son un antecedente explosivo e imaginativo del pajarito twit,  por su concentración, impacto inmediato, comunicación directa. Parra  se sentía un innovador-provocador, buscaba y se agitaba en lo popular, pero no se mantenía  nunca estático, siempre en movimiento, armando su discurso, afinando su retórica, estaba al dìa del día siguiente. Pero no era trivial, ni banal,  y siempre tenía un blanco delante de si mismo, un objetivo en la mira, un trasfondo muy propio de lo popular. Sus imitadores, muchas veces, son simples chistosos, chirigoteros, no logran trascender lo intrascendente.  (¿Parra agota la antipoesía o tiene sus limitaciones el gènero y sus mecanismos? El tiempo dirá.)
   Son la entelequia del Maestro/su saliva sin silabario/deletrean, manosean la palabra/Por favor, no les den  tribuna ni lectura/a estos facilones, aduladores de la antipoesía/No hay peor receta  que las vendidas en las farmacias. Así sea. (RG)
  • La hora de Viet nam y Allende
Todo lo demás fue historia, una tragedia griega vivió el autor de Los Versos de salón, se enfrentò  al gobierno cubano,  chileno, a los intelectuales de izquierda, se transformó en un energúmeno, disparó a diestra y siniestra, solo conversó en esa época con Ionesco, seguramente Lihn y el suscrito en una banca de cemento donde mantenía un letrero pidiendo disculpas y trabajando sus más furibundos  artefactos, con esa letra endemoniada que podría asaltar nuestros ojos al menor descuido.
Parra estableció su propia República, se declaró soberano y estaba dispuesto a defender como fuera su libertad de opinión, no se sentía emparentado a la icónica estatua, pero poco le faltaba. Era una isla contra otra isla y una larga y angosta faja de tierra, siempre frente al precipicio del mar Pacífico.  (Està demasiado fresca la tinta de su partida, los críticos harán su trabajo y  analizaràn con mayor distancia estos y otros acontecimientos. No està Neruda, Huidobro, De Rokha, Gonzalo Rojas, ni la Mistral, siempre alejada de la crìtica àcida).
En los prados de esas queridas termas universitarias, donde retozaba nuestra  joven, feliz juventud, ya un Parra  maduro se paseaba  por los jardines, como si estuviera en Berkley, Oxford, la UNAM o en el Central Park.  Allì estuvo con Whitman, Neruda, García Lorca, Huidobro,  Ginsberg, Gabriela Mistral,  Kafka,  Rulfo, Bolaño, Lihn, Jodorosky, Pezoa Véliz,  Aristófanes, Charles Chaplin, Shakespeare,-sobre todo Hamlet- y tantos  otros en el largo camino de la poesía, porque a la orilla no  se llega nadando en solitario.
Escribo estas notas de memoria  recurriendo a los pasajes vividos, imágenes que  me acompañan  cuando aún despiden en la intimidad pública  al Villon chileno, este juglar inagotable, único, que necesitaba varios espejos para mirarse desde y  en un mismo rostro. Si la antipoesía renegaba del yo poético, Parra se subió a su propio carrusel y adquirió un protagonismo innegable e indudable.
En Parra, la crítica, polémica, las contradicciones, opiniones oblicuas, eran una práctica común, un ejercicio desde el desayuno a la noche y en sus grandes cuadernos de eterno estudiante, apuntaba todo, cualquier idea que revoloteara como una mosca sobre su cabeza o en sus alrededores.
No quiero olvidarme, de lo que leí  hoy 23 de enero, durante su irónica  despedida en la Catedral, diseñada entre  1748 y 1800 por  Joaquín Toesca, el mismo que construyó el Palacio de La Moneda, sede del gobierno de Chile y donde murió Salvador Allende, después del bombardeo del 11 de septiembre de 1973.
  • El agua bendita del cura Ibacache
 Parra no pidió el sitio, alguien tenía otras lecturas respecto a sus deseos. No pudo el cura Ignacio Valente (Ibacache en la novela de Roberto Bolaño: Nocturno de Chile), llevarlo a la cruz en vida, cuando criticaba su antipoesía, pero las fuerzas del destino  arrastraron su ataúd- que lo cura todo- cubierto por una arpillera tejida  por  su madre a la mansión de Dios.
 Previamente,  en los faldeos  cordilleranos donde falleció en el sueño, en la Calle Julia Berstein 272-D, Ibacache Valente o Ibáñez Langlois, el verdugo de Lihn en la crítica mercurial y de tantos otros, vertió agua bendita sobre su féretro, que enrumbó hacia la Catedral, en una procesión urbana de màs de una hora, atravesando el verano somnoliento de Santiago, con un Parra muy seguro de si mismo en cuanto a su destino, pactado en vida con sus hijos.
En su poema Solo para mayores de cien años-vaya título alusivo, personal, premonitorio, dice en sus versos finales: Pero yo no me doy por aludido/Porque tarde o temprano/Tiene que aparecer/Un sacerdote que lo explique todo.
  • En capilla ardiente en la Catedral
Sí, aún mientras mi memoria reescribe estos apuntes, Parra està en capilla ardiente en la Catedral metropolitana, él, quien parecía tan lejos de Dios, y todo indica que quería ser velado en su casa de La Reina, sus verdaderos orígenes, donde escribió sus memorables versos: ¡Viva la Cordillera de los Andes! ¡Muera la Cordillera de la Costa,! en clara alusión a Neruda, que vivía en Isla Negra. (El destino le jugaría otra  mala pasada calculada: se iría a vivir los últimos 20 años de su vida a Las Cruces, ubicada en la Cordillera  de la Costa y próxima a Isla Negra, donde también se compraría su cuarta residencia en la tierra. Neruda solo tuvo tres casas.)
¿Parra se fue a morir a su  casa de La Reina recuperar su pasado, despedirse  del emblemático sitio y reconocerse en la Cordillera de los Andes? No lo sabemos aún, quizás no lo sepamos nunca.
Cuando Neruda dio su discurso al recibir el Premio Nobel solo cito dos poetas, a Rimbaud y a Huidobro, sin nombrar al pequeño Dios.
 
