sábado, marzo 22, 2025

Amor mío

 Amor mío,

mi pasión literaria,

esta es una carta abierta,

personal por lo vivido

y por vivir,

es la tinta roja de mi sangre

la que escribe y nos habla

un día cualquiera

de nuestras vidas.

Las palabras

no solo son palabras,

cantan una aventura,

reviven memorias y renuevan raíces,

bifurcan caminos, son tangibles señales.

Rolando Gabrielli2025

viernes, marzo 21, 2025

Pensé que con este poema


Pensé que con este poema bastaba

para describir el silencio, la impunidad,

toda la destrucción de sus vidas y casas

las matanzas despiadadas de gente indefensa,

la burla al  mundo, la impiedad absoluta,

sin agua, sin luz, sin comida, sin casas,

sin sus hijos, sin sus mujeres, sin país,

sin sus únicas vidas por las que nacieron.

¿Te has preguntado hacia dónde va

el torcido viento de la historia

cuando los insepultos muertos duermen

bajo los escombros esperando la maquinaria

que pasará por segunda vez sobre sus cadáveres?

Estoy en un lugar que al parecer la historia,

más que un acontecimiento a tomar en cuenta

como parte de una época,  quizás la nuestra,

es solo una fecha circular más del calendario

y el pasado es lo que es, un tiempo muerto.

Me detengo a ver una fotografía de un grupo

de hombres rodeados de escombros

 de una ciudad muerta con muertos bajo

las piedras que alguna vez levantaron casas,

escuelas, mezquitas, hospitales, negocios,

tiendas, donde la gente vivía sus vidas,

respiraba y soñaban sus propios sueños.

Ya no queda nada de eso y la muerte sigue

más viva que nunca acechando.

Estos comensales parecieran distraídos

de esta página que escribo también

en su nombre y de los que ya no están,

no precisamente porque no salieron

en la foto, sino por estar muertos.

La muerte es la protagonista

de estas palabras casi muertas,

palabras denunciantes

que no los devolverán.

Estar en casa acorralado

como un pez en la pecera,

pájaro en jaula,

no se puede volar,

 aunque se tengan alas.

Rolando Gabrielli2025

miércoles, marzo 19, 2025

El imperdonable perdón de las palabras/The Unfrgivable Forgiveness of Words


                                                       No digas tonterías, esto no es más que un poema

Allen, viejo Ginsberg,

muchacho, qué podrida está la podredumbre,

como si oliera a la Dinamarca de Shakespeare

y tu Aullido  clavara un puñal de silenciosos lirios

 y rojos claveles frescos al amanecer

 de esta vieja historia repetida,

ahora con el conocido  cuento de la libertad sin rumbo.

Es un tiempo, déjame contarte, donde el espanto acaricia los sentidos.

Es legítimo tu grito en el silencio de la oscura

noche de Denver, en Denver, Colorado,

donde los Beat dan vuelta el reloj marginal de la historia,

jazz, jazz, un concierto para desoladas catedrales

de Denver a San Francisco, a mediados de los 50,

 un eco vigente en el poema que amargamente

se reescribe en las calles espejo de una palabra

huérfana, dolorida, sorda, muerta, en pleno siglo XXI,

harta de drogadictos que sobre sus vacilantes pies,

suspendidos en la nada, se detienen en la miserable

miseria de sus sombras, a ojos del espanto

y balbucean sus pobres almas muertas en  vida,

que vomitan sílabas vacías en sus bocas estupefactas.

2

Qué horror, Allen esta realidad tan vulgar,

es casi una estrella que se pavonea en las grandes cities

que superan la modernidad, anestesiadas de desencanto.

Ginsberg, hermano mayor de la contracultura Beat, profeta del horror,

si te vieras en un espejo, la imagen no sería más certera

en pleno festival de la muerte en este siglo.

Son tus pies y la poesía los que se arrastran por el mundo.

¿Quién se quiere perder este espectáculo

de macabros bufones que disfrutan de su ópera prima?

3

ALLEN GINSBERG

Son más, muchos más en un mundo que les ignora

y por encima  de su muerte pasa el silencio con sus cadáveres,

sobre sus vencidos cuerpos y cabezas  desconectadas de todos los sentidos.  

No sé si son las mejores mentes de esta generación, Allen,

destruidas, diría, sin presente, ni futuro, ni memoria, perdidos

en la ruina que la muerte les convoca.

Anclados en un signo de interrogación sin respuesta,

quemando sus neuronas, arrastran sus carritos de supermercados

con sus últimas pertenencias, las sobras  piadosas

de un capitalismo salvaje, sin piedad,

parecen asteriscos de una página llena de errores.

Una especie mal aclimatada diría un biólogo

al elaborar una hoja de vida de un planeta moribundo

que agoniza enfermo en brazos del gran capital

que abanica sus  bitcoin en tiempos de una supuesta

era dorada prometida.

