Qué fracaso y luce tan bien
como una corona de
laureles
en tiempos de Roma
o de juegos florales.
Mi historia
es breve,
unos cuantos
pasos, vueltas
a un reloj
de arena,
palabras,
palabras.
Casi nada en
la nada
y en el
tiempo: así de rotundo, es.
No hay
hazañas, logros portentosos
que
acreditar ante ningún tribunal.
No escalé
montañas, ni crucé ríos,
ni rompí
récords en nada memorable,
no formé
parte de ningún club de estrellas,
dejé mi
silencio en los jardines
en mis años más dóciles,
preferí
caminar en un parque
los mismos
pasos y distancias
cada día,
una sola dirección,
que intentar
viajar a Marte.
Me
especialicé en barrer las hojas,
en la
cocina, en cambio, fui una nulidad,
en mi
calidad de escritor fantasma,
abracé el
anonimato en toda su intensidad
y más de
alguna vez tararee la letra
de una
canción de moda en tu nombre.
Fui un poco
excéntrico, tal vez, al recurrir,
a la magia
de una musa siempre a punto de partir.
Aún sabiendo
de su existencia fugaz,
aposté a un
futuro inexistente,
por disolverse junto a mi mala memoria.
Rolando Gabrielli2023