"Le debo a (Nicanor) Parra no sólo mi poesía; le debo a Parra toda mi obra literaria. Me ha enseñado mucho, me ha enseñado a reírme, a tomar la literatura con sentido del humor. Si no hubiera leído a Parra, probablemente no habría llegado a leer a Lawrence Stern. Y ya para finalizar, Parra es como mi atadura telúrica literaria a Chile. Cuando leo a Parra estoy leyendo también, además de estar leyendo al mejor poeta en español vivo, a un compatriota y me recuerda cosas de mi infancia, de mi adolescencia" Roberto BolañoRoberto Bolaño se tuteò con la literatura argentina y endeudò con sus leidos y admirados Cortàzar, Borges, Lamborghini, pero eso no le quitò un pelo a su potente y original prosa, a la lucidez y compromiso de su palabra. El boom, la literatura castellana necesitaba un autor que se atreviera a desbocar su caballo barranco arriba. Asì, escribiò y viajò a pelo por las playas, desiertos, montañas, los pozos olvidados de la marginalidad, las grandes ciudades y los escondrijos del alma bastarda de cualquiera de sus patrias reales y adoptivas. Bolaño tuvo que soñar antes de tiempo, porque el calendario le prohibiò el èxito, la permanencia normal a un cuerpo desmadrado en el corazòn de su hìgado. Vomitò lenguas de fuego como el hombre del circo y cosechò aplausos, ira, indiferencia, admiraciòn tardìa, envidia, y lectores que se siguen sumando y repitiendo en sus páginas asombrados.
Estarìa muerto de la risa con sus reconocimientos post morten, con estos homenajes de "escritor invitado" en Ferias, universidades, mesas redondas y toda esta parafernalia que rodea su obra y persona ya mìtica, ya no de este mundo. Bolaño vuelve a Buenos Aires, una ciudad que pienso, amaba, por cuestiones tal vez literarias, aproximaciones viscerales con los narradores emblemàticos que son porteños de corazòn y por tantas razones que habrìa que preguntarle. La noticia es que será homenajeado en la primera edición del Festival Internacional de Literatura en Buenos Aires (Filba). La fiesta literaria entorno a Bolaño-Belano, es este mièrcoles, en elMuseo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) FILBA apunta a poner en escena el movimiento centrífugo de desplazamientos, descentramientos, migraciones, mudanzas y transformaciones que experimenta en la actualidad la literatura, a partir de un intenso recorrido por los circuitos de expresión que no cesan de reinventarse, anunciaron sus organizadores.
(Después de Bolaño). Tratará sobre la figura de Roberto Bolaño como uno de los autores más importantes de las últimas décadas y sobre la huella que dejó su obra en sus contemporáneos y en las generaciones siguientes.
Martín Kohan (Argentina, 1967) escritor, enseña Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de la Patagonia. Obtuvo el Premio Herralde de novela en 2007. Juan José Becerra (Argentina, 1965) es escritor, crítico literario y periodista. Fue gestor cultural y enseñó guión cinematográfico en La Plata. Gonzalo Garcés (Argentina, 1974) es escritor y periodista, actualmente vive en Chile. Es colaborador habitual de diversos medios de España y Latinoamérica. Dialogarán con Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967), doctor en Literatura Hispanoamericana y profesor de Literatura Latinoamericana en la Universidad de Cornell, Estados Unidos, adonde vive. Publicó el libro Bolaño Salvaje (2008), en colaboración con Gustavo Faverón Patriau, publicado por editorial Candaya de España.) La necrofilia chilena fue màs lejos para entenderlo, amarlo, venerarlo y perdonarse asì mismos, crearon la Cátedra Bolaño. Es un país donde los reconocimientos llegan cuando se comprueba y certifica que el muerto ya no respira. Se dice que en Chile llegò primero el reconocimiento de la obra de Bolaño y la realidad es que no figuraba en el afiche confeccionado por las autoridades culturales que fue presentado en la Feria de Colombia, donde Chile era paìs invitado. Una muestra para el botón històrico de la literatura chilena, su eterno ninguneo.