4

Son, en verdad, un paréntesis  de sus últimos días,

anclas sin puerto, garabatos gramaticales,

siluetas inconclusas  que giran sobre sí misma y no lo saben.

No son ángeles, ni corredores de la bolsa, ni malignos cuerpos blasfemos,

gente común y corriente reventada por el sistema,

una cifra del gran total de la nada, miseria humana finalmente.

Este infierno  tiene combustión propia, arde en cualquier esquina.

5

Nadie les verá como otra cosa que no sea ser parte de un paisaje

que les detiene frente así, sin tiempo, sin nada,

en la inocencia de no re- conocerse,

de ignorar si existe  otro espacio donde  mal morir.

No alegan, ni reclaman, se consumen en una antorcha

que no les ilumina, ni sugiere un camino.

Ocupan  unas cuantas calles, kilómetros a lo sumo, de grandes ciudades

en arrinconados paisajes urbanos, sin tiempo, islas, pequeños archipiélagos

 marginales de olvido y despiadado maltrato.

No he visto una pintura más espantosa y tan de época.

6

La suerte parece estar echada al basurero urbano,

el silencio de la muerte abriga sus noches frías.

Estamos viendo repetido en tu memoria este paisaje tóxico,

Allen, restos de cuerpos en naufragio,

la historia es un mero remedo de la vida,

se duplica rabiosa sin siquiera mirarse al espejo,

a veces, apenas respira, pero está ahí,

este siglo colérico, perverso, deshumanizado,

te ofrece en el mejor de los casos un hipotético

viaje a Marte sin retorno garantizado.

7

Un suspiro sería resignación, nostalgia no admitida, nada más.

Son las bisagras rotas, los espejos ciegos,

los huesos vencidos  de estos cuerpos aniquilados,

que nos hablan en su mudo silencio existencial

y se consumen ante nuestros ojos  como postales

que el terror envidiaría.

8

Oh, modernas, grandes ciudades, opulentas madonas,

matronas del urbanismo de hierro y cristal,

sus blancos, eternos pechos de mármol, firmes, deslumbrantes,

de oscuros presagios, anuncian una pantagruélica gastronomía

para habitantes cosmopolitas sin patria, cuyos hijos deambulan

comiendo en el gran basural de la historia,

el menú chatarra que dicta a la carta el siglo XXI,

sin una nota de Jazz, solo una  partitura inconclusa.

Son los viejos nuevo tiempos de siempre.

 

 Post Data

¿Haz leído Aullido?, un Manifiesto de la contracultura Beat

 que  estremeció la poesía, de mediados de los 50,

la vida, las drogas, los viajes hacia el más allá,

una explosión pública del gozo del cuerpo y los sentidos,

verdaderas tormentas de interminable placer

para describir a muertos en vida en búsqueda de todo y nada,

donde dejaron colgadas sus vidas, sin saberlo.?

Un Beat le daría a toda esta humillación, fracaso, más sentido

que una vida atrapada, tal vez, en la corriente de un río

imaginario, sordo, que arrastra un paisaje inexistente.

El mantra repite el eterno ciclo de la vida

 en una hoja que se renueva en secreto silencio.

Rolando Gabrielli2025

The Unforgivable Forgiveness of Words

                                                   Don't be foolish, this is nothing but a poem

Allen, old Ginsberg,

boy, how rotten the rot is,

as if it smelled of Shakespeare’s Denmark

and your Howl drove a dagger of silent lilies

and fresh red carnations at dawn

of this old, repeated story,

now with the familiar tale of aimless freedom.

It is a time, let me tell you, where dread caresses the senses.

Your scream is legitimate in the silence of the dark

night of Denver, in Denver, Colorado,

where the Beats turn back the marginal clock of history,

jazz, jazz, a concert for desolate cathedrals

from Denver to San Francisco, in the mid-50s,

an echo still alive in the poem that bitterly

rewrites itself in the mirrored streets of an orphaned,

wounded, deaf, dead word in the 21st century,

tired of drug addicts who, on their wavering feet,

suspended in nothingness, pause in the miserable

misery of their shadows, in the eyes of terror,

and babble their poor souls dead in life,

vomiting empty syllables from their stupefied mouths.


2

What horror, Allen, this vulgar reality,

it’s almost a star strutting through the grand cities

that surpass modernity, anesthetized by disillusionment.

Ginsberg, older brother of the Beat counterculture, prophet of horror,

if you looked in a mirror, the image would not be more accurate

in the full festival of death in this century.

It is your feet and poetry that drag themselves through the world.

Who wants to miss this spectacle

of macabre buffoons enjoying their debut opera?


3

They are more, many more, in a world that ignores them,

and over their death passes silence with its corpses,

over their defeated bodies and heads disconnected from all senses.