  • Neruda, la verdadera Catedral
Con esta escena pasa otro tanto. Parra y el suscrito, íbamos caminado una noche frente al Edificio Diego Portales, sede de la Junta Militar de Gobierno, 1974,  (en el "horroroso  Chile") y en una de esas salidas,  el antipoeta se detiene en la calle y exclama: Compañero, que vamos a hacer, se  nos  murió la Catedral. Se refería a Neruda, comunista convertido en Catedral, algo realmente absurdo, pero en el doble y triple sentido parriano.
Neruda  fue su sombra desde que comenzó a torcer el cuello al cisne de la poesía y no cesaría hasta el final de sus  días, monologando siempre  con el autor  de las residencias y Tentativa del hombre infinito.
La Catedral en el dìa de su velorio, que había puesto música sacra, como suele ocurrir en las iglesias para  estos eventos fúnebres, se encontró con la tenaz resistencia de los hijos y nietos de Parra, que reclamaron Gracias a la Vida, de su hermana Violeta Parra, porque de lo contrario se iban. A los pocos minutos  se escuchó la voz  de la Violeta, tan ninguneada en vida y aclamada después de muerta.
Parra cuando editó  Cancionero sin nombre, (1937), libro lorquiano, se dio cuenta, en  lenguaje popular, dichos, que por ahì no iba la cosa, y durante una larga década y media se puso  a velar sus nuevas armas: la antipoesía.
Le endosó el problema al máximo referente de la poesía chilena y habla castellana, Neruda, y no paró hasta el final de sus días de hacer sombra con Pablito, como solìa llamarle, que  nunca fue un poeta imaginario.


La catedral de Santiago de Chile acoge la capilla ardiente de Nicanor Parra
En la Catedral de Chile
  • Poeta de la gran tradición poética chilena
Para entrar en materia con Parra hay que poner picas en Flandes en el contexto de la poesía, escritura   en ad valoren su monumental nueva retórica que copó la banca por varias décadas con su antipoesía, antídoto contra la lírica tradicional. Ese  fue su caballito de  batalla, la consigna: contra lo establecido, contra todos y el mismo, contra la solemnidad. Una de sus frases favoritas, debió ser: no dejar títere con cabeza, chilenismo para  arrasar con lo que sea.
El autor de Poemas y antipoemas, su libro emblemático, antipoesía, forma parte de la gran tradición de la poesía chilena, aún con su influencia anglosajona, todos sabemos que es un poeta muy chileno, sagaz, que popularizò la poesía como verdadera lengua del pueblo. En la solapa de su primera edición, Neruda escribió: Esta poesía es una delicia de oro matutino o fruto consumado en las tinieblas". 
     