Desde antes de su muerte he venido recomendando su lectura en Panamà. Nada oficial, ni personal, sino para leer algo diferente. He tenido distinta suerte y receptividad. Yo comprè una ediciòn de Los Detectives Salvajes en el popular drugstore llamado Arrocha, ediciòn que guardo con celo, porque le faltan no pocas pàginas. Como èl libro desapareciò, lo comprè posteriormente en Colombia o Mèxico para poder leerlo. Era un vulgar desconocido aquì. Escritor de muchas páginas, algo difíciles, porque escribe para un lector algo iniciado y para escritores. Exige dedicaciòn, algunas referencias, atenciòn. Es una novela como un largo largometraje. Distintos escenarios sobre uno mismo, la realidad, la mirada del autor, sus pasos, y esa manera peculiar de intrudcirse asì mismo en la historia, relatarse, contarse, mirarse para seguir viendo el futuro, un escombro no resuelto del pasado.
Visitàbamos con amigos unas exposiciones en la Zona Rosa de Panamà y en esas conversaciones que no tienen paradero, ni rumbos, en el què haces y de pronto ¿leiste a Bolaño?- ¿Quièn es? _Un escritor interesante, fudamental, de esta època, pero ya falleciò. Para ti puede serlo, no lo conozco y por què debo creer. - La mujer estaba en su yo oscuro, letal, inundada de una ignorancia escandalosa.- Por què va a ser importante, por que tù lo dices, se reafirmò y yo me cambiè de ventanilla, de aire y dejè pasar la espesa atmósfera que pudo llenarse de màs ruido innecesario. Bolaño brillaba hace unos meses por su ausencia en librerìas y cìrculos literarios, despuès de todo era chileno como quien lo recomendaba, "publicitaba". Hasta que llegò 2666, que se estrenó hace un tiempo en Estados Unidos traducida al inglès, como Los Detectives Salvajes, que abrieron el pasillo oscuro de la literatura castellana en en lector estadounidense. Aun asì el patio aquì era indiferente a ese narrador. Los escritores son personas pùblicas, porque sus libros circulan y ahì en cada pàgina se refleja algo de la vida, los sueños, del gran espectàculo personal y colectivo, ese escenario interior del hombre y las cosas, lo que queda despuès del sudor. Nadie te invita al espejo de la realidad, pero el cristal está para ser visto y èl te mira por si no eres capaz de reconocerlo.
La literatura filtra las ojeras, risas, los espasmos de un escritor. El lector se alinea detràs de la sombras que producen màs sobras hasta que se haga claridad en el texto y nunca se sabrà todo lo que quiso decir el autor, ni lo que seguirà interpretando el lector a los largo de tiempo. Ese es uno de los aportes de la verdadera literatura: seguir soñando, descubriendo mundos con el lector.
Roberto Bolaño no sólo escribiò, sino trabajò por y para hacer una diferencia y se enfrentò al pesado fardo del Boom latinoamericano. Fue un Mohicano solitario, con su humor àcido, sin concesiones, se atravesò con su hìgado y disparò. El blanco no era invisible. Las cabezas rodaban. El francotirador, francamente daba la cara, no se escondía. Bolaño creaba espacios en su novelas, literatura, y entraba en acciòn en la vida real. Se la jugò para cortar de un tajo el Boom e inaugurar una nueva etapa. Esa fue una de sus grandes apuestas. Ahora su obra es la que abre espacios y lo instala en las mesas redondas como un convidado de piedra.