I don’t know if they are the best minds of this generation, Allen,

destroyed, I would say, with no present, no future, no memory, lost

in the ruin that death summons them to.

Anchored in a question mark without an answer,

burning their neurons, dragging their shopping carts

with their last belongings, the pitiful scraps

of ruthless capitalism, without mercy,

they seem like asterisks on a page full of errors.

A poorly acclimated species, a biologist would say,

writing a life sheet of a dying planet

agonizing in the arms of grand capital,

fanning its bitcoins in times of a supposed

golden promised era.


4

They are, truly, a parenthesis of their final days,

anchors without a port, grammatical scribbles,

unfinished silhouettes spinning upon themselves, unaware.

They are not angels, nor stock market brokers, nor blasphemous bodies,

common and ordinary people shattered by the system,

a number in the grand total of nothingness, human misery in the end.

This hell has its own combustion, it burns on any corner.


5

No one will see them as anything other than part of a landscape

that stops them in their tracks, timeless, with nothing,

in the innocence of not recognizing themselves,

of not knowing if another space exists where they might die badly.

They do not argue, nor complain, they burn in a torch

that neither illuminates them nor suggests a path.

They occupy a few streets, kilometers at most, of great cities,

in cornered urban landscapes, timeless, islands, small archipelagos

of marginal oblivion and ruthless mistreatment.

I have not seen a more horrifying painting, so fitting for this era.


6

Fate seems to be cast into the urban trash,

the silence of death blankets their cold nights.

We are witnessing, repeated in your memory, this toxic landscape,

Allen, remnants of bodies shipwrecked,

history is a mere parody of life,

it doubles itself furiously without even looking in the mirror,

sometimes, it barely breathes, but it is there,

this century, angry, perverse, dehumanized,

offers, at best, a hypothetical

one-way trip to Mars with no return guarantee.


7

A sigh would be resignation, unadmitted nostalgia, nothing more.

They are broken hinges, blind mirrors,

defeated bones of these annihilated bodies,

that speak to us in their mute existential silence,

and consume themselves before our eyes like postcards

that terror would envy.


8

Oh, modern, grand cities, opulent madonnas,

matrons of urbanism of iron and glass,

their white, eternal marble breasts, firm, dazzling,

with dark omens, announce a gargantuan feast

for cosmopolitan inhabitants without a homeland, whose children wander,

eating in the great trash heap of history,

the junk-food menu dictated à la carte by the 21st century,

without a note of jazz, only an unfinished score.

They are the same old new times.


Postscript

Have you read Howl? A Manifesto of the Beat counterculture

that shook poetry in the mid-50s,

life, drugs, journeys to the beyond,

a public explosion of the joy of body and senses,

true storms of endless pleasure

to describe the living dead in search of everything and nothing,

where they hung their lives, without knowing it?

A Beat would give all this humiliation, failure, more meaning

than a life trapped, perhaps, in the current of an imaginary, deaf river that carries away a nonexistent landscape.

The mantra repeats the eternal cycle of life

on a leaf that renews itself in silence and secrecy.

martes, marzo 18, 2025

La pesadilla infinita/Infinite Nightmare

 

Kafka era mi copiloto,

ahora es mi conductor designado,

así están evolucionando las cosas,

 los tiempos, casi inexplicables

de todo lo que nos rodea y circula

al margen de la imaginación.

Manejo sin licencia ni identidad

reconocida  en medio del caos

vehicular, insomne, más kafkiano

que Franz, que si viviera, el  silencio

de estas piedras hablaría 

por todos nosotros.

Enorme la piedad que nos tuvo

al describirnos proféticamente

el siglo y la condición humana.

Su pesadilla ha sido infinita.

Rolando Gabrielli2025


Kafka was my co-pilot,
now he is my designated driver,
that’s how things are evolving,
times, almost inexplicable,
everything that surrounds us and moves
on the margins of imagination.

I drive without a license or identity,
unrecognized amidst the chaos,
sleepless traffic, more Kafkaesque
than Franz himself, who, if he lived,
the silence of these stones
would speak for all of us.

Immense was the mercy he had
in prophetically describing
the century and the human condition.

His nightmare has been infinite.

lunes, marzo 17, 2025

Somos esa pareja


Somos esa pareja

 de pájaros

que  se picotea

en el aire,

casi sin respirar,

ese espejismo deseado.

Rolando Gabrielli2025

domingo, marzo 16, 2025

Lo que no me acompaña/What does not accompany me

 

Lo que no me acompaña,

quizás no lo he perdido, 

se esfumó tal vez por distraído

y seguirá formando parte,

del cosmos,

de lo inexplicable que somos,

para nosotros mismos.

Rolando Gabrielli2025

What does not accompany me,

perhaps I have not lost,

maybe it vanished out of distraction

and will continue to be part

of the cosmos,

of de inexplicable that we are

to ourselves.