  • No me preguntes si los muertos fueron felices
Con su partida, las manecillas del reloj poético chileno y del habla hispana dan una larga  vuelta por la esfera de cronos y la ausencia del antipoeta se hará sentir con el correr de los días. No nos pongamos sentimentaloides, Parra se reiría de nosotros, como lo hizo en vida, pero la ausencia de ese malestar verbal, ironía, en un país  montañés, taciturno, algo formalmente  gris, se hace notar.
Un viaje no siempre tiene un final/sobre todo cuando se reinicia otro/así el verano como ahora/vendrán nuevas estaciones/donde descansar y volver a empezar/Buen viaje su Excelencia  aquí otros/continuaremos los kilómetros restantes/distantes del cielo a  tierra/o las estrellas/No importan las distancias/sino la perseverancia/la resistencias de las alas al viento. (RG)
No me preguntes  si los muertos fueron felices/alguna vez  y llegaron a conversar con los vivos/Es un tema, una fórmula  hipotética/no olvides, no todos los días se entierra a un poeta/frente al mar. (RG)
En un recuento muy personal, muchas veces la vida y los hechos, como los dichos van por su cuenta y riesgo. Finalmente, la Mistral fue la única  que se mantuvo en su amada Cordillera de los Andes, sus pares terminaron frente al mar.
El antipoeta deja màs bien libertad de acción que discípulos, si los hay, no se notan, la poesía chilena seguirá su propio curso, el tiempo  ha derribado uno de sus últimos troncos, pero la lucha contra la página en blanco  continúa vigente. La poesía es moneda de varias caras, su energía, voluntad, existencia, necesidad, su palabra finalmente le convierte en un arte indomable. Podrán aparecer titiriteros, magos, mesías, profetas, alucinados, poetas malditos, pequeños dioses, imitadores, farmaceutas, alquimistas, simples poetas de provincia, y la poesía continuará ejerciendo su indiscutida belleza, la palabra. El fuego de la poesía está en el hombre, es una llama inagotable, a ti te toca mantenerla viva, amigo lector.
(Parra, hizo lo que pudo, fue un  antipoeta long play, de larga duración y será difícil arrebatarle eso récord, no dejó de parrandear, de ser un parricida frente a la lìrica y especialmente la obra nerudiana,  y se preparó parra todos los gustos, eso, al menos, intentó parreando para sobrevivir parra rato. Como Adán, se cubrió con sus Hoja de Parra y bailó la Cueca màs larga de Chile).
Parra siempre fue al límite hasta el último minuto de vida: 103 años, no pudo estirar más la cuerda, nos deja una Obra Gruesa, en permanente construcción a través de cada lectura, hombre de abismos, desafió el tiempo y a toda su generación. Siempre  sobre la ola del mar, asmático, histriónico, un protagonista en cualquier escenario, a punto de reír, un niño en medio del juguete de la palabra, pedaleando hacia  Chillàn, sin tiempo en el tiempo de la eternidad.

Neruda, Huidobro y Parra
(Las tres cruces )
Con vista directa a Huidobro,
el mar, el mar, Nicanor,
saca tus cachitos al sol,
en la última morada:
Voy y Vuelvo,
màs allà, Neftalí Reyes,
en su Isla Negra,
se sigue viviendo.
¿Son tres reyes magos de la poesía
chilena  en el siglo XX y XXI?
¿O dos o tres màs,
 Mistral, De Rokha, Gonzalo Rojas
y una larga y angosta,
fértil, faja de tierra poética?
No nos miremos el ombligo,
de mar a cordillera,
del desierto a la antàrtica,
hay mucha tela nueva
que seguir cortando en el tejido
de la poesía. (Rolando Gabrielli©)
“Te vamos a poner donde nos dijiste”, twiteó Cristóbal Ugarte, nieto de Nicanor, en Instagram. “Entre Neruda y Huidobro. Ahora se completan las tres cruces (+++)”.
 