En uno de sus viajes de Bolaño a Chile, al parecer tuvo un desencuentro con la mujer del poeta Raúl Zurita, el que Bolaño màs tarde negarìa o lo pasarìa como algo sin mayor importancia. Zurita, al parecer no lo perdonò y en enero de este año, en la ediciòn nùmero 9 del periòdico El carajo, escribiò una nota sobre 2666. Y no podìa comenzar de una manera màs directa, a quien le llamarìa el poeta de Ricardo Lagos: "2666 me intriga, y no porque sea una obra maestra, por el contrario, es una novela convencional que tiene un problema grave y sin solución intermedia: o le sobraron 800 páginas o le faltaron 800 páginas. Es así, pero al mismo tiempo posee una cualidad que en literatura sólo se la pueden permitir los grandes fracasos, esto es que los problemas que a veces esas derrotas abren son de tal magnitud y poder, que los hacen mucho más cruciales que el hecho de que las obras que los contienen no los resuelvan. Es el caso de 2666. En ese sentido este relato tiene al menos tres méritos que no dejan de ser impresionantes: el primero es su notable título, seco, oscuro, inquietante, el segundo es que leerlo inevitablemente es releer otras obras que sí son maestras: Tolstoy, Flaubert, el Joyce del Ulises y del Finnegans Wake, Kafka, la tetralogía final de Mishima, cosa que sucede con muy pocos autores y, el tercero, es que contiene 300 y tantas páginas, aquellas que no sobraron, que en el contexto de la narrativa en castellano son de las más extraordinarias de los últimos 30 años. "
Al margen de este y otros comentarios, a los que se exponen los libros y escritores, Bolaño alcanzò a decir de 2666: "es una obra tan bestial, que puede acabar con mi salud, que ya es de por sí delicada. Y eso que al terminar Los detectives salvajes me jurè no hacer nunca más una novela: llego a tener la tentación de destruirla toda, ya que la veía como un monstruo que me devoraba." Bolaño se biografiaba dentro de su literatura, poesìa, marcaba su entorno como un lobo solitario, fràgil fìsicamente, tenaz, testarudo, testimonial, con un gran temple y de tes pàlida, que merodeaba sus vísceras propias y ajenas, un animal literario contudente. No estaba sòlo en su literatura, porque viajaba de un tiempo a otro, de un escenario històrico a otro, daba grandes zancadas en el tiempo fìsico de su narrativa: Mèxico, Europa, Chile, Estados Unidos. Espacios y acontecimientos històricos.
Este y otro Bolaño, el que es, fue, el que nos visita con su literatura, es el que analizaràn en Buenos Aires. Deja señales, como poeta y busca sus propias huellas, como detective. Hace un par de noches hicimos un ejercicio en un restaurante mexicano, Los Chilangos, y creo que a Roberto le hubiese gustado esta manera coloquial de aproximarse a sus textos. La misma textura de los locales y negocios de artesanía, cafeterías de Santa Fe, en New Mexico, ese color arcilla rosada que se mimetiza con las puestas de sol, un paisaje natural, de lujo. En una de las alas del centro comercial Camino de Cruces, esta ese pequeño espacio de México, cuyo significado se debe a las personas que dejan el DF, casa matriz de los sueños de Bolaño. El se transformaría años más tarde en un chilango. Mientras llegaban las vasijas de piedra volcánica con el queso ardiendo y los chorizos molidos, caía una cerveza Corona como ese fresco atardecer de Panamá. La ciudad se dibujaba en el crepúsculo tropical, en un horizonte cercano, donde despuntan rascacielos y avisos de neón. El escenario crepusculario de Los Detectives salvajes. Se me vino de pronto el DF con esa realidad de rara memoria en el presente y se dibujó la ciudad. El DF iniciático de los poetas de Bolaño. México es el corazón de su obra, allí vivió una década, y dijo que podría olvidarse del DF y México, pero no del amor. "Ese país mágico, que él y nadie más llamaba México DF", refrenda en su poema Devoción de Roberto Bolaño, en su libro póstumo La Universidad desconocida. Sí, su poesía nos permite adentrarnos más en él como individuo, que después de todo es lo que más interesa para definir algunas coordenadas. "La poesía entra en el sueño/como un buzo muerto/en el ojo de Dios"
Yo había iniciado mi monólogo saturado de imágenes, escenarios, de un tiempo amarrado en su propia libertad. Un autor desconocido sobre la mesa, no es poco decir, ni arriesgar, pero el ambiente era grato. Se sentía el fuego de México en la vasija oscura, ardiente, oscura en el luminoso atardecer tropical. Llegó la segunda Corona y la plática se centró en 2666. la novela colosal que "enterró" a Bolaño, aunque él alcanzó a trazar su itinerario, dejar las coordenadas de su futura edición, que venía precedida del terror de sus mil cien y piquillo de páginas.