Cae el telòn de la poesía.
Ya, Nicanor, descansa en Paz: Neruda.

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 Pedagógico mediados de los sesenta: Gabrielli y Parra
 SOY NICANOR DE CHILE
Voy a cerrar los ojos por última vez,
como si fuera a volar  por todo Chile,
recorrer los campos  y viñedos en secreto,
donde las uvas de mis antepasados,
no dejarán nunca de fermentar,
los mejores vinos son los tiempos vividos,
recuerdo todo, casi todo lo que la memoria
me suelta al pasar  como una paloma.
Mi madre, mi hermana, mis hermanos,
mis hijos, mis nietos, mis antipoemas
me esperan en el ultimo andén,
en la estación terminal y les hago señas,
estoy atravesando el río.
(Rolando Gabrielli)
En resumen
"Siento al público tranquilo, siento al poeta chileno, siento el arcoíris”, Ginsberg
Parra fue un tipo extraordinario, lo hubiese dicho Millàn, como  su verso personalísimo; un tío  inefable, asumo lo que podría pensar Waldo Rojas; un sobreviviente del horroroso Chile, tal  vez fueran quizás palabras de Lihn; un gran juglar, le llamaba en vida Neruda; dicen que está haciendo hasta películas, dijo Gonzalo Rojas Pizarro (Solo escribió dos grandes poemas, yo 12 o 10, remarcó);Nicanor es el creador de una poesía explosiva, màs sofisticada e inteligente que la de Neruda, incluso en la poesía política, sentenciò Ginsberg; estoy seguro de una sola cosa sobre la poesía de Nicanor Parra en este nuevo siglo: pervivirà, sostuvo  Bolaño; la antipoesía es una peste, criticò ácidamente  el poeta, narrador, crítico chileno, Miguel Arteche (Premio Nacional); a mí me parece un mistificador idiota, absolutamente idiota y perverso, dijo De Rokha (Premio Nacional); no puedo dar ejemplos en estas  en estas páginas de la antipoesía: es demasiado cínica y demencial, Padre Prudencia de Salvatierra ; se vende Parra/tratar con Nixon/màs bien con la señora;  apuntó su dardo el narrador Carlos Droguett (Premio Nacional); hay un tipo de narcisismo que consiste en empujar la propia obra lo màs que se pueda para tener presencia. Es el màs peligroso porque contagia y enferma al propio autor. Yo veo que gay algo màs que eso en Parra, y ha perjudicado su obra, Armando Uribe, poeta chileno (Premio Nacional).
Gonzalo Rojas, (Premio Nacional, Cervantes, Octavio Paz, Hernández)  en un tiempo tuvo  un enfrentamiento memorable con Parra, eran rivales contemporáneos por el cetro que iba cediendo Neruda. De esa polémica, salieron estos versos y otros màs del mismo texto, que  Rojas prefirió ignorar con el tiempo. No podemos ocultar de la realidad, esta  otra realidad. Una de cal y otra de arena, poeta.

 Antiparreando, remolineando,
que Kafka sí, que Kafka no,
buena cosa, roba-robando,
se va Cervantes y entro yo.

 Parra no aró en el mar, vendimió la poesía chilena y universal, su molde fue uno nuevo cada día...eso lo digo yo. Se buscó en Hamlet en sus últimos días...

ROLANDO GABRIELLI©2018

ENERO 23AL 27
 
 

lunes, enero 22, 2018

Amour fou

  
 
Islandia,
nunca,
la distancia,
debió separarnos
y convertirnos
en paisaje.
Y tú,
en una isla.
Rolando Gabrielli©2018

domingo, enero 21, 2018

Yo, cabra

 
 
 
¿En el aire,
yo, cabra,
frente al precipicio?
Ironías del destino,
esta no serà mi muerte,
ascenderè por los cielos,
balando a pedir perdón,
si fuera necesario,
pero permanecerè
aferrada aquí en la tierra,
con dientes, pezuñas  y muelas,
asida a mis propios cuernos,
repito,
si fuera necesario.
Rolando Gabrielli©2018