¿Pero cómo se lee un elefante de ese tamaño? Mientras revolvía la vasija ancestral, respondí: con mucha paciencia, calma, cautela, parsimonia porque es literatura. El silencio ganaba la noche y crujían los nachos. ¿Se puede hacer una lectura líneal, porque ahora las novelas no tienen tiempo, o varios pisos que suben y bajan como la montaña rusa? Las novelas son una Caja Negra y Bolaño es un especialista en ello. Cada lector realiza su propia lectura, pero, sin duda, estamos ante un pozo de infinitas luces y apariciones: la novela no tiene límites, ni principio, ni fin. La cabeza del Dragón asoma en distintos escenarios, es la única manera de creer que el fuego de la palabra es eterno. Ricardo Piglia es màs ilustrado en tema referencial històrico y se refiere a macedonio Fernàndez y a Joyce, como precursores y maestros en la interrupciòn del tiempo-lectura. Un alto, hago con la mano, mientras la Corona se desliza suave por la noche tropical. Lo que también debemos atender es el grado de popularidad, lectura, receptividad de un lector. Es una manera de pulsear la boca vacía del estómago del autor, su aire, respiración, lo que no quiso decir, o no alcanzó, o no pudo. pero mucho tiene que ver con la autoridad de lo dicho. Bolaño hoy es el autor cuyos libros baten récord de lectura, sino son los más robados de las librerías chilenas. Para Roberto B. este sería su principal galardón y logro literario si estuviera vivo, porque él fue un tiburón en las famosas librerías del DF, donde pudo negociar su habilidad con su futuro literario.
2666 intimida al lector hembra, impone su presencia de "mamotreto verbal" en un mundo digital, a imagen y semejanza de lo que se ve. Tantas páginas, la frase escueta rueda por la mesa. Son 5 novelas en una, con una ciudad de fondo en el trasfondo: Santa Teresa, que es Ciudad Juárez, donde Bolaño describe con lujo y detalle los crímenes de esas mujeres que nadie reclama y la muerte misma pareciera rechazar con todo el olvido de que es capaz. Leo los titulares, y se habla de 13 nuevos crímenes, que este año superan el millar en esa ciudad fronteriza con Estados Unidos, al lado de El Paso, condenada y donde el horror toma palco.
Santa Teresa le robaba, le sigue saqueando la vida, dignidad, el alma, a las niñas, jòvenes, mujeres, obreras maquiladoras, estudiantes, a las putas y meseras de Ciudad Juàrez. La muerte es una sirviente de los peores intereses. La policìa, los detectives, las autoridades tienen muy poco, nada de èxito en sus investigaciones en la novela, como en la vida real. Las muertas son olvidadas, la invstigaciòn de las autoriaddes òlo llega hasta la autopsia. Despuès de la muerte, la verdad, ni nadie, estàn seguros.
Una novela de esta envergadura, digo, no se deja leer, sino hay que leerla. La cerveza Corona se dejaba beber sin mayor esfuerzo, delgada, liviana, estilizada, fresca, natural. Ya llegaba la sopa espesa, caliente, para emparejar las cargas de los gastos de la noche. La tercera la paladiè màs que la segunda y mucho màs que la primera. Ya habíamos entrado en materia. Bolaño es un escritor que comenzò como poeta, pero nunca abandonò la poesìa, como muchos otros narradores cuya lìrica no exitosa les defraudò y abandonó. Seguimos conversando sobre 2666, recuerdo mi primer subrayado de mi ediciòn argentina del 2004, que se refiere a una reseña sobre el novelista alemàn buscado en la novela que se llama Archimboldi. Es un intento por fijar su personalidad: Inteligencia: media; Caràcter. epilèptico; Cultura: desordenada; Capacidad de fabulaciòn: caòtica; Prosodia: caòtica; Uso del alemàn: caòtico. Son licencias de un escritor.
Las preguntas iban y venìan. Yo sentìa el ruido de unos aplausos muy discretos y cálidos. parecìan las alas de mariposas antiguas que habìan viajado de muy lejos a este ritual. El polen estaba en el aire. Yo lo considerè un buen presagio, pero no podrìa explicarlo. Un libro hay que tenerlo en las manos, hojearlo, rayarlo, volverlo a leer, eran las palabras, el rumor de una voz. Sentì que habìa que buscar las respuestas en el libro, en las pàginas verdaderas. La mesa donde estaba sin duda Bolaño, nos indicaba el camino. La cuenta. Partimos al drugstore màs cercano y mi amigo comprò 2666, en una ùltima ediciòn de Anagrama, color concho de vino y de tapas gruesas. Rolando Gabrielli©2008